¡Ahora impulsar la movilización, en las calles y en las urnas, contra su agenda neoliberal!

Emmanuel Macron ha sido el ganador de las elecciones presidenciales francesas con un 66% de los votos frente al 33,9 de Marine Le Pen. La victoria de Macron, el candidato del capital financiero, ha sido recibida con alivio por la burguesía europea y los medios de comunicación, que no han ahorrado epítetos a la hora de calificar al próximo Presidente de Francia como el “salvador” de Europa. Lo que no ha trascendido tanto, pero tiene una enorme relevancia política, es que la abstención en esta segunda vuelta haya sido de un 26%, la más elevada desde 1969. Es muy significativo que el 12% de los votantes, 4,2 millones, hayan votado en blanco o nulo, mostrando así su rechazo y hostilidad a los dos candidatos de la derecha y la extrema derecha, y al conjunto del establishment capitalista.

Si sumamos la abstención, que alcanza un 34% entre los jóvenes de 18-24 años, un 32% entre los de 25-34 años, un 35% entre los desempleados y el 32% entre los obreros manuales, y el voto nulo o en blanco, se supera lo conseguido por el Frente Nacional en estas últimas elecciones, algo que seguro no ha pasado desapercibido para la clase dominante. El posicionamiento de Mélenchon y Francia Insumisa —cuyos seguidores optaron mayoritariamente por la abstención y el voto en blanco como rechazo a tener que elegir entre la muerte por peste o por cólera— ha tenido un respaldo tremendo.

La realidad es que tanto Le Pen como Macron pasaron a la segunda vuelta con escasa ventaja sobre Melénchon, y ambos son tremendamente impopulares. Por eso mismo, aunque los burgueses franceses y europeos respiren de momento aliviados parece que volverán a cometer el mismo error que con Hollande. El anterior líder de la socialdemocracia francesa, que cosechó un apoyo mucho más abultado que el que ha obtenido Macron, ha concluido su Presidencia con un Partido Socialista en ruinas y un ridículo 2% de popularidad. Podemos augurar que la agenda neoliberal y los recortes anunciados por Macron, incluida una nueva reforma laboral, sólo estimularán la lucha de clases, agudizarán la polarización política y darán enormes oportunidades para que Francia Insumisa se convierta en un referente de masas para la izquierda que lucha. Este contexto crea las mejores condiciones para el avance de nuestros compañeros y compañeras de Gauche Révolutionnaire (Izquierda Revolucionaria).

Ofensiva de Macron contra la clase obrera

Existía la duda sobre qué haría Macron hasta las elecciones legislativas del 11 y 18 de junio, si iba a mantener un perfil bajo para conseguir un buen resultado electoral o si comenzaría inmediatamente a poner en práctica su programa económico ultraliberal.

En su discurso de la noche electoral ya dejó claras las líneas generales de su política. En primer lugar recurrió a un tono militarista para referirse a la defensa de la UE o a la “guerra contra el terrorismo”, y declaró su compromiso en el mantenimiento del “estado de emergencia” y de todas las leyes represivas aprobadas bajo la presidencia de Hollande que suspenden los derechos democráticos más básicos. No dudó en hacer un llamamiento a la colaboración del FN y sus votantes en nombre de la “unidad nacional”. Pocas horas después anunció el endurecimiento de la actual reforma laboral, conocida como Ley Khomri, que provocó en la primavera de 2016 las mayores movilizaciones obreras desde 1995. La negociación colectiva es otro de sus objetivos: pretende que cada empresa pueda pactar con sus trabajadores las condiciones laborales, salariales e incluso la jornada laboral, anulando el papel de los convenios. En el terreno económico bajará los impuestos a los ricos, reducirá el gasto público —a través del despido de 120.000 empleados estatales— y continuará la política de desregulación económica que ya aplicó cuando estaba al frente del Ministerio de Economía en 2014, favoreciendo un paquete de privatizaciones masivas.

Macron basó parte del éxito de su campaña en venderse como el defensor de la “nueva política” frente a las formaciones tradicionales —gaullistas y socialistas— que se han alternado en el gobierno del país. Pero si existía alguna duda sobre el carácter derechista y continuista de su política ésta se despejó cuando se supo que Manuel Valls, el ex primer ministro socialista, sería candidato de su partido en las legislativas, ahora rebautizado como ¡La República en Marcha! El hecho de que los portavoces de Macron hayan declarado que Valls tendrá que pasar por una comisión del partido para sancionar la decisión, no oculta los mimbres que va a utilizar para levantar su nueva formación.

