La inflación y especulación están desangrando al pueblo revolucionario. La burguesía pretende generar un enfrentamiento contra el proceso bolivariano y profundizar la descomposición social. Es muy espeluznante la escalada de aumentos de precios: lo podemos evaluar desde 2015 a pesar de que ya tenemos muchos años en esta situación, como por ejemplo la carne en el mes de enero costaba 400Bs el kilo, actualmente está en 1200Bs el kilo obteniendo un aumento del 300%, lo mismo sucede con el pollo y el pescado, con relación a las legumbres y hortalizas los costos de algunos productos subieron de 60Bs a 700 y 800Bs el kilo, sobre otros víveres (Harina pan, arroz, espaguetis) es una odisea encontrarlos la escasez sigue creciendo y los llamados “bachaqueros” en diciembre llegaron a vender un kilo de harina de maíz en 450Bs, el azúcar en 300Bs o un kilo de café en 1250.

El trabajador y su familia ven cómo se deteriora su calidad de vida. Las medidas tomadas por el gobierno, como ejemplo en diciembre del 2013 con los electrodomésticos, no fueron continuadas ni sirvieron para combatir la especulación. Desde entonces ésta se ha agravado enormemente, demostrando la brutal especulación que llevan a cabo los capitalistas. En casos como el de una nevera (entre otros artefactos) que costaba 500mil bolívares un año después prácticamente se venden de manera legal en los anaqueles de comercios nuevos (IVO Lecheria) a precios de 800mil bolívares. Fueron muchos los padres de familia que este fin de año lloraron al ver que no podían comprarle a sus hijos, el tradicional estreno (camisa 4000Bs, zapato 20mil Bs, pantalones 12Mil Bs) para el 24 y 31 (imaginemos tener dos a cinco hijos), o los juguetes para el niño Jesús. Esta es la situación que realmente vive el trabajador venezolano, que recibió un aumento del salario el 1 de noviembre 2015 que sumado al cesta ticket, a duras penas llego a 16.399Bs, unas utilidades que estuvieron entre 20 y 90Mil Bs.

Los capitalistas se aprovechan de que la revolución no ha acabado con la propiedad privada de los medios de producción (bancos, tierras e industria) y de la complicidad de una quinta columna burocrática para hacer negocios con el manejo de las divisas. Un ejemplo es Alimentos Polar, que sigue recibiendo divisas sin problemas e incluso subsidios. Mientras tanto los gerentes de este gran monopolio desarrollaban y fortalecían en “bachaquerismo”, primero con los dólares de la nación junto a altos funcionarios del estado, después con sectores de los organismos de seguridad en las fronteras y por último, aprovechándose del deterioro de los niveles de vida, para impulsar el “bachaquerismo”. Esto mismo se repite con las trasnacionales automotrices. Al faltar una política revolucionaria y extenderse la lucha por la supervivencia la corrupción se extiende por todos los poros del estado y de la sociedad, desmoralizando a sectores crecientes del propio pueblo trabajador.

La única alternativa frente al problema de la especulación capitalista es un monopolio estatal del comercio exterior unido a la expropiación de las grandes industrias, las tierras y la banca.

El monopolio estatal del comercio exterior, al no dar más divisas (que salen la riqueza que producimos los trabajadores) a los parásitos de los empresarios, permitiría -junto a las grandes cantidades de riqueza acumulada que existen en los bancos y las fabricas (que han salido también de la explotación del trabajo asalariado) industrializar el país, desarrollando nuevos sectores y empresas a través del estado (incluida una verdadera revolución agraria que permita incrementar la producción de alimentos) y crear decenas de miles de puestos de trabajo. Mientras, todos los productos que sea necesario importar los compraría directamente el estado (pero un estado dirigido por los trabajadores, no por la burocracia) en el mercado mundial para garantizar que llegan realmente a los anaqueles y a un precio asequible para los trabajadores.

Para que todo esto sea posible tanto el conjunto de la economía como el estado no pueden seguir dirigidos ni por los capitalistas ni por burócratas sino estar bajo la administración de los trabajadores con dirigentes elegibles y revocables de manera inmediata por la asamblea general de trabajadores, sometido a rendir cuenta cada seis meses en asambleas del poder obrero y comunal y unificando todos esos consejos de trabajadores y populares en una Asamblea Nacional revolucionaria de delegados de los trabajadores, campesinos y el pueblo para elaborar democráticamente un plan de los trabajadores y el pueblo para hacer frente a la crisis económica y resolver las necesidades sociales. Estos dirigentes tendrán un salario igual al de un trabajador calificado, y no gozara de privilegios por encimas de los trabajadores, estando disponible a ser rotado en el momento que se le exija.


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