Más de un millón de franceses se manifestaron el 4 de octubre en una jornada en contra de la precariedad laboral y la pérdida de poder adquisitivo, convocada por los sindicatos mayoritarios.

Después de 30 años sin acuerdos entre los diferentes sindicatos, se dio en esta convocatoria una unanimidad que propició la confianza de toda la sociedad francesa, llegando a apoyarla en un 72% según los sondeos.

De igual forma, estas movilizaciones tienen el apoyo de todos los partidos de izquierda y de la oposición: PS, PCF, Los Verdes y la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), poniendo así al gobierno de Villepin en una delicada situación. A pesar de que días antes de la jornada, Jean François Copé, portavoz del gobierno declaraba que aunque teniendo su importancia, esta movilización no iba a cambiar las “grandes reformas” previstas por el gobierno que “son buenas para Francia”, Villepin se apresuro en asegurar, en la Asamblea Nacional ayer, que : “Escucho el mensaje que nos mandan los franceses. Queremos darle respuesta a sus inquietudes y aspiraciones.”

Esas respuestas que no se concretarán por la sencilla razón de que para un gobierno pro-capitalista, serían totalmente incompatibles con la defensa de los intereses de sus mentores, la patronal, y las directrices de Bruselas. Lo que nos hace suponer que la agenda de movilizaciones prevista por los sindicatos seguirá su curso apoyada por la inmensa mayoría de los trabajadores franceses. Una clase trabajadora que ha dicho basta a los recortes de los derechos laborales, a la precariedad laboral, a la crisis del alojamiento, a las deslocalizaciones de empresas, a las privatizaciones.

En este último tema, tuvo particular protagonismo en la manifestación de más de 100.000 personas de Marsella, el colectivo de marineros de la empresa SNCF, que está protagonizando desde hace un tiempo una heroica lucha en contra de su privatización. En el sector del funcionariado estatal también hay un gran apoyo a las protestas que se traduce en un 88% a su favor según las encuestas. Han acudido en masa a las manifestaciones del 4 de octubre, codo con codo con los asalariados de empresas como Hewlett-Packard, STMicroelectronics, Geant Casino, Legrand, Renault Trucks, Airbus, Alcatel o Ford, todas en pie de guerra, por las amenazas de deslocalizacion, regulaciones de empleo o cierres.

La unanimidad en la acción de todos los sindicatos y partidos de la oposición refleja la enorme presión que ejercen los trabajadores y los jóvenes desde las bases no dejando ningún resquicio para el acuerdo o el pacto con la clase dominante y su gobierno.

Francia, con sus movilizaciones se convierte en la antesala de lo que se avecina por toda Europa en los tiempos que nos esperan. La necesidad de disminuir las prestaciones y derechos de la clase trabajadora para mantener los beneficios de las grandes empresas llevará como vientos huracanados a todos los rincones de Europa la lucha de clases. En España, el mes que viene, la huelga estudiantil en defensa de una enseñanza de calidad, y en contra de la reforma promovida por el ministerio de educación, es el pistoletazo de salida.

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