El colmo del cinismo y la hipocresía fue escuchar a Valls decir cosas como que “los viejos partidos están muriendo o están muertos” o que “el Partido Socialista está muerto”. ¡Lo dice quien, junto a Hollande, ha hundido al PSF por llevar a cabo una política salvaje de austeridad y recortes durante estos últimos cinco años! No sólo Valls, muchos dirigentes del PS están huyendo como ratas de un barco que se hunde y están afiliándose rápidamente al nuevo partido de Macron para no quedar fuera de las listas, y de esta manera seguir con su estatus y privilegios después de las próximas elecciones.

Las elecciones no resuelven nada para la burguesía

A pesar de los titulares y portadas optimistas sobre Macron, su triunfo no resuelve nada para la burguesía francesa; todo lo contrario, ha creado las condiciones para una profundización de la crisis política que vive el país y prepara el terreno para un estallido de la lucha de clases que hará temblar los cimientos de la V República.

Durante los días previos a la segunda vuelta electoral miles de jóvenes se manifestaron en ciudades de todo el país con la consigna: “¡Ni patrie ni patrón! ¡Ni Le Pen ni Macron!” (¡Ni patria ni patrón! ¡Ni Le Pen ni Macron!). Una imagen repetida el 8 de mayo con miles de personas en París que querían dejar claro a Macron que no se quedarán de brazos cruzados ante sus ataques.

El problema para la burguesía y su agente en la Presidencia francesa, además de la furia que desatará entre la mayoría de la clase obrera y la juventud con sus medidas, es que los 20,7 millones de votos recibidos no conforman un bloque homogéneo de apoyo a su política. Según las encuestas el 59% de los que le votaron lo hicieron para frenar a Le Pen no porque estuvieran de acuerdo con su política, y tan sólo el 21% creía que defendía sus intereses.

La Francia Insumisa

El único partido que no apoyó el voto a Macron como mal menor fue Francia Insumisa, la formación liderada por Jean-Luc Mélenchon. La campaña contra el posicionamiento de Mélenchon ha sido tremenda y activa, no sólo desde las filas de la derecha, también han participado figuras destacadas de la izquierda como Yanis Varoufakis —con el ridículo argumento de que “Macron apoyó a Grecia durante su crisis, la izquierda francesa debe apoyarle ahora”—, y en el caso del Estado español los dirigentes del PSOE, desde la derechista Susana Díaz hasta Pedro Sánchez, no se han cortado a la hora de descalificar a Mélenchon y compararle a Le Pen. También hay que lamentar que dirigentes de Podemos, como Pablo Iglesias o Monedero, plantearan su apoyo público a Macron como mal menor. En realidad, millones de trabajadores y de jóvenes franceses que luchan en las calles, en los centros de trabajo y de estudio, entendieron muy bien que se trataba de una trampa. Mélenchon dejó la decisión sobre la segunda vuelta en manos de los más de 500.000 personas que se han adherido a Francia Insumisa, y más del 65% se negaron a defender el voto a Macron.

El objetivo ahora son las elecciones legislativas y para eso es necesario continuar con la campaña iniciada en las presidenciales —en oposición al capitalismo y por la defensa de los derechos y condiciones de vida de los trabajadores— pero dando un paso al frente y levantando una genuina alternativa revolucionaria y socialista. Las condiciones nunca han sido mejores, igual que las posibilidades de conseguir que los candidatos de Francia Insumisa pasen a la segunda vuelta en numerosas circunscripciones. De hecho, el voto útil de la izquierda puede concentrarse en Francia Insumisa asestando un duro golpe a los candidatos de Macron. Mélenchon está defendiendo la necesidad de una victoria rotunda de la izquierda en las legislativas, una idea sin duda correcta pero que debe ir acompañada con la movilización masiva, sostenida y contundente.

Es pronto para hacer un pronóstico de lo que sucederá en las próximas elecciones legislativas. Como se demostró en las presidenciales es tal la inestabilidad política y social que en cuestión de días puede cambiar todo. Lo que sí podemos asegurar es que todo el orden establecido después de los acontecimientos revolucionarios de 1968 se ha derrumbado y que el capitalismo francés se dirige sin frenos hacia un choque frontal con la clase obrera.


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