Los estudiantes universitarios de la provincia canadiense de Quebec llevan más de cien días en huelga contra el incremento de las tasas. Durante estas semanas se han enfrentado a una represión sin precedentes que lejos de atemorizar sólo ha conseguido incrementar su determinación y combatividad.

La huelga se inició hace ya más de tres meses cuando el gobierno liberal de la provincia de Quebec, encabezado por Jean Charest, anunció una subida de las tasas universitarias del 82% a lo largo de los próximos siete años, eso significa un incremento superior a los 1.700 dólares anuales. Este aumento de las tasas no es un ataque aislado, forma parte de la política general de recortes del gasto público y ataques a los derechos sociales que está aplicando el gobierno provincial de Quebec. Se trata de la misma política de austeridad que se llevando a cabo en Europa o EEUU y que sólo pretende situar la carga de la crisis sobre los trabajadores y, en este caso, sobre los hijos de los trabajadores, para los que será cada vez más difícil acceder a la enseñanza universitaria.

Decenas de miles de estudiantes han participado en las manifestaciones, el 22 de marzo y 22 de abril participaron 100.000 y 150.000 respectivamente en las manifestaciones, actualmente más de 150.000 siguen todavía en huelga. El gobierno ha intentado detener el conflicto anunciando algunas concesiones menores que no engañaron a los estudiantes. Primero ofreció retrasar la subida de tasas hasta diciembre de 2012, anunció un aumento simbólico de las ayudas y becas, después prometió crear un comité de negociación, donde las organizaciones estudiantiles serían una clara minoría”. También les ofreció participar de la gestión de las universidades y así poder decidir dónde se podía “ahorrar”, es decir, ser partícipes de los recortes económicos. Todas las propuestas fueron rechazadas por los estudiantes. Por ejemplo, en la Universidad de Montreal un 83% de los estudiantes rechazaron la oferta del gobierno, un 75% votó a favor de continuar con la huelga y participaron en las asambleas el 86% de los alumnos. En la Universidad de Sociología de Laval se rechazó con un 94% y un 87% decidió prolongar la huelga, lo mismo sucedió en el resto de facultades. En total 115 asociaciones universitarias que agrupan a 342.000 estudiantes rechazaron la oferta del gobierno y decidieron continuar con la huelga. Sólo aceptaron la propuesta del gobierno 3 asociaciones estudiantiles que agrupan a 4.650 estudiantes. El 14 de mayo, después de este arrollador rechazo a la propuesta del gobierno, la ministra de educación, Line Beauchamp, no sólo dimitió de su puesto del gobierno, abandonó también su escaño en la Asamblea de Quebec reduciendo la mayoría parlamentaria del gobierno a sólo un escaño. Los estudiantes recibieron esta dimisión como una importante victoria.

Desde el inicio de la movilización el gobierno desató una feroz represión contra los estudiantes, con centenares de detenidos y decenas de heridos. Como no consiguieron parar el movimiento, el gobierno provincial aprobó de urgencia una ley (Ley 78) que no sólo criminaliza a los estudiantes, sino también a todos aquellos sectores o individuos que muestren su solidaridad y apoyo con la huelga estudiantil. Entre otras cosas se prohíbe a los piquetes acercarse a menos de 50 metros de la puerta de un centro de estudio, impone severas multas para aquellas organizaciones que  organicen o participen en una manifestación no autorizada o en un piquete, prohíbe a los profesores y demás personal laboral apoyar a los estudiantes, coarta el derecho de reunión y expresión al permitir que la policía pueda entrar en las asambleas de estudiantes, además obliga a las organizaciones convocantes a entregar el recorrido de las manifestaciones con un mínimo de 8 horas de antelación a la policía.

La respuesta de los estudiantes fue convocar una manifestación el 22 de mayo, ese día la huelga cumplía cien días, para protestar contra la Ley 78 y lanzaron un desafío al no comunicar el recorrido con el tiempo necesario establecido por la nueva ley. La manifestación se convirtió en una de las mayores manifestaciones de la historia de Montreal, más de 250.000 personas desafiaron la prohibición del gobierno. La lucha no ha terminado, los estudiantes han demostrado que están dispuestos a llegar hasta el final, la multitudinaria manifestación del martes 22 demuestra además que los estudiantes no están solos, que cuentan con el apoyo de un sector importante de la población. Precisamente conseguir el apoyo y participación de otros sectores, sobre todo del movimiento obrero, es lo que resultará decisivo para el resultado final de la lucha.


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