Continuar la lucha hasta conquistar la República socialista catalana

Catalunya ha vivido hoy un día histórico. Millones de trabajadores, jóvenes y ciudadanos han paralizado las empresas, los transportes, la enseñanza, la administración… y han abarrotado las calles clamando contra la brutal represión policial del 1 de octubre y las amenazas de más violencia contra el pueblo catalán lanzadas por Rajoy y los ministros del PP. La posibilidad de conquistar la república catalana a través de la movilización revolucionaria de las masas está causando pánico entre la clase dominante española.

Saben que esta victoria abriría el camino hacia la lucha por la transformación socialista de la sociedad en Catalunya y en el resto del Estado. La crisis política catalana se ha transformado en una crisis de carácter revolucionario que pone contra las cuerdas al régimen del 78 hasta el punto de llevar a Felipe VI a dirigirse a la “nación” esta misma noche. ¿Denunciará el rey la violencia de la policía y la guardia civil contra decenas de miles de familias, ancianos, gente pacífica que sólo quería votar? ¿Mostrará su apoyo a los cerca de mil heridos por esta intervención represiva propia del franquismo? ¿Condenará a los dirigentes del PP y Ciudadanos que han calificado esta huelga y las manifestaciones del 3 de octubre de “nazi” y “xenófoba”, utilizando un lenguaje guerra civilista? ¿Se opondrá rotundamente a suspender la autonomía catalana y que no se aplique el artículo 155? Podemos adelantar que no hará nada de eso. Respaldará la política represiva del gobierno justificándola como “defensa del Estado de derecho”.

La opresión del gobierno del PP y del aparato del Estado sobre el pueblo de Catalunya muestra su auténtico ADN y la herencia del franquismo que pervive en ellos. Y después del 1 de octubre, lejos de retroceder, la reacción ha intensificado su propaganda nacional-españolista, presentando la movilización de 16.000 efectivos de la policía y la guardia civil, y las futuras medidas represivas, como decisiones legítimas para defender el “Estado de derecho”.

Pero ¿qué Estado y qué derecho? ¿El de un gobierno lleno de corruptos y ladrones, que han saqueado los recursos públicos para enriquecer a una minoría? ¿El de los banqueros que han robado a manos llenas miles de millones de euros? ¿El “Estado de derecho” que nos ahoga en el paro masivo, en la precariedad, los bajos salarios y la pobreza y la miseria? Ese “Estado de derecho” nacido del pacto del 78, cuando la burguesía española y las direcciones de las organizaciones de la izquierda (PCE y PSOE) pactaron reformar el edificio de la dictadura para abortar una situación revolucionaria, garantizó a la burguesía el control de la situación a través de un régimen monárquico y parlamentario que acusaba enormes taras autoritarias.

La Constitución de 1978 sancionó muchas cosas: un rey impuesto por Franco, una ley de punto y final que garantizó la impunidad de los crímenes de la dictadura y que jamás se depurara el aparato del Estado, la judicatura, las fuerzas policiales y militares —que siguieron en manos de los reaccionarios de siempre—. Por supuesto, se asumió la economía de “libre mercado” y el poder incuestionable de los capitalistas, y se negó el derecho de autodeterminación de Catalunya, Euskal Herria y Galiza, inscribiendo en la Constitución la máxima de la dictadura: España, una, grande y libre.

El actual movimiento de masas desatado en Catalunya a favor de los derechos democrático-nacionales, ha situado el debate en un punto esencial: la negación de que Catalunya es una nación —tantas veces reiterada por la burguesía centralista y la derecha mediante la represión o la simple conquista militar— se ha combinado con una frustración generalizada por las consecuencias sangrantes de la crisis capitalista, del desempleo de masas, de los desahucios, de la precariedad y los bajos salarios, de la falta de futuro para la juventud. La lucha contra la opresión nacional y la opresión de clase se han entrelazado, como en otras épocas (1909, 1931, 1934, 1936, 1977…), generando un potencial revolucionario que ha desafiado las formas de dominación política del régimen capitalista español.

La clase obrera y la juventud de todo el Estado debemos entender que la causa del pueblo de Catalunya es también la nuestra. “Un pueblo que oprime a otro jamás puede ser libre”, decía Carlos Marx. Por eso el movimiento obrero a través de su historia siempre inscribió en su bandera la lucha por la liberación nacional, por la autodeterminación de las naciones oprimidas, como parte del combate por la transformación socialista de la sociedad.

La burguesía española y su Estado preparan nuevos golpes contra el pueblo de Catalunya

El 1 de octubre se produjo un punto de inflexión en la lucha de clases no sólo de Catalunya, sino de todo el Estado español. El gobierno del PP ha demostrado con su actuación represiva, su extrema debilidad y su absoluta falta de legitimidad. Los intentos de movilizar a su base social en los días previos al referéndum, quedaron reducidos a manifestaciones muy minoritarias y dominadas por elementos fascistas que cantaban el “cara al sol” y levantaban el brazo. Absolutamente patético.

