La victoria de López Obrador en las elecciones del asado 1 de julio ha generado una tremenda expectativa de cara a lo que significará el próximo gobierno para el pueblo mexicano. De entrada, estamos viendo como el proceso de transición está resultando mucho más terso con los empresarios de lo que imaginábamos, dados los encontronazos con sectores de derecha y empresarios que se vieron durante la campaña electoral. 

En artículos pasados mencionamos que efectivamente la victoria de AMLO expresaba un giro a la izquierda en amplios sectores de la sociedad mexicana incluida la clase media, y esto no solo por la victoria en sí misma, sino por la forma en la que la gente utilizó el proceso electoral para decirle al PRI y al PAN que ya no estaríamos dispuestos a permitir que se mantengan en el poder, dirigiendo el voto hacia quien se ha posicionado desde hace ya varios años como la oposición al régimen político, dentro del marco electoral.

El cambio histórico que estamos viviendo en México es consecuencia directa de las miles de luchas de resistencia que se viven a diario en los pueblos, comunidades y ciudades de nuestro país, en las que los más empobrecidos nos hemos opuesto de manera clara y tajante a las políticas privatizadoras, represoras y de despojos que han impulsado los últimos gobiernos del PRIAN, a su vez, hemos visto en la victoria de Morena una posibilidad de que por lo menos seamos escuchados, y empezar un camino en el que nuestras principales problemáticas sean resueltas, dado el discurso  y las promesas de campaña del candidato presidencial de este partido.

A partir del anuncio el primero de julio de la victoria de AMLO, y hasta el día de hoy, se ha vivido una situación inédita en nuestro país en la que el presidente electo pareciera tener más peso que el propio presidente en funciones. Un acontecimiento relevante fue la comitiva norteamericana que vino a reunirse con Obrador a pocos días de haber ganado la elección, dicha comitiva pertenece al círculo más cercano del presidente Donald Trump. Es sintomática la enorme cantidad de tiempo y espacio que los principales medios de comunicación, tanto impresos como electrónicos le dedican al presidente electo; Peña Nieto prácticamente ha desaparecido de los medios, y solo se menciona tanto negativa como positivamente cada paso que da Andrés Manuel.

Del mismo modo es impresionante ver la enorme cantidad de gente y organizaciones sociales que acuden diariamente a las oficinas de AMLO para solicitarle solución a sus diversas problemáticas.  Todo esto refleja la gran expectativa de cambio que se ha generado en torno a esta figura política, pero al mismo tiempo es una expresión de como las masas tenemos claro que no le dimos un cheque en blanco, y que sí nos tomamos en serio eso de una transformación profunda, y estaremos muy atentos ante cada paso que dé el tabasqueño de cara a tener realmente un gobierno que beneficie a los sectores más pobres.

Desde los movimientos sociales, tenemos muy claro que el verdadero cambio no depende de lo que haga o deje de hacer López Obrador, que a pesar de haberle dado un duro golpe al régimen político, el sistema económico de explotación sigue con vida, y por lo tanto mantenernos movilizados resulta fundamental. Más aun tomando en cuenta que AMLO, continua por el camino de la conciliación entre empresarios y el pueblo. Muchos de los nombramientos que ha hecho sobre sus principales colaboradores para integrar el nuevo gobierno, son personas que no representan en lo absoluto los intereses del pueblo, lo cual, siembra muchas dudas, y genera cierta confusión entre los sectores más movilizados. Dice primero los pobres, pero últimamente lo vemos más cerca de los empresarios, teniendo como ejemplo más claro su postura frente al nuevo aeropuerto, que en campaña se opuso tajantemente a este megaproyecto peñanietista, y ahora deja abierta la posibilidad, planteando la consulta como medio de solución, pero dejando fuera de este debate a los principales actores que son las comunidades afectadas por dicha construcción y que se han mantenido en lucha desde 2004.

¿Porque los empresarios y Peña Nieto pactan con Obrador?

