“El papel de los sindicatos en nuestro tiempo es, pues, o el de servir como instrumento secundario del capitalismo imperialista para la subordinación y el disciplinamiento de los obreros y para obstruir la revolución, o, por el contrario, el sindicato puede convertirse en el instrumento del movimiento revolucionario del proletariado.”

León Trotsky

Los Sindicatos en la época del imperialismo-.


En la actualidad, y en especial con el problema que se ha desatado con la intentona de Calderón de desaparecer Luz y Fuerza del Centro, salen a la arena política una serie de argumentos que intentan desprestigiar la lucha de los trabajadores y de sus sindicatos, y con ello no solo aniquilar las conquistas que se han alcanzado por medio de las luchas que han encabezado los sindicatos, sino también terminar de cargar la crisis a nuestras espaldas.

La crisis orgánica del capitalismo, que tanto la burguesía como sus gobiernos pretenden que seamos los trabajadores quienes la paguemos, es el semillero de donde surgen todos los ataques hacia los sindicatos como forma de organización de los trabajadores. Bajo el supuesto de que los trabajadores sindicalizados y las prestaciones a las que tenemos derecho son una carga para la burguesía pretenden empeorar nuestras de por sí malas condiciones de vida.

Los trabajadores no somos privilegiados, sino explotados.

La excusa utilizada por el espurio de Calderón para desaparecer a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, y con ello dejar a más de 44 mil trabajadores sin empleo, refleja que no está de lado de los trabajadores sino de la burguesía. Decir que los compañeros del gremio del SME son privilegiados y que su salario es oneroso no es más que un intento de dividirnos como clase para con ello seguir con sus ataques.

Bajo el supuesto de que han sido los trabajadores de LyF quienes han llevado a la quiebra a la compañía, por percibir un salario muy elevado, 2.5% más que la media nacional, Calderón pretende que creamos que su medida no es contra los trabajadores y a favor de la privatización de la industria eléctrica, sino por el bien de México.

Sin duda, cualquier trabajador quisiera tener las prestaciones que tienen los compañeros del SME, los deseos de mejorar nuestras condiciones de vida y de nuestras familias de ninguna forma es avaricia sino el deseo de cualquier ser humano que a lo largo de su vida no ha tenido nada más que su fuerza de trabajo. El problema no es que nuestros compañeros de dicho sindicato tengan más prestaciones, sino que nosotros no las tenemos, todos deberíamos de percibir dichas prestaciones.

Pero, ¿cómo conseguir mejoras en nuestras condiciones de vida? Es aquí donde los sindicatos juegan su papel. Un sindicato es una organización que es construida por los trabajadores para defender sus intereses como clase ante la patronal. Las prestaciones que habían obtenido los compañeros de LyF habían sido producto de las luchas que estos mismos habían librado mediante el SME, y no concesiones amables que la burguesía y el gobierno federal habían hecho a nuestros compañeros.

En el caso concreto del SME, Calderón y sus lacayos medios de comunicación, han utilizado el pretexto de la antidemocracia para desprestigiar, no a la dirección del sindicato sino al sindicato mismo, justo como algunas otras organizaciones que dicen estar con la clase trabajadora. Los obreros entienden bien la diferencia entre el tornillo y el desarmador, confundirlos como lo hace Calderón podría significar más que un simple error. Pero así como existe una diferencia entre el tornillo y el desarmador, existe también una diferencia entre las bases de una organización y su dirección.

Los trabajadores construimos un sindicato o un partido en la medida en la que entendemos la necesidad de estar organizados como clase y a partir de esta organización dar una batalla contra los ataques de la burguesía y para ello dotamos a quienes creemos más capaces de darnos una dirección clara de a donde ir nuestra confianza. Al igual que a una herramienta, damos a nuestra dirección la confianza para cumplir con su trabajo, pero si esta se estropea o daña inevitablemente la cambiaremos, pero solo en la medida en que reconozcamos que se ha vuelto inservible, así como no tiraremos unas pinzas por estar algo oxidadas tampoco cambiaremos de dirección sino estamos seguros de que se ha vuelto obsoleta del todo.

Sindicatos y Estado.

Otra cosa a resaltar es que Calderón se presenta ante los trabajadores como el “salvador de la democracia sindical”, creyendo que caeremos como ingenuas palomitas en su trampa. ¿Cómo alguien que llegó a la presidencia por medio de un fraude electoral nos habla de procesos amañados? Claro, nosotros no negamos una serie de inconsistencias en los procesos de elección de los secretarios de los diversos sindicatos, pero la democratización de estos sólo puede ser tarea de los propios trabajadores agremiados al sindicato. Pensar que alguien más puede hacer lo que no hagamos por nuestra propia cuenta es más que una idea ingenua. De forma dogmatica Calderón se presenta en el caso LyF como el salvador de la democracia sindical, cuando a él es a quien menos le interesa que exista tal. Las condiciones actuales del charrismo sindical en México, herencia del corporativismo priísta aun existente, han sido por años la mejor forma de evitar que los trabajadores luchen por mejores condiciones de vida, empleo, salud, vivienda o educación. Calderón, en ese sentido, es el menos interesado en la democracia sindical, que significaría un salto de los trabajadores por mejorar sus condiciones de vida que bajo la crisis actual del capitalismo están siendo atacadas de forma brutal.

La democratización de los sindicatos solo puede ser tarea de los trabajadores pertenecientes a dicho gremio, de otra forma la tarea se vuelve imposible. Pero para ello no sólo bastan buenas intenciones, es necesario que los trabajadores regresemos a nuestros sindicatos y le demos una vida interna discutiendo las medidas que como clase debemos tomar contra la embestida de la burguesía, como la huelga general que ponga en claro que son los trabajadores quienes hacen funcionar a esta sociedad. Y es precisamente en los sindicatos donde estas discusiones se deben desarrollar.

Se plantea pues la pregunta: ¿Son los sindicatos el problema? De ninguna manera. Los sindicatos han sido y son una de las herramientas de la clase trabajadora para a partir de ellos conquistar lo mínimo necesario para mantener condiciones dignas de vida. El problema no son los supuestos trabajadores privilegiados (como si ser explotado por la burguesía fuera un privilegio), como nos los quieren presentar, sino el sistema capitalista. La crisis del capitalismo significa para los trabajadores un empeoramiento de sus condiciones de vida siendo estos quienes hacen los mayores sacrificios por bien de la sociedad, mientras la burguesía sigue acumulando riquezas sin hacer ningún tipo de sacrificio.

Es necesario dotar a nuestros sindicatos de un programa revolucionario, eso es cierto, pero no lo podemos hacer desde afuera, sino desde adentro. Solo de esta forma podremos ganar a mas compañeros a nuestras ideas y con ello no solo transformar aquellos sindicatos que por una u otra razón han fungido como apéndice de la patronal, sino incluso poner sobre la mesa la transformación socialista de la sociedad. Si somos los trabajadores quienes creamos la riqueza, seamos también los trabajadores quienes la administremos en beneficio de la sociedad. La nacionalización bajo control obrero, se vuelve parte del programa que nuestros sindicatos deben adoptar, para realmente defender nuestros intereses como clase bajo el contexto actual de crisis económica, y con ello también la transformación socialista de la sociedad.

¡Respeto a la autonomía sindical!

¡Por un programa socialista en los sindicatos!

¡Que la crisis la paguen los capitalistas!


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