Muchas de nosotras, como mujeres trabajadoras, expresamos diariamente por diferentes canales (en pláticas laborales, personales, marchas, participación en organizaciones, etc.) nuestra preocupación por los problemas a los que nos enfrentamos. La evidente desigualdad salarial, el trabajo en casa, acoso sexual en sus distintas formas, violencia contra nosotras expresada en el hogar y a nivel macro con los feminicidios, así como cuestiones relacionadas con la maternidad, el embarazo, el cuidado de nuestros hijos y una larga lista que se acrecienta al sumar a la condición de mujer, la juventud o senectud, el ser indígena, negra, etc. Es una realidad que buscamos luchar contra estos problemas, sin embargo debemos tener claridad de lo que implica, y que difiere abismalmente de las tendencias burguesas y pequeño burguesas que intentan explotar los problemas de nosotras como mujeres para librar una guerra entre los géneros.
Algunas veces, trabajadoras y jóvenes honestas llegamos a calificarnos de feministas, sin comprender claramente lo que significa ésto. Si revisamos las definiciones de la Real Academia de la Lengua Española o de Wikipedia encontramos definiciones generales que se leen como un ideal a alcanzar, sin embargo, la realidad nos muestra que dentro de este sistema es imposible hacerlo. Nuestra necesidad de impulsar una lucha por la emancipación se vuelve una tarea apremiante, pero tenemos que dejar muy claro que esto jamás se podrá lograr si lo hacemos solas o desde una perspectiva sólo de género, como se expresa en tendencias como el llamado “feminismo radical” que plantea que el hombre es un ser despreciable e inferior y que se refleja en medidas como prohibir que participen hombres en las manifestaciones del 8 de marzo. Estas medidas en última instancia generan divisiones artificiales que sólo favorecen la lógica capitalista.
Por otro lado tenemos el feminismo burgués y pequeño burgués que trata la cuestión de la mujer de una forma aislada y busca la solución dentro de los confines de este sistema, plantea medidas como el separar vagones, cuota de mujeres en las instancias gubernamentales, etc., es decir, medidas de empoderamiento de la mujer en lo individual que las más de las veces es para mujeres privilegiadas, excluyendo a la mayoría que no contamos con condiciones materiales para acceder a esos espacios que se "abren para las mujeres" pero mujeres pertenecientes a la casta política que vive en la opulencia.
Cualquier tendencia que se califique de feminista que intente enfrentarnos como sector contra el hombre en abstracto, que divida o segregue a las mujeres del resto del movimiento obrero en nombre de “la liberación de la mujer”, u otra cosa por el estilo, es reaccionaria y debemos combatirla enérgicamente.
Debemos luchar por la eliminación de toda legislación discriminatoria, por la completa igualdad salarial de la mujer y el hombre; por el pleno derecho al aborto y divorcio; por el libre acceso a los anticonceptivos y a la sanidad; por guarderías universales, gratuitas y de calidad para todos los niños. Pero no se termina ahí, debemos concientizar a todas nuestras compañeras de que la situación que padecemos parte de nuestra situación como miembros de una clase explotada, por lo que necesitamos un tipo diferente de sociedad en la que se garanticen nuestros derechos y los de nuestros compañeros de clase como seres humanos.
Para nosotras, como feministas, anticapitalistas y revolucionarias, la lucha por los derechos de la mujer trabajadora no es únicamente una cuestión de género sino también de clase. Bajo el sistema capitalista no todos somos iguales y tampoco todas las mujeres. Mientras luchamos decididamente para conseguir todas aquellas reformas que representen un paso adelante real para nosotras, también explicamos que la única salida para conseguir realmente la completa emancipación de la mujer – y de las otras capas oprimidas de la sociedad –, es mediante la abolición del sistema capitalista. Esta lucha requiere la máxima unidad entre los trabajadores y las trabajadoras en su lucha contra el capitalismo.
¡Trabajadores, el 8 de marzo todas y todos a la lucha!


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