El jueves 9 de marzo las y los estudiantes de la UAM Cuajimalpa realizaron una asamblea que aprobó por más del 75% un paro indefinido y la toma de las instalaciones ante la actitud misógina y machista de la Rectoría de la UAM que negó una violación y solapo al agresor con un dictamen revictimizante, lleno de desprecio hacia la víctima.

Inmediatamente las otras cuatro unidades se sumaron al paro en solidaridad. Las y los estudiantes han organizado guardias, recolecta de víveres, enfrentado la represión y hostigamiento, realizado asambleas y pliegos petitorios llamando a implementar y cumplir con los protocolos contra la violencia de género.

Sin embargo, tras semanas de paro, las demandas no sólo no han sido resueltas, sino que la Rectoría ha presionado por la apertura de los planteles como condición para dialogar y resolver, llegando a plantear que se están llevando a cabo acciones, cuando desde sus mismas oficinas se maquinan constantes ataques contra el movimiento así como también contra otras compañeras en lucha, por ejemplo, contra nuestra compañera Sam, una víctima de abuso sexual y acoso laboral quien al alzar la voz fue rescindida y desde entonces no ha dejado de ser atacada e intimidada, la hipocresía de la Rectoría no tiene límites.

Fortalecer la lucha

Ante la cerrazón de Rectoría, es aún más urgente vincular la lucha con todos los sectores posibles, comenzando con las bases del SITUAM, con la comunidad aledaña a los planteles y otras escuelas y universidades. La experiencia histórica del movimiento estudiantil nos muestra que esa vinculación es la que nos arropa aún en las batallas más difíciles, las y los trabajadores, las familias, etc. entienden perfectamente que esta es una batalla que beneficia a sus propias hijas e hijos, ¿Cuántos y cuántas no queremos una educación de calidad y libre de violencia para nuestrxs hijxs?

Las brigadas a colonias y escuelas sirven para informar desde el movimiento, contrarrestando a los medios masivos de comunicación y a las redes de la UAM, que mienten con falsa empatía, y sirven también para animar la lucha en otros sectores y de aprender de otras experiencias.

Yo sí te creo

El primer aliado y el más natural son nuestros compañeros y compañeras que trabajan dentro de las unidades, ya sea administrativxs o profesorxs y que se ven sometidos al mismo régimen represor de las autoridades de la UAM viviendo junto con nosotrxs la violencia machista, misoginia y represión laboral.

Muchas personas dirán que entre los agresores se encuentran también trabajadores, y tienen razón. La dirección del SITUAM tiene la responsabilidad de actuar congruentemente en la defensa de la comunidad universitaria y de la lucha contra la violencia machista. Por supuesto, se tiene que hacer una investigación para defender los derechos laborales, pero violentar a una alumna o trabajadora no es ningún derecho.

El mismo sindicato debe contar con sus propios protocolos de actuación, se debe evitar que las víctimas convivan con sus agresores, si es necesario, suspendiendo del cargo al acusado, o ¿no está en sus manos la suspensión de derechos e incluso la expulsión de sus miembros por otro tipo de faltas? ¿Por qué no considerar la violencia machista una falta grave?

Tampoco se pueden asumir acríticamente los dictámenes judiciales, pues sabemos que el sistema de justicia es patriarcal y machista, que no reconoce a las víctimas, las ahuyenta, las obliga a llevar procesos tortuosos hasta su desistimiento y como resultado tenemos que el 95% de los delitos contra la mujer queden impunes, y cuyas resoluciones son usadas tendenciosamente por las autoridades universitarias.

De hecho, esta es una gran oportunidad para que el sindicato discuta internamente sobre el papel que ha jugado frente a las denuncias, lo que está haciendo para luchar contra la violencia machista (no basta tener una secretaria general) y crear la cartera de la mujer. No necesitamos buenos gestos sino acciones concretas. La defensa de las y los trabajadores no se contrapone ni va separada de la lucha contra la violencia patriarcal, todo lo contrario.  

Efectivamente, puede existir el uso político de denuncias de esta clase, pero quien crea que denunciar falsamente puede tener beneficios para las víctimas, está en un grave error, si las denuncias son tan pocas frente a la enorme masa de mujeres que sufren algún tipo de violencia (70%), es porque la revictimización y la exhibición pública son el pan de cada día para las denunciantes, se requiere de gran valor y de soporte psicológico para enfrentar que se les tache de locas, exageradas o mentirosas, ahora, una vez hecha una denuncia, todo mundo tiene derecho a presentar una defensa e investigación.

Cientos de trabajadoras integrantes del mismo sindicato son víctimas de esta violencia, para ellas tampoco es fácil denunciar ni pedir ayuda a su sindicato. Para las trabajadoras de confianza es todavía peor, recientemente han sido rescindidas varias compañeras de la Contraloría y la Abogacía General, por alzar la voz, ellas fueron presas del acoso laboral, sexual, del clasismo y misoginia.

¿Cómo vamos a conseguir justicia en los casos donde los estudiantes son violadores cuando los mismos funcionarios de más altos rangos son violentadores? ¿Cómo esperar que el Abogado General, Rodrigo Serrano, actúe cuando él mismo es agresor y encubridor? ¿Cómo vamos a enfrentar a esta cúpula si no es en unidad con las trabajadoras y trabajadores de base (profesores, administrativos y de confianza)?

Lo que nos une, más allá de casos individuales, es que somos víctimas de la misma violencia institucional en todas sus formas y los supuestos mecanismos se aplican a discreción. Si hoy es incómoda una trabajadora denunciante, simplemente se le rescinde el contrato, pero si se trata de la denuncia contra un trabajador cercano a la Rectoría o un funcionario simplemente no se aplica nada y se hace un proceso tortuoso para las denunciantes. Esta estrategia de doble rasero no la podrán evitar los mecanismos o protocolos más sofisticados, sino la movilización política y la lucha para echar a todos los machistas y misóginos de la UAM empezando por los altos funcionarios ¡Qué se vayan todos!

La estrategia de las autoridades de la UAM es criminalizar y dividir, por ello necesitamos unificar la lucha y extenderla.

¡Basta de clasismo y machismo en la UAM!


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