A pesar de los aparentes buenos datos macroeconómicos y de una situación prácticamente de pleno empleo —la tasa de desempleo en 2018 es del 3,9%, frente al 10% registrado en 2009, en el pico de la crisis—, asistimos a un proceso de profunda polarización política y social en los EEUU, que refleja el recrudecimiento de la lucha de clases en la primera potencia mundial. Esta situación se ha expresado por la derecha con la victoria de Trump y las políticas profundamente reaccionarias de su Gobierno, y por la izquierda con el surgimiento de un poderoso movimiento social en torno al senador demócrata Bernie Sanders, Our Revolution, por el que se presentarán numerosas candidaturas en las elecciones de mitad de mandato1 de noviembre.


La pobreza y la desigualdad alimentan la polarización


La realidad de millones de estadounidenses es que pobreza y desigualdad no paran de aumentar, especialmente tras el estallido de la crisis económica de 2008, convirtiendo de golpe y porrazo el “sueño americano” en una auténtica pesadilla. Según el Pew Research Center, los adultos que viven en hogares considerados de clase media han pasado del 61% en 1971 al 52% en la actualidad, incrementándose los hogares de bajos ingresos, que rozan la pobreza, del 25% al 29% en ese mismo periodo. Estos sectores no se han beneficiado de la tan cacareada recuperación económica, teniendo hoy de media ingresos un 5% inferiores a los que tenían en el año 2000.


Al mismo tiempo, los más ricos entre los ricos continúan amasando fortunas y Wall Street consigue beneficios récord, sirviéndoles Trump fielmente, tal y como se ha visto con la reciente reforma fiscal que ha supuesto un masivo recorte de impuestos a los grandes bancos y multinacionales. Mientras los salarios actuales, sin contar la inflación, están al nivel de 1974, el 1% más rico gana de media 26,3 veces más que el restante 99%. Si en 1965 los altos ejecutivos de compañías y bancos ganaban 20 veces más que un trabajador medio, hoy ganan 271 veces más.


El nuevo trabajador pobre estadounidense


Pero probablemente el fenómeno más sangrante es el del nuevo trabajador pobre: precario, con varios empleos, y que requiere de subsidios y ayudas de cara a llegar a fin de mes. Actualmente 39,7 millones de estadounidenses viven en la pobreza, pero aparte hay otros 27 millones que dependen de los programas de ayudas del Gobierno —como el SNAP2, que proporciona vales de comida— y que caerían en la pobreza si éstas se cortaran.


Un buen ejemplo de ellos son los trabajadores del sector de la comida rápida, que emplea en EEUU a más de 17 millones de personas, dependiendo un 52% de los mismos de dichos programas federales de subsidios. Otro ejemplo es el de los profesores de colegios e institutos públicos, muy mal pagados, y que en muchas ocasiones tienen que compatibilizar varios trabajos. Es el caso de Hope Brown, que trabaja desde hace décadas de 5 de la mañana a 4 de la tarde en un instituto de Kentucky, y que cuando acaba su jornada continua como vigilante de seguridad privada en el Rupp Arena de Lexington.


Esto explica la oleada de huelgas radicalizadas del profesorado vividas desde hace ya un año en numerosos Estados sureños, caladero de votos de Trump, como Virginia Occidental, Oklahoma, Kentucky o Arizona, y que han finalizado con aumentos salariales de entre el 5 y el 20%, y compromisos de cara a incrementar la financiación de la educación pública.


Tal y como indican numerosas organizaciones caritativas, su labor asistencial se mantiene en los mismos niveles que durante la crisis. En la archidiócesis de Denver, con un desempleo menor del 3%, “el número de personas que carece de vivienda en el área de Denver sigue creciendo” no porque carezcan de trabajo sino simplemente porque no pueden pagar el incremento de los alquileres. Así ocurre en muchas otras ciudades, como Seattle, donde los alquileres se han vuelto prohibitivos fruto de la especulación.


Candidaturas de izquierda socialistas


En Seattle, un movimiento de lucha en defensa de viviendas públicas para todos, encabezado por la concejala marxista Kshama Sawant3, combate para que se apruebe un impuesto sobre Amazon de cara a construir viviendas públicas que permitan resolver este grave problema. Otro ejemplo es la iniciativa legislativa impulsada por Bernie Sanders y el congresista Ro Khanna para establecer un impuesto a las grandes multinacionales, como McDonald’s, Amazon o Walmart, y que paguen el equivalente de lo que gasta el Gobierno Federal en subsidios a los empleados de dichas multinacionales. Una cantidad que ronda los 152.800 millones de dólares. 


Fruto de esta situación en diferentes elecciones primarias dentro del Partido Demócrata, tanto a la Cámara de Representantes como al Senado y de cara a las elecciones a Gobernador, han vencido, contra todo pronóstico, candidaturas de izquierdas. Entre ellas están las de Alexandria Ocasio-Cortez y Julia Salazar en Nueva York, ambas del partido Socialistas Democráticos de América (DSA). De hecho, uno de los principales ataques de Trump a los demócratas y a Bernie Sanders en esta campaña electoral se está centrando en agitar el fantasma del “socialismo”, fruto entre otras cosas de que ya hay 42 candidatos a cargos públicos que se declaran abiertamente socialistas. Una encuesta de YouGov en 2017 señalaba que el 44% de los millennials prefería una sociedad socialista frente a un 42% que optaba por una capitalista.


Candidatas como Ocasio-Cortez o Salazar han vencido en las primarias al presentarse con una plataforma claramente de izquierdas que conecta con las aspiraciones de millones de jóvenes y trabajadores, exigiendo sanidad pública gratuita para todos, la abolición de la inmensa deuda universitaria que soportan millones de familias y poder así garantizar una educación universitaria gratuita, la abolición del ICE4, o sacar de la política a las grandes corporaciones empresariales. Todas estas candidaturas supondrán un antes y un después en la política estadounidense, reflejando la voz de la calle. Pero lo fundamental, de cara a poder cambiar las cosas efectivamente, es continuar la lucha en las calles. Organizar un movimiento masivo que imponga todas estas reivindicaciones siguiendo el ejemplo del profesorado, del movimiento Black Lives Matter, de la lucha de Seattle por viviendas dignas y asequibles, o de las mujeres que salieron por millones contra el machista Trump. Sólo así se podrá conquistar el futuro y acabar con su reaccionario Gobierno.


1Proceso electoral mediante el que se renueva la Cámara de Representantes y un tercio del Senado estadounidense, y que coincide con las elecciones a gobernador en 34 de los 50 estados.

2Supplemental Nutrition Assistance Program (Programa Asistencial de Nutrición Suplementaria): programa federal que provee comida, mediante los Food Stamps, a personas y familias de bajos ingresos o sin ningún ingreso. En 2016 casi 45 millones (un 14% de la población) se acogieron a él. En Washington DC y Misisipi más de una quinta parte de los residentes reciben cupones de alimentos.

3Miembro de Socialist Alternative, organización hermana de Izquierda Revolucionaria (ambas forman parte del CIT/CWI).

4Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos. Cuerpo policial dedicado a la detención y deportación de los inmigrantes ilegales.


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