El día 11 de octubre, durante la madrugada, la Política Federal (el ejército en funciones policiales) ocupó todas las instalaciones de la compañía de Luz y Fuerza del Centro,  en esa misma noche se publico en internet la disolución legal de la empresa, unos días antes el gobierno había declarado fuera de la ley al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) al retirarle su personalidad jurídica. Más de 40 mil trabajadores y 25 mil  jubilados pasan de la noche a la mañana al desempleo. La medida digna de cualquier dictadura, representa el ataque al centro organizado de la clase obrera de México y constituye un intento desesperado del Estado para mostrar a la burguesía que aún puede seguir gobernando ante una debacle económica y social sin precedentes en la historia del México post-revolucionario.

Un poco de historia

El SME es una organización surgida en pleno proceso revolucionario, 1914, antes de esa época la generación de energía eléctrica sólo era de tipo privado y abastecía sólo al 5% de la población. No obstante desde 1880 existían empresas que producían y venían electricidad, la mayor parte de los de origen estadounidense, ingles  y canadiense.

Los electricistas del SME rápidamente organizaron la unificación de los distintos gremios del centro del país y, concentrados en demandas de carácter económico se lanzaron a buscar la unidad con los distintos sectores de trabajadores. Jugaron un papel central en la gran huelga general de 1916 y muchos de ellos fueron condenados a muerte por órdenes de Carranza  por su participación en dichas luchas. Pese a que el movimiento fue derrotado, marcó para siempre al SME un odio instintivo respecto de la patronal y su gobierno.

La burguesía había derrotado militarmente a los dirigentes campesinos, Zapata y Villa. Había maniobrado para asestar un duro golpe al movimiento obrero en las luchas huelguísticas de 1916 que ya hemos citado, pero tenía que hacer concesiones, al menos en papel, por ese motivo la Constitución de 1917 se vio en la necesidad de garantizar derechos sociales muy  amplios que de otra manera hubieran podido convertirse en demandas de otros movimientos revolucionarios tanto en la ciudad como en el campo.

La constitución incluía entre otros la potestad del Estado para construir una industria nacional estatal que controlara todos los recursos naturales, incluido el eléctrico. Por supuesto tanto el imperialismo como sus socios locales más importantes estaban furiosos, y condicionaron al estado surgido del proceso revolucionario para evitar que dicha constitución se aplicara, al menos no se aplicara de forma retroactiva.

La burocracia surgida de la revolución, interesada en consolidar sus posiciones de poder empezó a mediar entre clases, manteniendo firmemente el rumbo capitalista del país y alimentado el desarrollo de la raquítica burguesía local, lo que implicaba  evitar poner en práctica los apartado de la constitución que pudieran resultar ofensivos para la burguesía.

No obstante de lucha de masas no cedía terreno, los levantamientos militares estaban a la orden del día y las luchas campesinas y obreras comenzaban a plagarse de ideas   comunistas y anarquistas. En el SME se dio una especie de mezcla de  distintas tendencias que sin bien garantizaba una actitud crítica y combativa hacia el Estado, generaba límites para trascender de las luchas simplemente económicas. Desde entonces la solidaridad del sindicato con otros sectores del proletariado estaba garantizada, lamentablemente al mismo tiempo se marcaba una especie de apoliticismo heredado del anarquismo de frente a movimientos políticos importantes y ello incluía también a los partidos de los trabajadores. En suma era un sindicato combativo y revolucionario que no sentía la necesidad de impulsar un partido de clase, eran autónomos y ello implicaba en cierta forma la  primacía de la organización sindical sobre cualquier otra cosa.

Por supuesto con forme avanzó el siglo surgieron y se desarrollaron en el SME grupos de todas las tendencias de izquierda, no obstante, este culto a la autonomía incluso entre corrientes comunistas y socialistas, se ha mantenido hasta ahora, con todo lo que ello implica.

Las luchas de masas de los treinta también incluyeron a los electricistas del SME, los cuales estaban dispuestos a formar parte de la Confederación de Trabajadores de México, CTM, no obstante la expulsión de los comunistas y por tanto la comunidad de intereses con el Estado que ello suponía los llevó a  separarse de ella.

