En mayo pasado el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana STRM realizó un nuevo emplazamiento a huelga, después de alrededor de tres años de conflicto con la patronal de TELMEX. Las demandas principales son el aumento salarial y en prestaciones que finalmente se conjuró con un 4.4% y 1% respectivamente; el mantenimiento del fondo para pensiones tal como está en el contrato colectivo de trabajo (CCT), así como la contratación de personal nuevo para las casi dos mil vacantes que se han acumulado en los últimos años y que han supuesto una mayor carga laboral para los trabajadores en activo.

Todas estas demandas son totalmente legítimas y urgentes, incluso las parcialmente “solucionadas” como el aumento al salario y prestaciones ya que son insuficientes para revertir la precariedad laboral a la que se está empujando a trabajadores que cuentan con trabajo formal, base, contratos colectivos y sindicato. Renunciar a ellas y retroceder, afecta en primer lugar a los activos y pensionados de TELMEX, pero también significa un retroceso para las futuras generaciones y el conjunto de la clase trabajadora en México.

Telmex, un lucrativo negocio a costa de la clase trabajadora

TELMEX es una empresa muy lucrativa pese a todas las mentiras de la patronal, ha sido rentable desde el día en que fue arrebatada como empresa pública y privatizada para beneficio de la familia Slim. La compra de la empresa, totalmente ventajosa, le aseguraba seis años de monopolio; pese a generar ya dos billones en utilidades, fue vendida a precio de ganga por 1,757 millones de dólares durante el gobierno de Carlos Salinas, con un financiamiento por parte de éste de 426 millones de dólares a pagar en seis meses a una tasa del 10.68%.

Esta adquisición fijó un antes y un después para el ahora hombre más rico del país con una fortuna de 81 mil 200 millones de dólares, una cantidad inimaginable para cualquier telefonista y trabajador en general, de hecho, la fortuna de Slim superó a la de Mark Zuckerberg – dueño de Facebook- durante el último año y ocupa la posición 13 entre los más ricos del mundo.

Aun durante la pandemia, a lo largo del 2021, su fortuna creció en 1,237 millones de pesos ¡cada día! Al mismo tiempo que esto ocurría millones morían por no poder acceder a servicios de salud dignos, millones de jóvenes abandonaba la escuela por no tener acceso a internet y telecomunicaciones, y más de 60 mil trabajadores de la empresa no contaban con el equipo de protección necesario, ni las medidas de salubridad y mucho menos con la reducción de carga de trabajo –sin reducción salarial- necesaria para evitar la exposición a contagios.

Lo que ha puesto a la empresa supuestamente al borde de la quiebra es la política de asfixiar a las empresas cuyos trabajadores cuentan con mejores condiciones laborales, para así justificar rebajar esas condiciones al mínimo. Mientras American Móvil y otras filiales se ven beneficiadas por la desviación de recursos, el fondo de pensiones de TELMEX se encuentra aparentemente en crisis.

Este cuento de la quiebra, en primer lugar, debería ser transparente y comprobado al conjunto de los trabajadores que ha hecho posible la existencia de la empresa, por ello, exigimos la apertura de las cuentas, como un derecho democrático que tienen todos los trabajadores de conocer a fondo cual es la situación económica real de la compañía para la que entregan años de trabajo y vida.

Sin embargo, a la patronal no le conviene exponer las cuentas totalmente, sabe muy bien que quedaría expuesto el verdadero responsable de esa situación de crisis, pues son ellos y sus malos manejos y maniobras. De reconocerse esto, quedaría claro que quienes tienen que responder ante tal situación son ellos y no los trabajadores, y por lo tanto son ellos los que deberían irse y abandonar sus beneficios obtenidos a costa de los sistemáticos retrocesos para la plantilla laboral.

TELMEX debería ser retomada por el Estado y puesta bajo control de los trabajadores, eliminando así que las lucrativas ganancias de la empresa vayan a parar a los bolsillos de los más ricos del país, con ello se haría posible la reducción de la tarifa, más importante hoy tras la terrible experiencia de la pandemia, que nos obligó al confinamiento convirtiendo a las telecomunicaciones en un insumo básico para las familias trabajadoras.

La expropiación de TELMEX bajo control de los trabajadores y sin dar a cambio ningún tipo de indemnización, sería la única garantía de asegurar que la población que no tiene acceso a las telecomunicaciones, puedan tener este derecho que se ha convertido en básico, y así romper con la creciente brecha de desigualdad social que implica tener o no acceso a estos medios, tanto para la educación como para el ámbito laboral.

No existe capitalismo de “rostro humano”, como no existen los “empresarios buenos”

La explotación laboral no tiene que ver con la bondad o no de los dueños de las empresas, sino con la lógica del sistema capitalista que se basa en ella: entre más explotación, más producción a bajo costo, más competitiva es una empresa y sus ganancias son mayores. Esta explicación es una forma simplificada de lo que implica el capitalismo, mostrando cómo la moral, la ética o los buenos sentimientos no interfieren en absoluto, al contrario, la moral burguesa ha nacido de la necesidad de justificar este status quo a beneficio de la clase dominante.

Es por ello que ninguna apelación por parte del gobierno a los empresarios para rebajar la explotación o para mejorar las condiciones laborales ha tenido ni puede tener un efecto en la realidad. Slim ha sido presentado por el gobierno de AMLO como un empresario ejemplar, patriota y abierto a negociar y apoyar, pero la realidad que viven los trabajadores de sus empresas es totalmente contraria.

