Una auténtica rebelión popular recorre México desde hace dos semanas. El gasolinazo, la más reciente infamia del gobierno de Peña Nieto en contra de los trabajadores del país, ha desatado la indignación de todos los explotados, de toda la juventud, contra un gobierno reaccionario que legisla exclusivamente en beneficio de los monopolios capitalistas, nacionales y extranjeros. Peña Nieto ha endurecido la agenda de privatizaciones de empresa estatales —iniciada bajo los anteriores gobiernos del PAN— y profundizado en las contrarreformas que pretenden liquidar conquistas históricas del movimiento obrero mexicano. Todo esto se suma al refuerzo de la violencia estatal, a la represión contra nuestros derechos democráticos y la criminalización de la protesta social, lo que convierte al gobierno de Peña Nieto, con toda justicia, en el blanco de la furia de millones de mexicanos.

Los aumentos del precio de la gasolina decididos por el gobierno van desde un 14,2% para la gasolina magna, hasta un 20,1% para la Premium dependiendo las zonas del país. Pero no se quedarán ahí, pues al primer aumento siguen ajustes semanales en febrero y diarios a partir de marzo. Los incrementos son la consecuencia directa de la privatización de PEMEX y la liberalización de precios de las gasolinas, mediante el cual el Estado retira por completo el subsidio que existía para las mismas, y que poco a poco se fue eliminando a través de los gasolinazos aplicados desde 2012.

Una política para los más ricos

Ahora todo el mundo puede comprobar el auténtico fin que perseguía la llamada “Reforma Energética”: privatizar un sector estratégico de la economía en manos del Estado, para llenar los bolsillos de los más ricos. Privatizar todo el proceso productivo de los energéticos, desde exploración y extracción hasta refinamiento, transporte y venta representa miles de millones de dólares, y más si sumamos la privatización del gas y la producción de electricidad. He ahí la razón de privatizar PEMEX y el eje de todos los ataques.

La producción nacional de gasolina es muy baja en las contadas refinerías que, además, trabajan a menos del 40% de la capacidad instalada. El 65% de la gasolina es importada, así la compra, transporte, almacenaje, distribución y venta es la parte del negocio multimillonario que ahora quedará, más aún, en manos privadas. Con la apertura y la libre importación de petrolíferos prevista para 2017, el valor del mercado de importaciones de combustibles podría superar 26.560 millones de dólares que actualmente Pemex gasta para traerla. A esto hay que añadir los impuestos que no disminuyen y que son el 33.6% del precio final. Negocio redondo para los ricos y sus representantes en el gobierno.

En lo que va del sexenio las gasolinas han aumentado 40% su precio. En esta etapa de la liberalización, el gobierno dejará que el precio fluctúe, es decir, suba y baje, dentro de un determinado rango pero para finales de año ese control también desaparecerá. La vieja cantaleta de que la privatización y la competencia bajan precios y mejoran los servicios es un completo fraude. El mercado lo controlan un grupo reducido de monopolios, importadores y distribuidores de gasolina, y una buena parte son de Estados Unidos: las exportaciones estadounidenses de productos derivados del petróleo a México han aumentado 152% en la última década. Serán Exxon, Chevron, Shell, etc., trasnacionales dominantes en el mercado mundial, quienes controlarán la venta de gasolina en México rompiendo cualquier esquema de libre competencia.

Aumento de los precios de la canasta básica, empobrecimiento del pueblo

Las mentiras demagógicas del gobierno son un insulto. Peña Nieto y sus secuaces hablan de que no habrá afectaciones a la economía y que el impacto será sólo para los sectores con más ingresos. ¡Es justamente lo contrario! Los monopolios nunca pierden, ya que la subida de precios se trasladan al consumidor final, en su mayoría, los pobres del país.

