Durante años a la educación en nuestro país no se le ha destinado los recursos necesarios para cubrir con la demanda social y poder garantizar educación gratuita, científica y de calidad en todos los niveles escolares. 2011 no es la excepción pues la inversión pública en este sector según el Presupuesto de Egresos de la Federación para dicho año se incrementó en apenas 9 mil 354 millones de pesos (1.8% más) pero si consideramos los índices inflacionarios, existe un decrecimiento real de 2.1% en comparación con lo aprobado para 2010 (La Jornada, 24 octubre 2010). Por el contrario, el costo económico de la inseguridad es cada vez mayor. Según el Banco Interamericano de Desarrollo y el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, este gasto representa el 15% del PIB, más del doble de lo que se destina en educación (La Jornada, 16 enero 2011).

En el caso de la educación superior, el incremento al presupuesto para este año es prácticamente nulo, sin embargo, en la mayoría de las universidades del interior de la república, el presupuesto asignado para este año es menor que el de 2010. Cabe señalar que este no es el único rubro afectado, en general las finanzas de los gobiernos estatales se encuentran en un muy mal estado (el 70% de los estados poseen sus finanzas quebradas). Un dato muy significativo de ello es que durante 2009 sólo tres estados lograron librar la crisis económica: Tabasco, Baja California Sur y Zacatecas (Milenio 17 diciembre 2010).

Esto ha provocado, entre otras cosas, un incremento importante en el número de jóvenes fuera de las escuelas (la matrícula en educación superior no ha aumentado), una práctica nula creación de nuevas universidades e institutos de investigación, y por supuesto, ataques permanentes a las condiciones de vida y laborales de los trabajadores para compensar de esa manera la falta de recursos destinados a las universidades. Por lo anterior, no son pocos los rectores y directores que han exigido más presupuesto para la universidad que representan, como el conocido caso de José Narro en la UNAM, pero incluso hay quienes han llamado a la movilización, como lo es en el caso de la Universidad de Guadalajara, donde más de 80 mil jóvenes, académicos y trabajadores encabezados por las propias autoridades de la institución, marcharon a finales de septiembre pasado para exigir más recursos para la universidad al gobierno estatal.

Actualmente son varios los sindicatos universitarios que se encuentran en proceso de revisión salarial y/o contractual. Entre ellos se encuentran el SITBUAP y ASPABUAP en Puebla, que demandan al menos 10% incremento al salario y 10% a prestaciones y cuyo emplazamiento a huelga vence el 15 de febrero; el SITAUAEM en Morelos pide que los incrementos salariales correspondan a los índices inflacionarios; el SUTUC en Colima solicita incremento salarial entre 10 y 15% y mejora de prestaciones; en Durango el STEUJED y en Sonora el STAUS se encuentran también en proceso de revisiones contractuales; por su parte el SUEUM en Michoacán ha emplazado a huelga para el 2 de marzo por un incremento del 20% al salario y 5% a prestaciones y el SITUAM, que demanda un 20% incremento al salario y ha emplazado a huelga para el 1 de febrero.

En octubre pasado, el STUNAM aceptó un incremento del 3.9% directo al salario y 2.6% a prestaciones, sin embargo, las demandas del resto de sindicatos de las universidades no deben limitarse a estos incrementos dado que a pesar de la fuerza numérica con que cuenta este sindicato (24 mil agremiados) no hay una regla para que los demás obtengan como máximo lo obtenido en el STUNAM.

La dirección de los sindicatos juega un papel fundamental en los resultados de estas coyunturas y por ello se requiere que ésta se posicione incondicionalmente al lado de los trabajadores y sus demandas; si los dirigentes titubean y empiezan a ceder ante las autoridades universitarias, normalmente terminan confundiendo a la base sindical y debilitando al movimiento, beneficiando de esta manera a la patronal. Además, la experiencia acumulada de luchas anteriores, juegan un papel de contención para impulsar con más fuerza las formas de lucha de los trabajadores como huelgas o paros laborales.

Es necesario que los trabajadores de este y otros sectores se movilicen, empleando las herramientas de lucha de la clase trabajadora para presionar y obtener sus demandas, haciéndolo de manera conjunta y organizada. La lucha por obtener mejoras salariales, más y mejores prestaciones, y más allá de obtención de mejoras económicas, luchar por una vida digna es muy útil, necesaria, es vital.

Desde Militante, hacemos un llamado a los trabajadores de las universidades y a la clase trabajadora de todos los sectores en general a organizarse y crear comités en su centro de trabajo, prepararse para las siguientes embestidas de la burguesía impulsando un verdadero frente único de sindicatos universitarios que organice la acción coordinada y unificada del conjunto de trabajadores universitarios del país en su lucha por mejores salarios y condiciones laborales, evitando a la vez medidas aisladas y por separado que debiliten al movimiento. Además de ello es necesario vincular las demandas concretas con la lucha por un sistema que acabe con la explotación, para tener una vida plena en todos los sentidos, por un sistema socialista.


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