En 1937 el gobierno de Lázaro Cárdenas, bajo la presión de las huelgas que también incluían a los electricistas, decide crear la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que se constituyó como la empresa estatal responsable de construir una red unificada de generación y distribución de energía eléctrica

En general lo que hoy es la Compañía de Luz y Fuerza proviene de las empresas que existían antes de la creación de la CFE y que durante muchos años después continuaron siendo propiedad de empresas extranjeras. Por supuesto si la CFE hubiese absorbido las empresas existentes el SME se hubiera constituido como el sindicato mayoritario de la industria eléctrica nacional, no obstante el gobierno de lazaron Cárdenas no se atrevió a dar el paso. Con el paso de los años la CFE  creo una red eléctrica nacional que para 1960 ya cubría el 55% de la generación, fue en ese entonces que el gobierno del presidente priísta Adolfo López Mateos ordenó la nacionalización de las empresas del área central agrupándolas todas en  la Compañía de Luz y fuerza del centro. En este entonces la fusión con la Comisión Federal de electricidad era también posible, no obstante la fuerza del SME hacia temer al Estado que  al combinarse sus fuerzas con las del sindicato democrático de trabajadores de la CFE se construiría una fuerza sindical demasiado peligrosa así que decidió no dar el paso.

Los años trascurrían y en vez de que el sindicalismo del SME menguara su combatividad este se mantenía mientras que en lo que respecta a la CFE la fuerza del sindicalismo democrático y de clase aumentaba. Rafael Galván un dirigentes de tradición cardenista se vio empujado en un proceso de insurgencia obrera de magnitudes nacionales, el movimiento del 68 caló hondo el en el animo de los trabajadores y de pronto a principios de los setentas se vio protagonizando una trasformación al grado de que parecía inminente un triunfo avasallador de su corriente clasista de frente a los charros dirigidos por golpeadores de la CTM.

Galván y miles de trabajadores, el núcleo duro del sindicalismo clasista de los electricistas del CFE, fueron despedidos mediante un golpe como el que ahora se perpetra. Como una forma de amagar al SME, el gobierno ordenó su liquidación, estamos hablando del año de 1974, no obstante dicha liquidación debería incluir la fusión con CFE y la inclusión de los trabajadores del SME, con todo y su contrato colectivo, dentro de la CFE.

Pese a las expulsiones no estaba claro que Galván y su tendencia democrática estuvieran derrotados, el ingreso de las huestes del SME hubieran podido cambiar la balanza a su favor por lo que el Estado mantuvo a la Compañía de Luz y fuerza en un proceso de liquidación que nunca iniciaba pero siempre se anunciaba.

Los años pasaron y el movimiento de la tendencia democrática de los electricistas del la CFE fue desapareciendo, Rodríguez Alcaide, “la güera”, consolidó un control gansteril del sindicato, el cual no se ha roto hasta ahora, pese a los constantes intentos de las corrientes de izquierda por reconstituirse a nivel nacional. El esquirolaje de fue una especie de misión que el gobierno le fue reservando al sindicato gansteril de la CFE

No cabe duda que fue en 1974 cuando el Estado decidió que no podía integrar al SME a ninguna otra empresa, tenía que destruirlo y sólo después de ello absorber  a la CLF.

A partir de entonces se inicia un proceso de abandono presupuestal, el cual los trabajadores siempre denunciaron y combatieron con las armas que podían, lamentablemente es justo reconocer que la dirección del sindicato siempre le dio prioridad a las condiciones económicas de los agremiados respecto a la situación de la empresa y a las luchas del conjunto de los trabajadores.

En 1987 un conflicto con la empresa lleva al SME a declarar huelga, el gobierno responde también con la ocupación militar de la empresa, lo que obliga a la dirección a firmar  un convenio en condiciones muy desfavorables. No hay duda que una estrategia de unidad de acción con otros sectores hubiera podido hacer triunfar el movimiento, el cual pese a su derrota genero la politización de toda una generación.

El sindicato lo pasó mal, durante un buen periodo, fue en esta fase de reflujo cuando llegó a la Secretaria General, Jorge Sánchez, amigo del Presidente Carlos Salinas de Gortari, el cual debe ser recordado como el dirigente del SME que dio el beneplácito para reabrir la generación de energía eléctrica por parte de particulares, a cambio de ello Salinas decretó la reorganización de la CLFC en una empresa paraestatal. La corriente de Sánchez hizo aparecer el decreto presidencial como la garantía de mantenimiento de la compañía; todo lo contrario, en realidad se consolidaba las condiciones jurídicas para su disolución.