El impacto directo e indirecto del gasolinazo será inmediato. El aumento en el costo de transporte afectará, antes o después, al de las mercancías, particularmente al precio de alimentos, la electricidad (qué ya aumentó) y el gas. De hecho, la escalada ya empezó: el precio del kilo de tortilla ha aumentado entre $1 y $2 y hay lugares donde llega a los $19 el kilo; se prevé que leche y el huevo terminen el año con aumento de 30%... En diferentes lugares ya hay incrementos “ilegales” del precio del pasaje, y otros legales como en Nuevo León, dónde el boleto de camión podría subir hasta los $18. El cinismo de la patronal no tiene límites: en Yucatán, por ejemplo, han llegado a un acuerdo estatal para asegurar que los aumentos no superen ¡el 15%!

Otro efecto secundario son los planes de austeridad que están siendo aprobados por los Gobiernos estatales, un compendio de medidas cosméticas y demagogia entreguista, y que en realidad suponen ataques al empleo y a las condiciones laborales. En Sonora buscan la reducción de la nómina en 15%, más despidos para sumar a los 16.000 de PEMEX este año y los 20.000 del Gobierno Federal. Los gobernadores del norte proponen un “esquema flexible” para la importación de gasolinas, es decir, facilidades para ampliar los efectos de las reformas. En Jalisco quieren ofrecer zonas para almacenamiento de combustible, cumpliendo con el esquema actual de la reforma que es entregar tierras para abaratar la introducción de los negocios gasolineras nacionales y extranjeros.

Y aun hay que sumar el efecto inflacionario de la caída del peso frente al dólar que continua imparable, y todas las consecuencias de la elección de Donald Trump y su agresiva política contra el pueblo mexicano. La humillación, la postración del gobierno de Peña Nieto ante el imperialismo norteamericano y ante Trump, refleja perfectamente la ideología de la burguesía mexicana: sumisión ante los poderosos, aunque sean los campeones del racismo y amenacen con deportar de EEUU a millones de compatriotas, siempre que eso suponga garantizar sus ingresos y privilegios como clase. Ahí está el patriotismo del PRI y de sus aliados; su patria es su cartera, y su ley es la violencia contra los más desfavorecidos.

La movilización ha demostrada una fuerza colosal

La respuesta de los trabajadores, de la juventud, de los sectores populares ante esta agresión ha sido contundente. Todo el país ha vivido intensas movilizaciones y actos de protesta. Manifestaciones, bloqueos carreteros y ferroviarios, cierres de gasolineras y cierres de estaciones de abastecimiento de PEMEX, liberación de casetas, clausura de oficinas de recaudación, y movilizaciones y más movilizaciones que han terminado invadiendo los edificios públicos al grito de ¡Fuera Peña! y ¡No al gasolinazo!

La lucha desatada ha contado con una nueva característica de primer orden: las protestas no se han quedado en las grandes ciudades sino que han convocado a miles en poblaciones medianas o pequeñas con una magnitud desconocida. A través de llamados transmitidos de persona a persona y por las redes sociales, cientos de miles, de manera espontánea o contando con el llamado de cientos de pequeñas organizaciones, han generado un movimiento de protesta que al pasar de los días no disminuye. La velocidad y la fuerza con que se ha propagado la protesta son producto del hartazgo de tiempo que difícilmente ha tenido otro cauce. Estos ataques del gobierno, que ha demostrado de nuevo su arrogancia e ignorancia pensando que el movimiento obrero y juvenil mexicano mantendría una actitud pasiva, se pueden convertir en un escenario para la rebelión.

La espontaneidad de la lucha ha rebasado cualquier previsión del gobierno pero también de los sindicatos y las organizaciones de izquierda. No es sino con dificultad y lentitud que estás se han integrado a la batalla. Incluso, como en otras ocasiones, el influjo vital de la lucha ha vivificado cadáveres políticos como Cuauhtémoc Cárdenas o el PRD. Por supuesto que nada esperamos de ellos ni de los charros sindicales, pero es todo un síntoma del ascenso de la lucha de clases y las enormes presiones desde abajo.

