Los síntomas

La renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas a su militancia sacudió a todo el PRD. El vínculo histórico que tenía con las masas por ser el hijo del general Cárdenas, por su relación directa con la fundación del partido y por su participación en luchas electorales históricas, entre otros aspectos más, le dieron un gran peso político. En determinado momento este prestigio y trayectoria fueron utilizados por todas las corrientes políticas del PRD para cubrir sus errores y traiciones, Cárdenas por supuesto era consciente de ello. La burocracia se ha cimbrado porque ahora ya no tienen ese apoyo. Por su parte, Cárdenas pretende desmarcarse de los errores y traiciones que la dirección del partido ha realizado, cuestión que no es posible lograr simplemente con su salida.

Esta renuncia es muy sintomática, pero no es la única. En esta misma lógica, Mario Delgado, Alejandro Encinas y antes un grupo de dirigentes en el estado de Guerrero, también han abandonado el partido, por mencionar los últimos casos. Esta desbandada será mayor y al mismo tiempo fortalecerá la crisis interna, sin embargo, la desbandada no es la crisis en sí misma, sino solo un síntoma, un “aviso” de un fenómeno que tendrá consecuencias más profundas.

Del “Pacto” a Ayotzinapa

Los ataques que Peña Nieto ha lanzado contra los trabajadores y la juventud han sido los más profundos en décadas ¿Qué ha hecho la dirección del PRD frente a todo ello? Si esta pregunta la intentaran responder los legisladores y demás burócratas del PRD dirían que han realizado infinidad de trabajo parlamentario, que han hecho modificaciones a las propuestas de Peña, que han debatido en comisiones y en el pleno, que incluso han tomado la tribuna del Congreso y que hasta movilizaciones han convocado. La realidad es que la dirección del PRD ha actuado como cómplice del gobierno de Peña Nieto; su actividad parlamentaria es tibia, silenciosa, dispersa, cobarde y sin ninguna perspectiva, en resumen incapaz de cambiar nada y ellos lo saben -de hecho por eso lo hacen así-. Su participación en el Pacto por México ha sido injustificable y terminó por desenmascarar su papel como un soporte más del régimen. Aunque a finales del 2013 el PRD convocó “movilizaciones”, éstas únicamente pretendían tener un carácter simbólico, se trataba de cubrir las apariencias al respecto de su papel claudicante a la hora de defender Pemex. Incluso la “toma de la tribuna” en San Lázaro culminó con disculpas públicas al patriarca priista Beltrones.

Pero el clímax de toda esta lógica de traiciones ha venido de la manera más dolorosa por el caso Ayotzinapa. Para empezar, Ángel Aguirre está vinculado al grupo oscuro y sangriento, encabezado por Rubén Figueroa, que durante años dominó el estado de Guerrero, este grupo fue el responsable de la matanza de campesinos en Aguas Blancas (1995). A pesar de ello fue aceptado como candidato perredista a la gubernatura del Estado. Ya en el poder, reprimió físicamente a los compañeros de Ayotzinapa, con un saldo de dos estudiantes asesinados y muchos otros golpeados (2011); la misma política aplicó hacia los profesores de la CNTE. ¿Cómo puede ser inocente en el caso de los compañeros normalistas desaparecidos? Sin embargo, la actitud de la dirección perredista, que sabe muy bien usar la demagogia, fue la de cubrirlo, quitándole responsabilidades; al final pidieron su renuncia, pero ello fue producto de las presiones que generaron las amplísimas movilizaciones en solidaridad con los normalistas. Al momento de escribir este artículo, Ángel Aguirre no sólo no ha recibido ninguna sanción interna del partido, sino que incluso sigue siendo parte de su Comité Ejecutivo Estatal, además de que se le han dado todas las facilidades para mantener su influencia en el PRD y en el estado, a partir de que su hijo es el candidato del PRD para la alcaldía de Acapulco, a disputarse en las próximas elecciones. Lo anterior viene después de una serie de errores, titubeos y otras traiciones más durante los gobiernos anteriores.

Los gobiernos del PRD en el Distrito Federal se habían identificado claramente con la izquierda sobre todo a partir del triunfo histórico de Cuauhtémoc Cárdenas. La continuidad con AMLO aún mantuvo ese vínculo, pero con Marcelo Ebrard y finalmente con Miguel Mancera, el giro a la derecha, su alejamiento con su base social ha sido inocultable. En todo caso, el PRD ha reducido su vínculo con las masas trabajadoras a partir de mantener programas sociales que le reditúan un cierto margen de apoyo, pero en última instancia la pretensión de los dirigentes perredistas es mantener una relación clientelar, más no de conciencia política con el proletariado.

