Economía

¡La revolución vuelve a la escena!

15 años después del estallido de las subprime y el posterior hundimiento del sistema financiero global, nos encontramos ante otra catástrofe que amenaza con hundir el capitalismo en un caos aún peor.

La crisis económica mundial que vivimos desde el crack de 2008 se ha hecho crónica, el capitalismo está siendo incapaz de lograr una recuperación y un crecimiento sostenido desde entonces, por lo que la guerra ha tenido lugar, como lo explica el marxismo, para continuar la lucha por el control político, económico y de los mercados a un nivel mayor.

El capitalismo se enfrenta a una nueva debacle económica. Aunque algunos intentan justificar la situación por la guerra imperialista en Ucrania, la realidad es que esta únicamente ha agravado los profundos desequilibrios y problemas que ya padecía la economía mundial.

La inflación en México ha llegado a cifras máximas en más de dos décadas, con un 8.7% anual. Si bien ha cedido tres décimas en octubre, en los bolsillos de las familias trabajadoras se está resintiendo con fuerza, especialmente entre los sectores más empobrecidos, con el aumento de precio en productos de la canasta básica como la calabacita o el jitomate que, pese a este descenso global, tienen una inflación del 23% y 18% respectivamente. La electricidad también tuvo un incremento del 17.4% respecto a septiembre. Por lo tanto, estamos lejos de tener una situación positiva en la economía de la clase trabajadora.

El capitalismo se enfrenta a una catástrofe económica. Aunque algunos intentan justificar esta crisis por la guerra imperialista en Ucrania, la realidad es que la guerra únicamente está agravando los profundos desequilibrios y problemas que ya padecía la economía mundial. El caos económico que nos amenaza, y del que cada vez más medios de comunicación alertan, pone en evidencia la incapacidad de los capitalistas y sus Gobiernos para resolver las graves contradicciones que arrastra su sistema.

El mundo vive en estos momentos una de las peores crisis alimentarias de las últimas décadas, millones de personas se enfrentan al hambre y la pobreza debido al aumento de los precios de los alimentos y otros productos básicos como el combustible o el gas.

Según Gro Intelligence[1], en los últimos seis meses las personas al “borde de la hambruna (…) literalmente a punto de morir de inanición” han pasado de 39 a 49 millones. En el mismo periodo la población en situación de pobreza extrema ha aumentado de 780 a 1.100 millones y quienes experimentan “inseguridad alimentaria”, de 1.200 a 1.600 millones. Según los datos de la ONU, en 2021 el 30% de la población mundial —unos 2.300 millones— no tenía acceso a una alimentación adecuada.

La clase obrera empieza a levantarse contra las consecuencias de la crisis capitalista y la guerra imperialista

En las últimas semanas una ola de huelgas ha empezado a recorrer todo el mundo. Desde Reino Unido hasta la India, desde Grecia hasta Túnez, cientos de miles de trabajadoras y trabajadores han ido a la huelga para defender el poder adquisitivo de sus salarios, gravemente dañado por la ola mundial de inflación que se inició a finales del pasado año y que se ha acelerado e intensificado como consecuencia del choque global entre los dos grandes bloques imperialistas.

Tras el colapso económico de 2020, la burguesía y sus Gobiernos anunciaron a bombo y platillo una fulminante recuperación que traería de nuevo paz y prosperidad. Haciendo coro a esta idea, la socialdemocracia y la nueva izquierda reformista se han hartado de bendecir el liderazgo de Biden como un “nuevo paradigma” que alentaría una reanimación económica, social y ecológica justa. ¿Podemos creer que estas afirmaciones tienen una base objetiva o son una nueva vuelta de tuerca en la propaganda capitalista?

Los líderes del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), encabezados por Joe Biden, anunciaban en su última reunión un supuesto acuerdo histórico de cara a gravar los beneficios de las grandes multinacionales capitalistas y “poner en jaque” a los paraísos fiscales.

La crisis sanitaria ha recrudecido la espiral descendente de la economía mexicana, pero también ha sido efecto de esta debacle. El resultado catastrófico que ha tenido con más de 200 mil muertos, más de 3 millones de empleos perdidos, peor acceso al sistema de salud pública para otros padecimientos, enfermedades mentales, etc., sólo puede explicarse a partir de décadas de crisis económica, recortes y desmantelamiento de los servicios públicos. Todo al servicio de los grandes monopolios, los intereses privados y la banca.

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