Las fuerzas de derecha al interno del sindicato se desarticularon y Sánchez fue desplazado de la dirección. Desde entonces a la fecha las corrientes sindicales que Rosendo Flores y Martin Esparza  dirigen se han mantenido al frente. El SME en el proceso de giro a la izquierda, rompió con el Congreso del Trabajo (oficialista) y se ha acercado a los movimientos populares, no ha habido lucha social en nuestro país que no haya recibido el apoyo o la solidaridad del SME,  es muy común que los miembros de sus dirección se postulen  y triunfen como candidatos del Partido de la Revolución Democrática. No obstante, cuando hubo que decidir entre construir un frente de lucha unificado de toda la clase o  firmar un convenio, la dirección del SME siempre optó por lo segundo, con una sola excepción: la privatización de la industria eléctrica.

Desde la llegada del gobierno panista, las intenciones de privatizar el sector han ido a la alza, las movilizaciones y los llamado a la unidad del SME incluyeron a la formación de frentes de lucha sindical y social como el Frente Sindical Mexicano y a actuar en unidad de acción con la Unión Nacional de Trabajadores. Bien o mal se había articulado un entramado capaz de responder en el caso de un intento de privatización. Al mismo tiempo la larga tradición de lucha del SME, al cual se ha trasmitido de generación en generación, ha llevado  a la gran mayoría de trabajadores a sostener como una cuestión de principio su oposición a la privatización de la industria eléctrica. En ese punto con el SME y con su dirección no se podía  pactar nada, si el Estado pretende construir “negocios” para la burguesía sobre el cadáver de la industria eléctrica nacionalizada tenía que o contar con el SME o destruirlo, ha optado por lo segundo.

Pero esto entraña sus riesgos, como hemos dicho todos los movimientos en México le deben algo al SME, en bueno y malos tiempos ahí ha estado y  en cierto modo ha sido el símbolo en el terreno sindical de un sindicalismo combativo que ha resistido prácticamente de todo a lo largo de ya casi 100 años, si hay una lucha en la que los trabajadores del campo, de la ciudad y los jóvenes pueden involucrarse de lleno en estos momentos esa es la de la defensa del SME

El Estado  mexicano, al servicio de la burguesía

La burguesía mexicana, es como muchas otras gestadas en fases relativamente taridas de desarrollo capitalista mundial, es una combinación de despotismo y despreció para con los trabajadores del país, y sumisión hasta la degradación de frente al poder del capitalismo internacional, con el que ha establecido lazos indisolubles.

El estado mexicano actual, surgido de los resultados de la revolución de 1910,  era hasta hace pocos años un organismo gestor del capitalismo con una inmensa burocracia, con sus propios intereses pero que no necesariamente siempre correspondían a los de la gran burguesía. En su afán para mantenerse la burocracia estatal construyó un sistema de contrapesos que impidieran un nuevo estallido revolucionario. El cardenismo en cierta medida significó el caso más extremo de este intento de mediar entre clases, que por cierto no se construía con el fin de trascender al capitalismo, sino de desarrollarlo y sostenerlo.

Con todo, la burguesía siempre trató a los “gobiernos de la revolución” como un patrón trata a su mayordomo. Al mismo tiempo el Estado siempre procuró  “consentir” a la  nueva oligarquía e incluso incluirse en ella, de tal modo que las grandes fortunas surgidas de la corrupción estatal se iba fusionando con los burgueses de “pura sangre” generando una especie de identidad de intereses.

En esta lógica, ante cada concesión a los trabajadores el gobierno en turno siempre trató de recompensar o a la burguesía con tal o cual canonjía. Una de ellas fue, por ejemplo, el asunto de las concesiones a las grandes constructoras por medio de las cuales se construyeron ICA, CEMEX, Vitro, etc. Fue el Estado quien les doto de recursos, incluida la electricidad barata, y en el caso de que algo saliera mal las deudas se les perdonaban, se les perdonaba impuestos y hasta algún cargo en el servicio público se les daba, el asunto era servirles a los grandes señores del dinero. Todo esto sucedía en el marco del priísmo en el poder, fue el propio Luis Echeverría quien legalizó las exenciones fiscales que hoy son norma para las grandes empresas y que tan sólo este año significan la no entrada de 400 mil millones de pesos ( 30 mil millones de dólares).

No obstante para la burguesía no era suficiente, a finales de los ochentas su reclamos, que son los mismos del capital trasnacional, exigieron nuevas fuentes de negocios, Salinas de Gortari impulsó una nueva generación de ricos, Cabal Peniche, Slim, Salinas Pliego, que de la noche a fortunas astronómicas (los 10 grupos financiero-industriales más grandes del país controlaban ya en 30% del PIB antes de la crisis de 1995).

