Las terribles imágenes, hace unas semanas, de cientos de emigrantes subsaharianos intentando entrar desesperadamente en nuestro país, aun a costa de perder la vida, con la única intención de huir de la miseria y la pobreza, vuelven a destapar las terLas terribles imágenes, hace unas semanas, de cientos de emigrantes subsaharianos intentando entrar desesperadamente en nuestro país, aun a costa de perder la vida, con la única intención de huir de la miseria y la pobreza, vuelven a destapar las terribles condiciones de vida que sufren los pueblos de África.

No es habitual ver destacado en los medios de comunicación el sufrimiento de los habitantes de África, excepto cuando se publican los informes anuales de la FAO o el PNUD, o cuando se producen hambrunas o genocidios difíciles de ocultar. Además, según los mismos medios, cada vez que se produce una de las interminables guerras que asolan el continente desde hace más de dos décadas, la explicación es la misma: “problemas tribales que se remontan a siglos”, “cuestiones étnicas”, “escaso nivel cultural” y otras cosas por el estilo, que tienen como único objetivo ocultar que el continente africano se ha convertido en un gran tablero de ajedrez donde las grandes potencias imperialistas, al servicio de las grandes multinacionales, mueven a los distintos gobiernos títeres o a las distintas milicias locales como si fueran peones, con el propósito de conseguir una parte cada vez mayor de los enormes recursos y riquezas naturales que subyacen en el suelo del continente.

Crecimiento económico

y miseria

Resulta paradójico que en el año 2004 el continente africano fuera la región del mundo que más crecimiento económico experimentó, un 5%, el mayor en ocho años. Esta tasa de crecimiento se ha conseguido gracias al petróleo. En los últimos años se descubrieron grandes reservas de crudo, acumulando ya el 9% de las reservas mundiales, con unas características geológicas que hacen que la extracción sea mucho más barata y rápida que en otras zonas del mundo, además de contar con una inmensa mano de obra que trabaja en condiciones casi de esclavitud. El 15% de las importaciones petroleras de EEUU proceden de África y la perspectiva es que en pocos años alcancen el 25%.

¿Cómo es posible que el continente más rico del mundo en recursos naturales y materias primas esté sumido en la más absoluta pobreza? Un dato es suficiente: entre el 60 y el 80% de los ingresos conseguidos por el petróleo “se pierde” en manos de los gobiernos y sus socios en los diferentes países. El objetivo del capitalismo es el máximo beneficio individual, no el bienestar social.

África subsahariana

El África subsahariana, formada por más de 40 países y más del 10% de la población mundial, es la zona más pobre del mundo y la única zona de África que no ha experimentado crecimiento económico. De hecho, desde los años sesenta este crecimiento ha caído progresivamente.

Estos países tienen una deuda externa de 300.000 millones de dólares, la mayor parte contraída debido a la aplicación de los Planes de Ajuste Estructural del FMI. El ingreso per cápita era de 460 dólares en 1994, en la actualidad es menos de una quinta parte que en los países de la OCDE. Hay 24 países en situación de emergencia alimenticia, entre otras cosas porque el FMI les ha obligado a vender sus reservas de grano dejando desprotegida a la población en caso de malas cosechas o han tenido que eliminar las ayudas a la alimentación. Por ejemplo, en Malawi la subida del precio del maíz ha hecho que 4,6 millones de personas estén amenazadas por el hambre, en el caso de Zimbabue son tres millones de personas las que están en esta situación.

La guerra en el Congo,

modelo de guerra

de rapiña

Quizá uno de los mejores ejemplos de cómo se produce esta explotación imperialista sea la guerra en la República Democrática del Congo. Ahora, formalmente, se ha firmado un acuerdo de paz pero en la práctica los enfrentamientos continúan y el este del país sigue ocupado por ejércitos extranjeros. En los últimos seis años han muerto más de 3,3 millones de personas en esta guerra, que fue calificada por Madeleine Albraight como la “primera guerra mundial africana”.

En ella participaron siete países, por un lado Angola, Zimbabue y Namibia enviaron tropas para apoyar al gobierno congoleño, por otro lado estaban Uganda y Ruanda que ocuparon la mitad oriental del país. ¿Qué hizo el imperialismo estadounidense? Enviar armas, dinero y dar entrenamiento militar a los siete ejércitos. Estos ejércitos, a cambio de la ayuda norteamericana, suministraban materias primas a EEUU a unos precios muy inferiores a los del mercado. El Congo es el país más rico de África, tiene las mayores reservas del mundo de cobre, cobalto y cadmio. Según los expertos, sólo con la mitad del oro extraído de la mina Sezere (Congo) este país podría haber pagado toda su deuda externa. Además tiene las mayores reservas de coltán, un mineral fundamental para la fabricación de teléfonos móviles, misiles o reactores nucleares. Empresas como Siemens, Hitachi o Sony tienen intereses directos en la región y también han financiado a estos ejércitos. Podríamos enumerar la larga lista de guerras de los últimos años (Costa de Marfil, Ruanda, Angola, Mozambique) y los intereses estratégicos, las intrigas imperialistas (EEUU, Francia, Gran Bretaña, Bélgica…).

Si hay un ejemplo que demuestra la total inviabilidad del sistema capitalista es precisamente el continente africano. Un continente potencialmente rico hundido en la miseria, con miles de personas muriendo de hambre y enfermedades como el sida (más de veinte millones de afectados), viviendo en unas condiciones de esclavitud por sueldos inferiores al dólar diario, con decenas de miles de niños utilizados como soldados. Realmente ¿a alguien le puede extrañar la desesperación por huir de África?


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