Los pueblos de diferentes países de Latinoamérica están ahora mismo dando una contundente cátedra de  habilidad ofensiva y capacidad auto-organizativa. Una expresión fundamental del proceso revolucionario actual en América Latina está precisamente en Venezuela, donde no acaban los ataques contra los logros de la revolución bolivariana, y el pueblo lucha contra una intermitente, pero no menos agresiva reacción proveniente tanto del imperialismo norteamericano como de la burguesía nacionalista.

Desastre económico

El desarrollo económico en América Latina se ha visto deteriorado durante estos últimos años, a pesar del ejemplar esfuerzo de los trabajadores del campo y la ciudad; ha habido una reducción del crecimiento al 0.8 por ciento, lo cual representa el 50 por ciento de las proyecciones. Esto trajo consigo una serie de eventualidades: incremento en la explotación; mayor precariedad laboral; aumento en el índice de pobreza; desigualdad, desempleo y condiciones de pobreza extrema.

En este marco continental, Venezuela representa una catástrofe económica debido a la obscena agresión del imperialismo contra las necesidades del pueblo y los trabajadores. Las importaciones se desplomaron a un 70 por ciento por las empresas cerradas, y las activas sólo muestran una capacidad productiva de 15 por ciento. Ante una autentico boicot y chantaje de las empresas, la calidad de vida de los venezolanos ha disminuido considerablemente debido a la escases. El carácter parasitario y especulador del capitalismo venezolano aumenta desde hace ya un largo periodo. La migración aumenta, pero muchos de ellos, en algún momento, deben regresar o son deportados; todo este ambiente, se suma a la actitud de la burocracia madurista que mantiene al pueblo al margen de la participación de la clase trabajadora, esto produce escepticismo, desmoralización y genera apatía de cara a sus organizaciones tradicionales.  

El bloqueo imperialista del exterior y la reincorporación de los sectores reaccionarios al interior expresan una potencial y latente amenaza, pero igualmente refleja la necesidad de luchar en la calles, estos últimos meses han definido una serie de consignas contra el parasitismo burocrático y los sectores conservadores.

Negociaciones y oposición

El cansancio parece marcar este último periodo ante los desacuerdos entre la burocracia nacionalista y la burguesía “proyanqui”. Aunque existan mesas de negociaciones, los intereses de la clase trabajadora son los menos atendidos por los promotores nacionales y los observadores internacionales. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización de las Naciones Unidas se aparecen por ahí, pero no garantizan algo significativo para la clase trabajadora; esto ha sido informado incluso por organizaciones internacionales de derechos humanos. Una resolución está muy lejos de las mesas de negociaciones; si no fuera por la propia intervención decisiva del pueblo en los procesos fundamentales de la vida económica, el imperialismo y la burguesía ya hubieran causado una guerra para destrozar al país.

Guerra administrativa

Los ataques de la derecha se mantienen: empresas canadienses y norteamericanas prácticamente sabotean a sus trabajadores; parece que su plan consiste en profundizar el desastre administrativo mediante “autorrobos” o autosabotaje. Los pleitos por este tipo de acciones provocan que las negociaciones se estanquen, como la mesa de Barbados. En este último periodo, Venezuela se debate entre las nacionalizaciones y la diversidad de sabotajes por privatizar o reprivatizar la economía. En este amargo clima de abiertas confrontaciones y lucha de clases, la refinación y transportación petrolera están afectadas, y parece que con el tiempo se deteriorarán más a no ser que los trabajadores del sector se involucren de lleno en el próximo periodo. Es lo único que se ha conseguido a través de las negociaciones: NADA para los trabajadores, en cambio más tiempo para el desgaste y la reorganización de la burguesía y la derecha, una lección importante para el resto del continente.              

El grado violento y terrorista de los golpistas venezolanos no tiene parangón, muestran el carácter verdadero de los diversos empresarios interesados en la entrada de capital extranjero a Venezuela. Hacia los medios de comunicación se presentan como oposición pacífica o como “luchadores sociales”, pero realmente accionan como auténticos fascistas, reúniendo a los sectores marginados con la burguesía proextranjera para conformar la “guaimbas” que persiguen y detienen violentamente a simpatizantes de Maduro o a militantes de las organizaciones bolivarianas; la supuesta oposición causa terror y estimula la violencia en las calles.

Una de las últimas “guarimbas” causó 100 muertos entre marzo y julio de 2017; son los mismos que intentan tomar el poder, y quienes organizaron los ataques de abril de este año, y que se juntaron para sabotear el aniversario donde Maduro fue agredido en el pasado reciente.

La función de la Asamblea Nacional Constituyente

Los sectores más participativos del chavismo han demostrado no solamente una gran capacidad de resolución respecto a la economía, sino que se organizan automáticamente para enfrentar las reacciones intermitentes de la burguesía. La elevación de la conciencia del pueblo se expresa cada vez más claramente en las consignas contra el imperialismo intervencionista del Estados Unidos. Ahora mismo, los sectores más activos del movimiento ven un giro a la derecha en Maduro respecto a los sectores chavistas de la guardia original. El régimen venezolano actual se evidencia por su carácter socialdemócrata, porque no tiene claras las perspectivas mínimas, y sus medidas actuales son de corte reformista. Esta debilidad invita constantemente a la intervención golpista, sin embargo, lo más significativo es la fortaleza de la resistencia del pueblo que no ha podido ser quebrantado, pese a las terribles condiciones.

Maduro ha rechazado una y otra vez, su intervención en los procesos de Ecuador, y es cierto, no ha metido las manos, pues no le interesa que esto contagie las aguas en su propio territorio frente a la incapacidad de la burocracia. Al contrario de esta actitud, es fundamental llamar desde todos los pueblos a la solidaridad, a la defensa de los pueblos de América y declararle la guerra al imperialismo y a las burguesías nacionales.    

Es fundamental fortalecer las tendencias socialistas en Venezuela para que actúen con apoyo de un programa revolucionario al interior de los comités barriales conformados por el valeroso pueblo. La Asamblea Nacional Constituyente no garantiza nada, menos aún las medidas reformistas, hay que participar aludiendo a nacionalización inmediata de la banca y de la economía completa; no al pago de la deuda externa y por una federación socialista en América Latina.


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