La victoria el pasado Julio de Alejandra Ocasio-Cortez en las primarias Demócratas al Congreso de los EEUU, ha situado la atención política en las nuevas candidaturas independientes de izquierdas, muchas surgidas desde dentro del Partido Demócrata. Se trata, en su mayoría, de candidatos y candidatas que pertenecen a la corriente Socialistas Democráticos de América (DSA), y que están obteniendo importantes victorias compitiendo con las candidaturas oficiales del Partido.


La victoria de Ocasio-Cortez sienta un precedente inspirando nuevas candidaturas


Ocasio-Cortez, miembro del DSA, venció a Joe Crowley, uno de los principales líderes del establishment Demócrata, con el 57.5% de los votos. La popularidad de Ocasio-Cortez, y su afiliación al DSA, ha despertado el interés por este “socialismo democrático” en los EEUU. Ocasio-Cortez desarrolló su campaña en las primarias orientándose a las familias trabajadoras, a la gente normal y a los oprimidos, tanto en la ciudad de Nueva York como a lo largo y ancho del país. Ha llevado adelante una campaña con reivindicaciones claras, similares a las defendidas por Bernie Sanders en 2.016, como sanidad y educación pública y gratuita o el derecho a una vivienda digna asequible. Conseguir estas reivindicaciones sería un gran paso adelante para la clase trabajadora norteamericana, pero sólo podrán impulsar por aquellos y aquellas candidatas que realmente se apoyen e impulsen el movimiento en las calles, convirtiéndose en su voz, y que luchen contra los intereses empresariales, comenzando por rechazar la financiación para sus campañas electorales por parte de empresas privadas y multinacionales.
Uno de los primeros avances que se produjo en este giro a la izquierda, se dió en la ciudad de Seattle, donde Kshama Sawant, miembro de Socialist Alternative, fue elegida concejala del Ayuntamiento, asfaltando el camino para la victoria de la campaña por el salario mínimo de 15 dólares la hora. Seattle fue la primera ciudad del país en conseguir este triunfo, que luego se extendió, y aún continúa haciéndolo, a otras ciudades de los EE.UU.


La victoria de Ocasio-Cortez, y el crecimiento del ambiente social de protesta, muestran el gran potencial que existe para el desarrollo de un gran movimiento de masas en los EEUU. De acuerdo a un sondeo del Washington Post, uno de cada cinco americanos ha asistido a protestas o marchas políticas desde 2016.

Millones han inundado las calles en las Marchas de las Mujeres, en las recientes manifestaciones contra las políticas anti-inmigración de Trump, con el movimiento juvenil contra la violencia y asesinatos por armas de fuego o en apoyo a las huelgas de profesores en diferentes Estados desde comienzos de año.


Acerca del “socialismo democrático”


Ocasio-Cortez ha señalado correctamente que con increíble riqueza que los y las trabajadoras somos capaces de producir, sería posible cubrir las necesidades básicas de todos, incluyendo sanidad, comida y vivienda. Una sociedad realmente democrática, en la que la riqueza que generamos la mayoría sea utilizada en beneficio de las necesidades de la mayoría, proporcionaría educación gratuita, sanidad universal, viviendas económicas, etc. Pero una sociedad socialista debería ir más allá y tomar medidas decisivas para eliminar la pobreza, la guerra, la segregación racial y la violencia machista estructural, así como reconvertir todo el sector energético de cara a utilizar energías renovables y respetuosas con el medio ambiente.


Para conseguir todo esto es imprescindible que seamos los y las trabajadoras, que generamos toda la riqueza de la sociedad, quienes tengamos el control de la misma, empezando por los sectores estratégicos de la economía. Sólo así podemos construir una sociedad distinta, democrática y socialista de verdad, mejor para el 99% de la población y no solo para el 1% como en la actualidad. Necesitamos que los bancos y las grandes empresas sean nuestros, públicos, y controlarlos y gestionarlos nosotros, y no el gran capital, que es quien ahora gobierna nuestras vidas al poseer y controlar toda la economía y la política a través de sus representantes en las instituciones.


En muchas entrevistas, Ocasio-Cortez ha señalado como modelo a seguir países con una larga tradición socialdemócrata como Noruega o Suecia. Es algo que no compartimos, pues muchas de las reformas sociales ganadas por la clase obrera de esos países, como la sanidad pública universal, han sido continuamente atacadas, siendo esas políticas socialdemócratas de recortes y ataques hoy en día, y la decepción que han causado, la causa principal del avance de fuerzas populistas de extrema derecha. A nivel internacional, ya sea en EEUU, Noruega o Suecia, las empresas privadas buscan y encuentran sus beneficios en la privatización de los servicios públicos, como la sanidad. Incluso en estas sociedades del norte de Europa, con un estado del Bienestar más fuerte, el capitalismo funciona de la misma forma. Las condiciones de vida de las familias trabajadoras están siendo golpeadas en beneficio de empresas y grandes multinacionales, prestando la socialdemocracia gustosamente a llevar adelante duros planes de austeridad, facilitando así el avance de discursos xenófobos y de extrema derecha.


¿Cómo podemos vencer? ¿Qué necesitamos?


Si queremos reunir la fuerza necesaria de cara a hacer temblar los cimientos de este sistema podrido, necesitamos construir una fuerza política que represente los intereses de la clase trabajadora de forma independiente, al margen de los intereses de las grandes empresas y bancos, y que organice y de continuidad al movimiento de masas en las calles, organizándonos en los centros de trabajo, los campus, o en nuestros barrios. En los años 60 y 70 vimos como numerosos movimientos sociales explosivos consiguieron grandes victorias incluso bajo el régimen reaccionario de Nixon, incluido el derecho al aborto, la protección de los derechos civiles, o el fin de la guerra de Vietnam.


Desde entonces, muchas de esas victorias, incluido el derecho al aborto, han sido constantemente atacadas. Hoy día asistimos a un completo contraataque contra todos estos derechos que se conquistaron en las calles, pero también vemos que existe un enorme potencial para que nuestras luchas se unan y se canalicen formando nuevas organizaciones de izquierdas de masas. Victorias como la de Ocasio-Cortez han creado ilusiones respecto al Partido Demócrata, en que pueda ser una herramienta viable de cara a luchar por una transformación socialista de la sociedad. Pero la realidad es que cuanto más se desarrollan este tipo de candidaturas, el control por parte del establishment demócrata, en manos de las grandes empresas, se recrudece.


Debemos confiar sólo en nuestras propias fuerzas. El aspecto clave en este momento es movilizarnos por las reivindicaciones que Ocasio-Cortez ha incluido en su programa, pero sabemos que la ofensiva de la dirección del partido Demócrata se intensificará cuando ella y otros autodenominados socialistas democráticos asuman sus cargos este otoño. El poder para lograr un mundo mejor para todos descansa en las manos de millones de personas de clase trabajadora y de jóvenes que hemos comenzado a movernos y a luchar, pasando a la acción, y que tenemos la fuerza y el potencial para poner fin a este sistema opresor y explotador de una vez por todas.


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