Las catástrofes suelen revelar la realidad de nuestra sociedad, por un lado la incapacidad del Estado, la mezquindad de los capitalistas más preocupados por sus ganancias que en usar su riqueza para atender a la catástrofe, y por otro el instinto de solidaridad de la clase trabajadora. Ahora le tocó a Morelos, Puebla y Ciudad de México, sufrir la peor parte de los efectos de un sismo de 7.1 con epicentro en Alxochiapan, Morelos, sumando ahora mismo más de 130 muertos, apenas a poco más de una semana del terrible terremoto que azotó y cobró la vida de al menos 90 personas en Oaxaca y Chiapas.


Para que una catástrofe se convierta en tal, es necesario que ocurra una amenaza natural o humana y que al mismo tiempo exista vulnerabilidad, es decir, malas condiciones en las escuelas, trabajos, viviendas, incapacidad para enfrentar el evento y falta de planeación de las ciudades, además de protocolos de construcción de escuelas, hospitales y viviendas sencillamente ignorados para rentabilizar aún más las ganancias de las constructoras. Desafortunadamente eso es lo que tenemos ante nosotros, la mayoría de los mexicanos, vivimos en un territorio predispuesto a catástrofes naturales, pero estas suelen agravarse por las malas condiciones en las que vivimos.


Aun así, es la mayoría de la población, la más afectada, la que sale a las calles, a colaborar, a solidarizarse, a aportar recursos de todo tipo: su mano de obra para recoger los escombros, en las cadenas humanas o aportando herramientas de rescate y acopio de víveres, incluso informando y estando al pendiente de lo que se necesite, esta mayoría entiende que si no es por nosotros mismos, difícilmente lograremos reponernos de una catástrofe como esta.


La explotación laboral que impide interrumpir el trabajo cuando es necesario salir y salvar la vida, la intensión de control en las escuelas por la que se coloca torniquetes, la necesidad de proteger la propiedad privada, con rejas, bardas, etc. que dificultan el libre paso, y hasta la corrupción que escatima lo más que puede en materiales de construcción son sólo algunas de las explicaciones de porque somos tan vulnerables, incluso elementos como el hacinamiento en la Ciudad de México, producto de la migración intra estatal a falta de oportunidades laborales y de estudio en provincia. Por lo tanto quien menos tiene cara para poner en la foto, son los gobernadores, los representantes del Estado actualmente y del pasado, son los principales responsables de la gran vulnerabilidad en la que vivimos frente a eventos catastróficos en las ciudades y pueblos del país.


Por otro lado, una vez más se ha evidenciado la incapacidad del Estado para responder a tiempo, al edificio de costureras de la calle bolívar, en el centro de la Ciudad de México, el ejército llegó 12 horas después. También han quedado claras sus prioridades, entre las cuales aparecen en primera plana los daños en la Ciudad de México, en zonas como Polanco, La Condesa y La Roma, cuando hubo cuantiosos daños más allá de las zonas en donde vive la gente acomodada. No es sino hasta más tarde cuando empiezan a figurar las zonas populares, los efectos en los otros estados, en donde los colapsos aguardan personas vivas, los apagones afectan a 3.8 millones de personas y las zonas oscuras se convierten en zonas de peligro delincuencial, por donde no circulan las patrullas. Las regiones mas remotas como Tlahúac y Xochimilco no han recibido apoyo.


Por mucho que quieran salir en la foto con lágrimas de cocodrilo, la podredumbre del gobierno y la mezquindad de las grandes empresas, que tenemos bien conocidas, salen a relucir especialmente en estos momentos.

1) Exigimos que las grandes empresas constructoras aporten su maquinaria para la remoción de escombros.

2) Exigimos a las grandes y millonarias empresas farmacéuticas aporten gratuitamente, los medicamentos que tanta falta hacen.

3) Organicemos brigadas populares y acopio de medicamentos. Sólo el pueblo salva al pueblo.

Organicemos los rescates, la solidaridad y la reconstrucción de una nueva sociedad, únete a las brigadas y al acopio que se llevarán a cabo en la cafetería La Luciérnaga, Local 4 calle Isabela Católica #109, col. Centro. A partir de las 7am del 20 de septiembre de 2017.


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