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El futuro, nuestro objetivo


“Los estudiantes chilenos y latinoamericanosse tomaron de las manos, matatiretirundín.En este hermoso jardín, a momios y dinosaurios,los jóvenes ‘revolucionaurios’ han dicho basta por fin. ¡Basta!”

Víctor Jara


México, la juventud ha reventado contra un futuro totalmente negado. Se toma el patio, la explanada para una asamblea, se toma la escuela para mostrar la protesta y detener la vida académica, se toma la calle para obligar a “las autoridades” a cumplir sus exigencias; por un momento tomamos el futuro en nuestras propias manos.


Basta se ha dicho, de estudiar y ser amedrentado por porros, acosada por maestros, de ser joven y ser criminalizado, de ser mujer o LGTBIQ+ y ser asesinadx, de ser estudiante y pasar hambre y sueño todo el tiempo, de ser titulado y estar desempleado, de encontrar empleo y estar en la total precariedad e indefensión laboral; basta de narcos, robos, violencias todos los días, todo el día. Basta de sus mentiras, no creemos más en sus ilusiones, queremos un futuro, lo queremos todo y lo queremos ahora.


La letra con sangre

Ser estudiante en este país, cada día se parece cada vez más a una sentencia de muerte. No hay otra forma de decirlo y los golpes, los asaltos, etc. no dejan más forma de entenderlo. Los ataques y la intimidación a la comunidad estudiantil se han vuelto la norma y es una constante que invalida toda la palabrería acerca de que los estudios y aún más los superiores son una forma de encontrar una vida mejor, cuentos de hadas que no se traga nadie y que para cientos de miles son motivo de bromas y memes, cuando no meras palabras sin sentido.

La salvaje agresión ocurrida el 3 de septiembre, como se dijera en 1968, “tuvo la virtud de desnudar de un solo golpe lo que constituye la esencia verdadera del poder real que domina la sociedad mexicana: el odio y el miedo a la juventud, el miedo a que las conciencias jóvenes e independientes de México, receptivas y alertas por cuanto a lo que en el mundo ocurre, entraran en la zona de impugnación, de ajuste de cuentas con los gobernantes y estructuras caducos, que se niegan a aceptar y son incapaces de comprender la necesidad de cambios profundos y radicales”1 

La universidad que no queremos

Estudihambres nos llaman, nuestra vida es sufrir eternamente la presión académica y aprender a bajar la cabeza porque luego vendrá “el mundo real” y tendrás que soportar la presión laboral, y soportar doble presión porque muchos ya trabajamos al mismo tiempo y soportar además la carga de la sociedad entera sobre nuestras mentes, nuestro es el futuro, dicen, y si el futuro se cae es nuestra culpa; un camino negro sin luz al final. Sólo un ejemplo, quizá uno de los peores, cada año, jóvenes expulsados del sistema educativo por los exámenes del Ceneval, Comipems, etc. llegan al punto del suicidio, nunca tuvieron futuro, ahora les han negado la ilusión.

La juventud en las escuelas se lanza por su futuro, necesitamos urgentemente evitar el abismo que nos han colocado de frente. Una vida digna ni más ni menos, se empieza a construir un futuro y la atención se pone en lo que aparece primero a la mano, la propia universidad. Es a través de ésta que podemos encontrarnos, organizarnos, proponer, intentar una y otra vez, al fin y al cabo esa es la cantaleta de siempre, que la universidad es nuestra herramienta ¿no? así lo haremos.

Durante décadas los recortes a la educación han convertido esta en una carrera de obstáculos, se acumulan la falta de infraestructura, materiales y equipos, bibliotecas actualizadas y suficientes, salones en condiciones, maestros insuficientes, mal pagados, sobrecargados de papeleo burocrático; cada vez menos aceptados en las universidades, cada vez más hacinamiento en los salones, planes de estudio manipulados para ser obsoletos o para no enseñar más que a seguir instrucciones sin pensar. En resumen, una empresa que gasta poco en los insumos, produce barato para la industria (para todas las industrias, aun las humanidades y artes), gana muchísimo dinero y dilapida la potencia de la juventud echando cualquier esperanza a los desechos.