El caso más escandaloso fue el de la banca que en tan sólo unos años significó la pérdida de más de un billón de pesos, es decir poco más de 100 mil millones de dólares a precios de 1995 (comparemos eso con los 40 mil millones de pesos o 3  mil millones de dólares que le duele gastar el gobierno en la CLFC).

Así en el 2000 la debacle que la misma burguesía generó, llevó a la caída de la burocracia priísta y dio entrada a un régimen de representantes directos de la burguesía, ya sea por medios de sus abogados o de burgueses con grandes interés y negocios, construidos siempre bajo el cobijo oficial.

No obstante la burguesía con el control directo de los mecanismos del Estado  ha actuado como un ladrón que de pronto se encuentra las llaves de una casa y tiene una noche para vaciarla, de tal modo que no ha dudado en profundizar la destrucción de la economía nacional con tal de aumentar más y más sus ingresos, colocando a empleados como Gómez Mont al frente de Gobernación o el simple gánster Lozano Alarcón al frente de la Secretaría del Trabajo.

Ahora que han dejado la economía nacional con la caída más escandalosa a nivel mundial (según el propio FMI será del 8%); ahora que han dejado las arcas del Estado vacías, pretenden hacer creer a la población que el problema es que “los trabajadores ganan muy bien” y se les ataca como si fueran delincuentes.

Gobierno débil pero muy desesperado

Esta claro que ese ataque se da ante la desesperación que tienen, no ha habido una sola medida que este gobierno haya tomado que haya dado resultado en algún terreno; la miseria amenaza a 10 millones de mexicanos más, la violencia no cesa y este año superara los 6 mil muertos, llevando a la época panista con más de 40 mil asesinatos vinculados con la violencia organizada (2000-2010), casi una guerra civil, incluso más que en la guerra cristera.

La gestión de los gobiernos panistas en las empresas publicas ha sido desastrosa, dejando a PEMEX y a CLFC con severas pérdidas, no sirve de nada que aduzcan que el problema son los trabajadores porque por decenios y en distintas condiciones  y con plantillas laborales iguales dichas empresas funcionaban y reportaban ganancias, ahora en menos de 10 años la gestión panista los ha llevado a la bancarrota. No cabe duda de que el problema es que la burguesía mexicana, -como todos sus congéneres-, se ha convertido en una casta de parásitos y cínicos que solo viven de lo que le chupan al pueblo trabajador, ya sea por medio de la explotación directa o por medio de la succión de las finanzas del Estado.

En su desesperación por el absoluto fracaso y debilidad de su régimen, la burguesía ha decidido escapar hacia adelante lanzando una ataque en contra del Sindicato Mexicano de Electricistas y destruyendo el  Contrato Colectivo de Trabajo, si este golpe se consolida procederá a aniquilar los contratos colectivos que queden liquidando empresas para reencontrar trabajadores en condiciones precarias, para lo cual prepara una nueva Ley Federal del Trabaje, que garantice que en el futuro ningún trabajador mexicano pueda escapar de la miseria.

Ataque burgués, respuesta proletaria

Este es un ataque de toda un clase, todos los medios de comunicación burgueses han aullado como lobos pidiendo la muerte del SME y de su Contrato Colectivo, pero no debemos engañarnos, el gobierno es débil y puede ser derrotado, a condición de que toda la clase trabajadora mexicana actué como si el golpe lo hubiéramos recibido todos y cada uno.

Desde el mismo domingo 11 de octubre por la madrugada miles de activistas obreros, estudiantes campesinos, colonos, miembros del movimiento de López Obrador, de todos los partidos de izquierda, han participado en la marea humana que exige tomar medidas ya para derogar el decreto liquidador y defender los intereses de toda la clase obrera.

Es el momento de consolidar un Frente Único de toda la clase obrera y campesina y preparar ya comités para impulsar la huelga general. Golpeando todos juntos, el mismo día y a la misma hora el gobierno no tendrá más que ceder si no quiere verse ante el escenario de una situación incontrolable.

Es fundamental que en todos los centros de trabajo  y estudio se empiecen a formar comités de huelga que asuman tareas de agitación y propaganda, para enfrentar la ofensiva de los medios de comunicación burgueses y para preparar a la población para la lucha.