La clase trabajadora intentó una y otra vez rescatar al PRD de esa dirección que se enquisto en las altas esferas del aparato, pero no le fue posible. Hoy, después de tanto intentar y de obtener tan pocos resultados, los trabajadores y en su momento la juventud, que le dieron fuerza y significado al PRD, han decidido alejarse y buscar otras alternativas. Ello no implica que en el futuro el PRD no deje de captar, por una u otra vía, un margen de votos. En el caso concreto del DF, ante la posibilidad de un acenso del PRI, sectores de izquierda podrían orientar su voto hacia el PRD, más por frenar al PRI, que por efectivamente sostener una confianza y un vínculo sólido con el PRD. Esta es la lógica sobre la cual el PRD se ha sostenido durante años, y podrían sostenerse por más tiempo en diferentes lugares. No obstante, este fenómeno electoral, no ha sido suficiente para darle viabilidad al partido. Por el contrario, la dirección ha sacado la conclusión de que puede girar más y más a la derecha, ya que al término de las elecciones, resultan siendo “la tercera fuerza política a nivel nacional”. Por mucho que la aritmética electoral pueda seguir siendo así, políticamente el PRD se encuentra alejado y confrontado con las aspiraciones históricas de la clase trabajadora.

Crisis y crisis

El PRD pasó de obtener casi 16 millones de votos en el año 2012 a reunir únicamente 2 millones de firmas para la realización de una consulta contra la privatización de Pemex; en las elecciones locales del 2013 obtuvo una votación increíblemente baja, que se reflejó en el 4.5% de los ayuntamientos y en el 1% de las diputaciones que ganó apenas por encima de Movimiento Ciudadano y el PT. Esas son pruebas muy concretas de la caída en el apoyo hacia el PRD. Por otra parte es prácticamente imposible encontrar un Comité de Base perredista a donde un trabajador común y corriente pueda integrarse, señal de cómo la dirección ha cerrado sistemáticamente las puertas a su base social.

Finalmente, la escisión de AMLO del PRD y la posterior creación de Morena arrastró a la militancia de base más activa, y comprometida con la lucha, de las filas del perredismo. La prueba más contundente del abandono de la clase trabajadora hacia el PRD, es la libertad que ha tenido la dirección de este partido para adoptar su deriva derechista, para vincularse sin ambages con los intereses más íntimos de la burguesía.

La crisis del PRD no es otra cosa sino la expresión de la inexistencia masiva de bases obreras, juveniles y campesinas en sus filas.

¿Responsables?

La crisis del PRD no es otra cosa sino la crisis del reformismo, de todos esos personajes que prometieron luchar abiertamente contra todas las injusticias derivadas de las políticas de derechas y que al final no hicieron realmente nada. Y en esto hay que ser muy claros, la crisis del PRD es la crisis de esa dirección que está o que estuvo al frente del partido, no de la clase trabajadora. Los análisis que algunos experredistas presentan van en el tono de “la izquierda está en crisis”, “la izquierda no ha podido superar sus fantasmas y divisiones”. ¡Falso! No es la “izquierda” la que está en crisis, sino el sector que dirigió al PRD con políticas reformistas, la que fue incapaz de ponerse a tono con las exigencias del movimiento social, y que por el contrario se alinearon con los intereses de la burguesía. Cárdenas, Encinas, Dolores Padierna, y claro que sí, “los chuchos” y tantos otros son los responsables, nadie puede salvarse de ninguna culpa.

Al frente

A contrapelo de lo que ocurre en el PRD, el movimiento de los trabajadores, la juventud y el campesinado va reorganizándose sobre nuevas experiencias políticas, sacando lecciones y fortaleciéndose. Para consolidar estas nuevas luchas es necesario todavía avanzar más, creando más organización, adoptando un programa auténticamente anticapitalista y revolucionario. No cabe duda que las masas, a diferencia de lo que piensan los reformistas, aprenden de su experiencia y sobre ella avanzan, superando, no sin dificultades, aquellas ideas, métodos y organizaciones, que no se encuentran a la altura de sus necesidades históricas.


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