También es necesario señalar la complicidad de los actuales dirigentes del PSOE con el PP para amordazar al pueblo de Catalunya e impedir que votara el 1 de octubre. La intervención de Pedro Sánchez el mismo día que decenas de miles de personas eran sometidas a una violencia desmedida, llorando lágrimas de cocodrilo por las “cargas policiales” sin atreverse siquiera a llamar a las cosas por su nombre, y a renglón seguido reafirmar su respaldo inquebrantable al “Estado de derecho, a las instituciones, la Constitución y la integridad territorial”, esto es, al gobierno del PP y a la España una, grande y libre, subrayan su completa bancarrota política.

Como en todos los grandes acontecimientos de la historia, ha sido la acción directa de las masas, su intervención revolucionaria, la que ha cambiado todo el escenario. La crisis del régimen político español ha entrado en una fase explosiva. El desafío es de tal envergadura que desde el gobierno del PP y desde los medios de comunicación de la reacción se habla directamente de dar un golpe de Estado contra las instituciones catalanas, disolver el Govern y acabar con la autonomía. Tanto el PP como Ciudadanos están dispuestos a jugar a fondo la baza del nacionalismo españolista y alentar una dinámica de polarización en líneas nacionales, utilizando a raudales la demagogia reaccionaria contra Catalunya y los catalanes. Albert Rivera considera esta coyuntura una oportunidad de oro para arrancar una porción importante de su base social al PP, y por eso clama por la aplicación del artículo 155, cerrar la puerta a ninguna negociación con la Generalitat y aumentar la represión. Una estrategia que presiona mucho al PP, que no puede renunciar a mantener agrupada a su base más reaccionaria y de extrema derecha.

Hay que responder con la movilización masiva. Por la república socialista catalana

La huelga general del 3 de octubre ha demostrado la enorme fuerza del movimiento. Sí, somos tan fuertes que hemos hecho posible lo que parecía imposible hace semanas: derrotar la represión del PP y suscitar la solidaridad activa de los sectores más avanzados de la clase obrera y a juventud del Estado español y de todo el mundo. Pero ahora hay que llevar a cabo una estrategia que permita conseguir la victoria. Para eso hace falta organización y un programa revolucionario.

Desde Izquierda Revolucionaria llamamos a la dirección de la CUP, Podem y Catalunya en Comú, ERC… a que establezcan un Frente de Izquierdas claro y nítido, que se base en los Comités de Defensa del Referéndum (CDR) y en todos los organismos que han ido surgiendo en estas semanas en Catalunya, que organice comités por la república en todos los centros de trabajo, y coordinarlos defendiendo una alternativa de clase, internacionalista y revolucionaria que impulse el movimiento de masas con acciones cada vez más audaces y masivas. Y decimos claramente que ese Frente de Izquierdas debe mantener una política de independencia de clase, debe romper cualquier subordinación a la burguesía nacionalista, al PDeCAT o a Puigdemont. No podemos olvidar que aunque ahora sufran la embestida reaccionaria del PP, estos políticos han aplicado recortes sociales salvajes que han causado un sufrimiento inmenso, defienden sus propios privilegios y unos intereses de clase muy concretos: los de la élite económica. Tampoco podemos descartar que estos dirigentes burgueses, como han hecho en el pasado tantas veces, traicionen de nuevo las aspiraciones del pueblo e intenten pactar una salida beneficiosa para ellos con el Estado y el gobierno del PP.

La izquierda que lucha, el movimiento obrero y sus sindicatos de clase en Catalunya, debemos levantar este Frente Único y ofrecer una solución a favor de los oprimidos en esta crisis revolucionaria, y eso pasa por profundizar y extender la lucha, preparando una huelga general indefinida en los centros de trabajo para resistir cualquier acción violenta del Estado, para que se vayan las fuerzas represivas de ocupación, y para conquistar la república catalana con un gobierno de izquierdas al frente.

Ese gobierno de izquierda debería llevar a cabo de manera urgente un programa para resolver los graves problemas de la población, acabando inmediatamente con los recortes, garantizando una educación y una sanidad públicas de calidad; creando millones de puestos de trabajo con salarios dignos y derechos, y poniendo fin a los desahucios con un plan de viviendas públicas y alquileres sociales. Este gobierno debería enfrentarse a la dictadura de los grandes poderes económicos nacionalizando la banca y las grandes empresas, para colocar la riqueza al servicio de las necesidades de la mayoría de la sociedad.

Una república catalana ganada mediante la acción revolucionaria de las masas, implicaría necesariamente la lucha contra el PdECAT y Puigdemont, contra toda esta oligarquía política y económica que ha gobernado Catalunya aplicando las mismas recetas neoliberales que el PP, y abriría la puerta a la lucha por la república socialista en Catalunya y a una república socialista federal basada en la unión libre y voluntaria de los pueblos y naciones que componen actualmente el Estado español, conquistando la solidaridad activa de las masas oprimidas de Europa y de todo el mundo.

Somos muchos más que ellos, tenemos la fuerza y ahora es el momento.

¡Visca Catalunya lliure, republicana i socialista!

¡Fuera las fuerzas represivas de ocupación!

¡Únete a Izquierda Revolucionaria!


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