Lavarles la cara a estos empresarios, solamente los fortalece para seguir aplicando recortes y aumentar la explotación, no sólo en el conflicto de Telmex, sino también en la actual falta de distribución de utilidades justas como medida consciente de la patronal para que sean los millones de trabajadores quienes paguen los platos rotos de la crisis económica

En el fondo, lo que ocurre es que los intereses de la clase trabajadora están contrapuestos a los de la patronal, pero no sólo el gobierno federal niega esta contradicción, haciendo creer que se trata de buena voluntad, también la dirección sindical del STRM ha reproducido este discurso, señalando que es posible llegar a un acuerdo beneficioso para ambos ¡Vaya acuerdo beneficioso ha sido el 4% al salario cuando la inflación rebasa el 7.5%! y ahora la patronal espera que la plantilla de jubilados acepte que sus pensiones sean convertidas en acciones de una empresa al borde de la quiebra (¡).

Telefonistas como moneda de cambio

La dirección sindical del STRM ha tenido una política totalmente contraria a los intereses de los trabajadores, amagar con la huelga, sin estallarla, ha permitido a la dirigencia sindical contener el ambiente cada vez más crispado dentro del sindicato, diluirlo, desmoralizar y debilitar cualquier tipo de respuesta combativa. Esta actitud debe parar ya, debe existir una renovación de la dirección por trabajadores realmente dispuestos a dar la batalla, tras 46 años de permanencia en la dirección sindical por parte de Hernández Juárez no es de extrañar que la comodidad, los privilegios generados y la posición de poder de uno de los sindicatos nacionales más grandes, le haya gestado condiciones totalmente ajenas a las que vive la mayoría de la plantilla cada vez más precarizada. Es necesario un cambio de dirección, con compañeros a la altura de las necesidades de lucha, que llame a la huelga, la prepare, la haga viable y se vincule con el resto de luchas y sectores.

La táctica de la actual dirección es permitir que la patronal use el emplazamiento a huelga como una medida de presión hacia el gobierno federal para que, con la justificación de que el negocio “no es viable”, eche atrás la reforma peñanietista de telecomunicaciones y le permita incrementar su monopolio a través del Triple Play acaparando la televisión y la radio.

Por su puesto, se tiene que echar atrás la reforma reaccionaria de las telecomunicaciones tal cual se encuentra ahora, pero no para permitir la monopolización ahora de Slim, sino para evitarla y democratizar el manejo y el acceso a los medios de comunicación. En estas condiciones la reproducción del discurso sobre “la crisis en Telmex” por parte de la dirección sindical y que será resuelta mediante el acceso al Triple Play, además de ser mentira, sólo permitirá avanzar a la patronal en la separación funcional de labores, sería el inicio del fin de esta compañía, y en especial del CCT de sus trabajadores que serán recolocados con nuevos contratos a la baja.

Tenemos fuerza para luchar, solamente nos falta organizarla

Tras tres años de emplazamientos y prórrogas para la consumación de la huelga en la mayor empresa de telefonía en México, cada vez es más difícil para la patronal y para la dirección sindical evitarla, pues el descontento se ha incrementado considerablemente, de hecho, una medida que pretendía ser moderada y controlable por parte de la dirección sindical como el llamado a tomar un día económico en el mes de agosto, se convirtió en un paro laboral, muy a pesar de la mala organización.

Tampoco es casualidad la disolución del carácter combativo que debía tener el contingente telefonista en la pasada marcha del 1 de mayo. En medio de una de las batallas más importantes que ha atravesado la plantilla, el contingente en vez de generar un ambiente combativo, con consignas claras y determinación, fue inundado de alcohol y un ambiente de carnaval, como si la lucha ya se hubiera ganado, cuando en realidad aún no se ha emprendido seriamente.

Aun así, el ambiente combativo predomina entre la plantilla laboral, las y los trabajadores han votado mayoritariamente la huelga una y otra vez, han mostrado su disposición a pasar a otro nivel en la lucha. Este 7 de junio las y los trabajadores telefonistas deben de imponer su voluntad y dar paso a la primera huelga telefonista desde 1985, llamando a la solidaridad de todos los demás sindicatos de la UNT como el SINDJA o SUTNOTIMEX que ahora mismo también se encuentra en lucha, así como a los del resto del país que están dando batallas como el SINTTIA, el SNITIS, etcétera.

Desde Izquierda Revolucionaria damos toda nuestra solidaridad, apoyamos el camino de la huelga, porque sabemos que es la única vía para enfrentar la ofensiva de la patronal y demostrar la fuerza de la base trabajadora, nos sumamos con entusiasmo y combatividad en las tareas de difundir la lucha, extenderla y fortalecerla para que sean cumplidas las demandas del gremio.

Es fundamental llamar a la lucha organizada en cada centro laboral, a través de la convocatoria a asambleas resolutivas y poner un ultimátum a la dirección: o se ponen seria y firmemente al frente de la batalla o se van, y dejan el sitio a compañeros que realmente quieran dirigir esta lucha.

La propaganda y la agitación es fundamental, repartir volantes y convocar a asambleas para votar una huelga es un derecho que trasciende a la dirección sindical, apliquemos este mismo mecanismo a los usuarios y las comunidades, informemos al pueblo de las demandas y sumémoslo a esta batalla que también es suya.

No demos marcha atrás para echar abajo la separación funcional de Telmex, por arrebatar aumentos que se correspondan con la inflación acumulada y reviertan la pérdida de nuestro poder adquisitivo, por seguridad en el retiro y pensiones dignas, por la contratación del personal faltante y por la puesta en manos de los trabajadores de una empresa clave para asegurar el derecho básico a la telecomunicación e información.

¡Basta de lavarle la cara a los empresarios, sus beneficios se basan en nuestra precarización laboral!

 


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