Sin duda alguna, AMLO ha prometido todo un programa de reformas sociales que chocan con el modelo económico que han impulsado los últimos gobiernos neoliberales, y concretamente, se ha opuesto a las principales reformas implementadas por el gobierno de Peña Nieto, como lo es la energética o la educativa, reformas que a su vez son respaldadas por el sector empresarial en nuestro país. Realmente hay un choque de intereses, sin embargo, hemos visto como los empresarios y los partidos de derecha le han tendido la mano a López Obrador, ¿A qué se debe esta situación?

En primer lugar esto tiene que ver con el temor por parte del régimen político y económico a un movimiento social que no puedan detener. Los empresarios saben que sus partidos (PRI y PAN) están totalmente debilitados, por lo que les conviene estar en buenos términos con Morena, mientras recuperan el control, incluso intentando utilizar al partido ganador. La historia nos ha demostrado que los grandes empresarios y banqueros pueden negociar con quien sea: gobiernos de derecha, de izquierda, dictadores e incluso con gobiernos revolucionarios; a ellos no les importa quien este, sino que sus negocios estén garantizados. Por su puesto, siempre dan la batalla por tomar el poder político y colocar a sus títeres en el poder, pero cuando no lo logran, utilizan todos sus medios para mantener el control de la economía y sus negocios a salvo. 

Por otro lado quieren dar la visión de que son democráticos y lo que realmente triunfó en las elecciones pasadas fue la “democracia” y no el pueblo que se movilizó masivamente para demostrar su rechazo a este régimen. En suma, es una hipocresía lo que estamos viendo, en realidad están enfurecidos por su derrota, pero saben que el peligro no es AMLO, sino todo el respaldo social que éste tiene y que hay un movimiento social capaz de llevar la política de Obrador más a la izquierda de lo que él está planteando.

Pero al mismo tiempo saben que les conviene aprovechar y apoyarse en la política de conciliación de clases impulsada por AMLO, y están tomando con las dos manos ese discurso de la reconciliación nacional porque es lo que más les conviene a ellos, no porque sean demócratas o respetuosos de las leyes, sino porque no les queda de otra y llegado el momento querrán contraatacar. Es por ello que tenemos que mantenernos movilizados y organizados, para llevar a cabo un programa auténticamente en beneficio del pueblo y una transformación radical de la sociedad. 

Hacer realidad la consigna “Primero los pobres”

El elemento fundamental de votar a AMLO en las pasadas elecciones no es solo una cuestión de preferencias electorales, sino ante todo es una necesidad de cambiar la realidad de miles de mexicanos que hemos vivido en la opresión, la cual se ha agudizado durante los últimos años ante la crisis capitalista. Para los 30 millones que votaron a AMLO la victoria electoral significa acabar con la miseria, acabar con la explotación y la injusticia a la cual nos somete este sistema. El actual régimen sin duda a puesto primero a los ricos, es por ello que la consigna de primero los pobres tiene mucho significado.

Decir primero los pobres, no significa solo recibir apoyos sociales, sino realmente colocarnos como actores centrales en la organización política y económica en nuestro país. Al mismo tiempo tiene un significado de dignificarnos como clase social, no seguir siendo los no escuchados, los olvidados y los que no podemos acceder a una calidad de vida digna. En última instancia esto significa romper con la lógica de explotación laboral a la cual nos han orillado las últimas reformas estructurales, por lo que un gobierno de izquierda debe servir no solo para gobernar, sino para hacer avanzar la organización y la lucha de los trabajadores por la construcción de una sociedad justa. Un gobierno de izquierda se debe basar en la construcción y organización de comités de base en los que se discutan ampliamente las políticas y necesidades de cada región, y así mismo, estos comités tengan poder de decisión de acuerdo a las necesidades del pueblo. No solo gobernar para los más pobres, sino que los trabajadores llevemos realmente las riendas de este país.

En el próximo periodo el movimiento deberá fortalecerse, necesitamos aumentar la organización de los trabajadores y la juventud, levantando una alternativa de izquierda consecuente en cada escuela, colonia y centro de trabajo para hacer frente una vez más a los grandes intereses capitalistas.


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