No al chantaje derechista de la democracia y la transparencia.

Uno de los aspectos más discutidos de la reforma laboral presentada por Calderón es la mentada transparencia y democracia sindical. La derecha panista se da golpes de pecho, sufriendo por todos los atropellos que aquejan a los trabajadores, por todas las injusticias que son cometidas por sus propios sindicatos, desviando la atención del meollo del problema, es decir, la existencia de dueños privados de los medios de producción que explotan día a día millones de humanos. Los sindicatos son, en la actual época de la humanidad enormes organizaciones muchas de ellas controladas por pequeñas camarillas burocráticas, a veces por verdaderas pandillas, que usufructúan la fuerza y los recursos de los trabajadores en beneficio propio, aun así, esta forma decadente y nociva que revisten, algunos sindicatos siguen siendo una herramienta de lucha de la clase trabajadora y están llamados a jugar un papel diferente en la lucha de clases.

La actitud beata de la derecha, abogando por la democratización sindical contrasta mucho con la actitud que han mantenido históricamente como opositores de toda organización obrera y enemigos jurados del sindicalismo democrático y combativo, lo que buscan es debilitar y dificultar la existencia de los sindicatos. Por la vía jurídica, se piden requisitos absurdos y desmedidos para la conformación de una organización sindical, para entablar un juicio laboral, para ir a la huelga, etc. Con la legitimidad de la ley y, sobre todo, con la protección y la fuerza de la policía y el ejército la patronal busca impedir físicamente la organización y la lucha obrera. Recientemente hemos tenido en varios casos ya, la intervención directa de la fuerza pública rompiendo huelgas, recuperando instalaciones y también sicarios patronales disparando directamente contra las guardias de huelga. Por la vía económica la contrarreforma busca vaciar las cajas de resistencia de los sindicatos, cortar el ingreso financiero. Ya estallada una huelga, busca después de haber orillado a los trabajadores a la desesperación económica pagarles su esfuerzo con nada, limitando el pago de salarios caídos. Los caminos son numerosos y aquí solo mencionamos breves ejemplos.

Lamentablemente, esta posición ha sido adoptada por los legisladores de izquierda -PRD, PT, y MC- e incluso es apoyada por algunos grupos autodenominados de izquierda revolucionaria y falsamente marxistas. La democracia sindical es asunto de los trabajadores, no se llega a ella por decreto ni por ley, ni ninguna otra manera externa, ajena a la naturaleza de clase de la verdadera democracia obrera, única democracia real en un sindicato.

Un sindicato es, en cierto modo, un pequeño asomo a una nueva forma de organización social; la semilla de una nueva sociedad dentro de la vieja. Pero es esa misma convivencia con la vieja sociedad lo que lo presiona y hace que tome caminos errados y perdidizos. En el periodo de formación del movimiento sindical, una capa de sindicalistas profesionales, liberados del trabajo diario del taller y la fábrica fue necesario para asegurar la permanecía de la organización y su debida respuesta ante cualquier eventualidad. Sin embargo la convivencia diaria de esa capa con los patrones, la falta de una formación política clasista, de una compenetración ideológica con las necesidades y tareas de la base sindical y su clase social hicieron de esta capa presa fácil de las presiones del capital sobre ellos. Las dádivas, los privilegios, el alejamiento de la base, los periodos de calma industrial en los que no se daban batallas sino solo se administraba lo obtenido crearon intereses de grupo opuestos a los de la mayoría de la base gremial y en conjunto dieron vida a una burocracia opuesta a la clase supuestamente representada.

En el periodo de decadencia del capitalismo, esta burocracia, al no tener alternativa a la política económica de la patronal y al temer más a la movilización social que a la reacción de las gerencias, a las cuales están acostumbradas, se echan en brazos de la burguesía participando de toda su podredumbre y decadencia histórica. Ahora, la vía para dar la batalla contra ese proceso y echar a toda esa lacra de nuestros sindicatos no está en una ley burguesa contra los sindicatos ni mucho menos, en que el PRD vote junto al PAN una falsa defensa de los trabajadores.

El chantaje ideológico de la derecha consiste en vender a los trabajadores la idea de la democracia como un frasco vacío rellenable con cualquier cosa. Lo primero que dejaremos en claro es que la democracia no es una forma constante, no existe permanente y constante en si misma, siempre ha tenido nombre y apellidos. Desde la democracia esclavista ateniense hasta la democracia burguesa, careta de la dictadura del capitalismo, la democracia siempre se sostiene sobre las bases económicas de la sociedad. Así pues, la democracia que necesitamos en los sindicatos no es cualquier democracia. Lo que necesitamos es una forma de organización que permita la entrada a todo aquel trabajador dispuesto a luchar, le permita entrar activamente a debatir y proponer y permita al sindicato actuar como un solo hombre al entrar en combate, es decir, necesitamos una Democracia Obrera. Es por esta razón, esta democracia obrera, que la tarea de renovar y traer a los sindicatos a su papel de defensa y mejoramiento del trabajador es tarea de los propios trabajadores.

Por ejemplo, el PAN impulsa que las cuotas pagadas al sindicato no sean obligatorias y por compulsa, es decir, descontadas vía nómina y pagadas a la dirección, sino voluntarias. Esto que supuestamente es para quitar poder económico a Romero Deschamps o Gordillo, en manos del Estado serviría para negar o quitar recursos a un sindicato democrático y combativo. Hay va otra, se pide que los sindicatos entreguen cuentas de los recursos ¿a quién? no a los trabajadores, al menos no directamente, sino a “cualquier público”, es decir, un ojo supervisor del Estado sobre las actividades de ¿todos los sindicatos? No, porque con Gordillo están bien entendidos, sino de las secciones democráticas de la CNTE, la Asociación de Técnicos y Profesionistas Petroleros, el Independiente de Honda, el SNTEA-INEA o del Sindicato Independiente de Nissan en Morelos.

La batalla por una genuina organización obrera, al servicio de los auténticos intereses de la base trabajadora y de las tareas históricas del proletariado, no está en el Congreso de la Unión al lado de Javier Lozano y el PAN, está en la calle codo a codo con los trabajadores en lucha. Los legisladores de la izquierda deben ponerse al servicio del movimiento, financiando campañas de información a todos los barrios obreros y populares, a las zonas fabriles y cordones industriales. Y sobre todo acatando la disciplina de lucha y llamando abiertamente a la lucha. Por supuesto esto no lo van a hacer solos, por ello es sindicalismo independiente, es decir, la UNT y el FSM, deben llamar a la unidad de acción y un frente único.

La base debemos organizarnos para avanzar. Allí donde el representante o delegado sindical no cumpla su función, un grupo obrero agitando por la lucha, allí donde no haya una asamblea convocada estatutariamente, un grupo obrero informando y organizando a los compañeros. Allí donde sea necesaria la lucha, un grupo obrero, educado en las ideas revolucionarias impulsando y presionando a la dirección a dar la batalla contra la nueva reforma laboral, y aun más, contra los elementos reaccionarios de la vieja ley, por la caída del régimen y por el control obrero frente a la crisis capitalista.


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