Democracia es...

Necesitamos otra cosa, otra universidad, una para nosotrxs, sin violencia, gratuita, pública, crítica, popular, feminista, sin muros, sin exámenes de ingreso, etc. Porque frente a la barbarie nos levantamos, despojados de todo, dueños de nada, a caminar y a construir, en nuestro terreno a dar la misma batalla que ya nuestros padres, nuestras hermanas, nuestra gente da en las fábricas, los talleres, las comunidades. Es nuestro turno, construyamos, de verdad, el futuro.

Para esto tenemos que quitar a todo los directivos y mandos actuales que no respondan y trabajen para el pueblo, que se vayan todos, incluidos aquellos que en la administración sean defensores del actual sistema de universidad cerrada, elitista, vertical, antidemocrática y neoliberal. Depurar y reestructurar completamente la administración de las universidades y toda la educación, teniendo como máximo órgano de decisión la asamblea de la comunidad, integrada por estudiantes, maestros, trabajadores y, en la educación básica, las madres y padres de familia.

Y borrar toda huella de las leyes que los sostienen en el poder, dentro y fuera de las instituciones. La Reforma Educativa y sus leyes secundarias, las leyes orgánicas de la UNAM, el IPN, y todas las universidades públicas, todos los reglamentos, etc. Todos los nuevos puestos de dirección sean elegidos y puedan revocarlos, las asambleas por colegio, escuela y universidad.

Entonces, decimos; para nosotros una universidad democrática es:

  • Donde las decisiones se toman de manera colectiva por estudiantes, profesores y trabajadores, de manera asamblearia y directa. 
  • La comunidad tiene control democrático sobre los planes de estudio.
  • Abierta a todo el pueblo, sin exámenes filtro de ingreso ni rechazados.
  • Con financiamiento público suficiente, sin intervención privada, con infraestructura suficiente, en buen estado y mantenimiento adecuado.
  • Con todo el equipo y materiales necesarios, suficientes, en buen estado y actualizados, en talleres, laboratorios, bibliotecas, salas de cómputo, material didáctico, materiales de apoyo educativo y transporte si es necesario.
  • Feminista, sin violencia de género ni machismo, expulsión de todos los agresores y creación de comisiones tripartitas permanentes, autónomas, para observación, estudio, y seguimiento jurídico.
  • Con comedores, becas monetarias, residencias, cultura gratuita, deporte y recreación, con acceso gratuito a museos y movilidad escolar.
  • Con seguridad, sin porros ni policía, sin aparatos de control y vigilancia, sin asaltos en el camino y aun dentro de las instalaciones, sin drogas ni narcotraficantes.
  • Con un presupuesto de 10% del PIB nacional para educación, ciencia, investigación y cultura.

Para empezar.

Y queremos tener esto para muchos años, para muchos siempre, entonces, no hay más camino que luchar por una nueva sociedad que la haga posible y viable, una donde la mayoría de la población, las y los trabajadores del campo y la ciudad controlen la riqueza del país para poder asegurar que se gasta en mejorar la condición de todo el pueblo, empezando por la juventud.

¿Queremos una universidad nueva? Luchemos por una sociedad nueva. Para una universidad sin violencia para todas y todos, una sociedad sin explotación ni pobreza, sin hambre ni miseria. La lucha por la democracia en la educación es inseparable de la lucha por una sociedad democrática, para nosotros, socialista, “un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres2.

 

[1]              Análisis del Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, escrito por José Revueltas, militante revolucionario y escritor.

[2]              Rosa Luxemburgo (1870 ó 1871 - 1919), marxista revolucionaria polaco-alemana.

 


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