Los trabajadores de Luz y Fuerza han estado en prácticamente todas las luchas  de los trabajadores en los casi 100 años que tienen de vida, son un patrimonio de toda la clase trabajadora y no vamos a dejar que nos lo arrebaten.

Aún en sus comienzos esta es la lucha proletaria más importante de este siglo, pero solo es la primera, vendrán otras iguales o más duras que esta, equivalentes a la desarrollada en los primeros años del siglo pasado que dio origen a la revolución de 1910

Medidas a tomar

Estas primeras dos semanas son clave, es preciso evitar que se genere en la población la sensación de que no pasa nada, todas las iniciativas que lleven a convertir esta lucha en el aspecto clave de la vida de los trabajadores serán  benéficas. Es cierto la burguesía eligió  el momento, pero podemos revertir el golpe si actuamos con organización y unidad.

El golpe del Estado se ha desatado en una situación económica desfavorable para los trabajadores, el desempleo galopante y el aumento del costo de la vida juegan un papel de chantaje para obligar a los trabajadores a que acepten las indemnizaciones, las cuales, según dice el Estado, equivalen al salario de más de tres años en promedio, al pregunta es ¿y después qué? ¿Valen unos meses de indemnización la lucha de generaciones? ¿Se le puede poner precio al SME? No,  porque lo que se está jugando es el futuro del conjunto de la clase trabajadora, no es un asunto individual. O se resuelve colectivamente o todos pagaremos las consecuencias. Por ello la primera medida fundamental es la realización de comités de trabajadores electricistas, que elijan a los camaradas mas combativos y que junto con la dirección local del sindicato coordinen las actividades tanto de  organización interna como las de extender la lucha a nivel regional, la burguesía quería matar al sindicato, hay que demostrarles que esta más vivo que nunca.

Hay que impulsar brigadas de información a empresas, centros de estudio, mercados. Exhibir las mentiras de la burguesía y llamar a todo el pueblo a entrar en la lucha. Ello debe incluir un llamado a los trabajadores de la Comisión federal de Electricidad a que se organicen y eviten ser utilizados como esquiroles del gobierno. Un movimiento de lucha dentro de la misma CFE sería clave para  el triunfo.

La dirección del sindicato ha llamado a formar un frente nacional en contra de las medidas del gobierno, medida cien por ciento correcta, a partir de ello se debe establecer una organización por centro de trabajo y estudio a nivel  que se coordine regional  y nacionalmente. La primera medida debe ser el  generar un pliego petitorio común y un emplazamiento conjunto, sólo de esa manera será posible pasar de la defensiva a la ofensiva.

Andrés Manuel López Obrador ha declarado la lucha de defensa del SME como el aspecto principal del movimiento de oposición que incluye al Partido del Trabajo, Convergencia y a la inmensa mayoría de las bases activas del PRD, este debe ser el puente para evitar que el movimiento se localice únicamente en la región central del país, sobre de esta base los llamados a las jornadas nacionales de lucha deben ser impulsados en cada una de las regiones del país.

Los sindicatos que no están bajo el control del gobierno deben integrarse de lleno a la lucha, el ataque al SME hoy implica su destrucción mañana, es importante pasar a preparar la huelga general de 24 horas como una primera medida, en caso de que aún el gobierno no reaccione todos debemos preparar condiciones para una huelga nacional.

Los trabajadores estamos cansados que liquiden y destruyan empresas del Estado para luego reabrirlas con propietarios privados y con empleos precarios; han sido los patrones y sus administradores los que han llevado a la quiebra a estas y otras empresas, no hay otra alternativa más que exigir el control obrero de la industria eléctrica y de todas las demás, si ellos no pueden que nos entreguen las empresas

El golpe ha sido duro, pero los trabajadores debemos tener confianza en que podemos revertirlo, no mediante medidas de defensa legal, sino mediante la movilización unitaria, de otro modo nos pueden esperar tiempos muy difíciles y absolutamente nadie estará a salvo de las consecuencias.

El triunfo es posible y sobre todo necesario

Recordémoslo si este ataque pasa nada impedirá al gobierno aplastar a las demás organizaciones, pero si logramos detenerlo será el principio del fin del actual gobierno y un paso más hacia la revolución mexicana del siglo XXI, una revolución socialista.

Únete a Militante y lucha por el Frente Único de toda la clase trabajadora para derrotar los ataques del gobierno y construir un futuro socialista.


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