Los trabajadores, con su instinto de clase, están siendo una parte activa de todo el movimiento, pero es necesario obligar a los sindicatos a participar activamente e impulsar la movilización de manera contundente y democrática. Las organizaciones que han demostrado su compromiso con los oprimidos deben aportar su fuerza y tradiciones de lucha, en primero lugar la CNTE, que ya lo está haciendo en Chiapas y Oaxaca pero que debe de integrarse unificadamente a nivel nacional, fortaleciendo el movimiento. En cientos de pancartas vemos la influencia positiva que la lucha del magisterio democrático ha tenido entre sectores de trabajadores y jóvenes que ahora están participando ¡Hay que unir esa fuerza, hay que hacerla imparable! Lo mismo sirve para el sindicalismo independiente, el SME, la UNT y PP, STUNAM… que no puede conformarse con simples llamados: hay que organizar la lucha y salir las calles.

Sin embargo la espontaneidad también tiene sus debilidades y hay que combatirlas con claridad. Aprovechando la descoordinación y la falta de organización, la protesta comenzó a ser saboteada la por el Régimen, a través de infiltrados y provocadores y con la participación del sector más marginal y descompuesto de las zonas populares, hacia el saqueo de tiendas. Correctamente se ha denunciado esto como una estrategia para reventar el movimiento y criminalizar la protesta. No es casualidad que las zonas en dónde se extendieron más los saqueos son aquellas de rancio control priista. Ahora hay que evitar que vuelva a suceder: la organización y un programa socialista de lucha es la única garantía contra los saqueos y las provocaciones de la policía. Toda acción debe contar con una comisión de seguridad que separe y aleje a los infiltrados, rechace las provocaciones y defienda también de los ataques de la policía que ya han dejado varios muertos y heridos.

¡Unificar las luchas para derrotar el gasolinazo y a Peña Nieto!

Es el momento de convertir la energía desatada en una fuerza organizada capaz de continuar la movilización hasta echar atrás el gasolinazo. Hay que acompañar las protestas de la más amplia propaganda y organización en los barrios, centros de trabajo, escuelas, etc. Las explosiones locales necesitan la mayor coordinación y unidad del movimiento, explicando que la lucha en contra del aumento a las gasolinas es la lucha contra la privatización de PEMEX y los energéticos, el gobierno de Peña Nieto y todas sus contrarreformas.

Nada podemos esperar de los “tiempos electorales” ni la legalidad de un sistema que condena a millones al hambre, la pobreza y la desesperanza. Todo nuestro esfuerzo hay que orientarlo a construir un movimiento estructurado en asambleas de base, coordinados mediante delegados revocables a nivel regional, estatal y nacional, capaz de aumentar y unificar la movilización hasta confluir en un Huelga Nacional general, por la caída de Peña.

¡Únete a Izquierda Revolucionaria para fortalecer el movimiento de protesta y luchar por un programa de lucha consecuente!

1. No al gasolinazo, cancelación inmediata de la liberalización de las gasolinas, diésel y gas. Derogación inmediata de la Reforma Energética, Hacendaria y Fiscal y todas sus leyes secundarias.

2. Renacionalización de las ya privatizadas (PEMEX…) bajo control democrático de los trabajadores y la población.

3. Por la Nacionalización de la banca y los sectores estratégicos de la economía. Por un Plan de Inversión Pública Productiva para crear millones de empleos con salarios dignos.

2. Ningún aumento a transporte ni canasta básica. No a los planes de austeridad de los gobiernos estatales.

3. Aumentó inmediato general de 100% al salario mínimo y escala móvil se salarios contra la inflación.

4. Abajo la reforma educativa y sanitaria. Por una educación y sanidad pública de calidad, digna y gratuita

5. Fuera la represión del Estado y la criminalización de la protesta social. Derogación de todas las leyes represivas. Juicio y castigo contra los responsables de las 43 muertes en Ayoni….

6. Fuera Peña Nieto, su gabinete y los Gobernadores que aplican su política.

7. Contra el capitalismo y su crisis, por la transformación socialista de México.


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