Las Fuerzas Armadas en México tienen un largo historial de violencia y ataques al pueblo trabajador, campesino, indigena y a la juventud ¡Nosotrxs no olvidamos, sí tenemos memoria! Las más trascendentales, por su crueldad, son por supuesto la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco, el 10 de junio de 1971 con el llamado Halconazo, la guerra sucia y en 2014 con el ataque a los normalistas de Ayotzinapa.

Si bien, estos casos son ruines y escandalosos en un país supuestamente democratico, no son los únicos, hemos tenido además el caso de Tlatlaya, en dónde el ejército disparó a persona rendidas y desarmadas, el de Nochixtlán que fue una abierta represión contra el magisterio, madres y padres de familia y niños, la represión en Atenco por la resistencia a la construcción de un nuevo aeropuerto, etc.

¡Fue el ejército!

Tambien tenemos muchos otros casos en donde la violencia machista se utilizó por parte de estas coorpoaraciones como una forma más de amedrentamiento: la violación tumultuaria de 14 mujeres en julio de 2006 en un bar de la Monclova por el pelotón del XIV Regimiento Motorizado de Caballería, el caso de Ernestina Ascencio, mujer indígena de 72 años que fue violada y asesinada por militares y las violaciones a las mujeres de Atenco en el contexto de detener la lucha contra la imposción del aeropuerto. 

Los cuerpos militares patrullando las calles han elevado su índice de letalidad, según datos del The New York Times, los soldados mexicanos matan a ocho personas por cada una que dejan lesionada, un índice de letalidad desproporcionado y muy alto, pues según datos de la Cruz Roja, en una guerra en promedio hay cuatro heridos por una persona muerta (NYT, 26/05/2016).

Por si fuera poco, existen varios casos evidenciados de la complicidad del Ejército con grupos criminales, uno de los rostros sonados fue del General Roberto Miranda Sánchez, otro más el Coronel Marco Antonio de León Adams, así como el comandante y jefe de la GN es un militar, el General Luis Rodríguez Bucio, a quien se le vincula con grupos militares antiterroristas (GAT), que en su momento fueron comandados por Genaro García Luna en el gobierno de Felipe Calderón, (de quien ya se ha demostrado fue operador del cártel de Sinaloa dentro del gobierno). Los militares no son parte de la solución a la violencia, son parte del problema.

El verdadero carácter de las Fuerzas Armadas (de todos los tipos) ha sido el de reprimir la lucha de las y los trabajadores, mujeres organizadas, campesinos y la juventud. Los cuerpos militares y paramilitares especiales han jugado un papel protagónico en la represión del movimiento social, fue la Policía Federal la que rompió la huelga de la UNAM, fueron los grupos paramilitares los que asedian al zapatismo, los perpetradores de la masacre de Aguas Blancas, etc. Por ello es inaceptable que un gobierno se diga de izquierda y al mismo tiempo le lave la cara a esta institución en una gran ceremonia de autoafirmación el pasado 16 de septiembre.

Cada régimen busca el control del brazo armado del Estado, creen que tienen que hacerlo así para conservar el poder, pero este brazo, cada vez tiene más poder y privilegios. Desde el 2000 con la supuesta transición y la llegada del PAN al gobierno federal, la tendencia se ha acelerado. Ya en el gobierno de Fox, el general Macedo de la Concha era parte del gabinete al frente de la PGR. La tendencia no ha decrecido, al contrario, en el gobierno de Calderon se inundaron las calles de militares con la supuesta “Guerra contra el narco” muchos de los que estuvieron al frente entonces, se mantienen aún hoy en los altos mandos. El riesgo es evidente, tan sólo durante los primeros tres años de comenzada la “guerra contra el narco” 300 civiles inocentes fueron asesinados a manos de militares (La Jornada/2009/09/10).

Actualmente, con el gobierno de AMLO, pese a que se prometió un grupo de mando civil y durante su campaña electoral decía repudiar la militarización, desde el primer momento que AMLO prepara la transición ya estaba en sus planes conceder toda clase de privilegios y decisiones a los altos mandos de las FFAA, entre ellas que la decisión de los próximos secretarios de Marina y SEDENA, quedarán entre los cercanos a Cienfuegos, el heredero del poder militar del gobierno de Peña y en titularidad de la SEDENA cuando ocurrió el ataque a los normalistas de Ayotzi. Aun así, AMLO construyó la GN conformada al inicio por el 75% de militares activos.

Se dijo que la Guarida Nacional sería diferente, por su capacitación en Derechos Humanos y otras supuestas medidas que se tomarían, sin embargo, el reciente asesinato de Alexis, un jóven de Guanajuato, por un miembro de la Guardia Nacional y las 591 quejas por violación de derechos humanos de enero del 2019 a junio del 2021, que van desde asesinatos, tortura, desapariciones forzadas, trato cruel e inhumano, así como detenciones arbitrarias demuestran todo lo contrario. 

Hay evidencia suficiente para afirmar que no hay nada de diferente. Esta nueva variante de las Fuerzas Armadas se puede convertir en un arma mortal contra le pueblo, por eso nos oponemos rotundamente a su incorporación al ejército, pues si bien se plantea que su mando será civil, la realidad es que toda la parte operativa y la conducción en términos concretos será llevada a cabo por el ejército, el mismo del que ya hemos señalado su actuación.

Mayor presupuesto, más hombres y más poder 

Las implicaciones de la conformación de la GN han sido la continuidad de fuerzas militares en las calles, su fortalecimiento y el aumento de su influencia política. La acumulación de poder de las fuerzas armadas no se limita a la creación de estos cuerpos especiales y la continuidad de la militarización de las calles, por si fuera poco, el gobierno de AMLO les ha cedido un presupuesto histórico: para 2022 se asignó 22% más presupuesto para la Defensa que el año anterior y 17% más para la Marina, fue el mayor presupuesto asignado después de las pensiones a adultos mayores (El financiero, 12/11/2021).

Este gobierno también ha cedido a los militares el control de zonas estratégicas como las aduanas, aeropuertos, puertos y megaproyectos (como el Corredor Transístmico, el Tren Maya, la Refinería Dos Bocas, el Proyecto Integral Morelos y el aeropuerto de Santa Lucía). En 2020 se anunció que además estarán encargados de los Aeropuertos de Palenque, Chetumal y Tulum. La Secretaría de la Defensa se encargará no sólo de las obras, sino también de la operación y la administración de los ingresos y sus recursos a través de la “empresa” militar: Grupo Aeroportuario, Ferroviario de Servicios Auxiliares y Conexos Olmeca, Maya, Mexica. Banjercito se ha convertido en una importante fuente de financiamiento.

El Ejército se transforma con esto en un agente económico y político aún más poderoso, los altos mandos se identificarán de manera mucho más concreta con los intereses de la burguesía, pues ellos mismos se benefician de las mismas relaciones de producción capitalistas, pasando de ser poderosos y privilegiados servidores a miembros de la clase opresora.

Aunque AMLO pretenda comprar de esta forma la lealtad de estos grupos, su compromiso no está garantizado y en manos de quien venga a ocupar los próximos gobiernos puede convertirse en la mayor fuerza de control y represión en décadas, regresando a los peores momentos de control militar de la historia del país.

Andrés Manuel debería tomar nota de la trágica experiencia de Evo Morales, que también intentó ganarse la simpatía de los generales con prebendas. Sus maniobras no impidieron que, llegado el momento, Williams Kaliman, comandante en jefe del ejército boliviano, no tuviera el menor problema en reclamar su dimisión a pesar de que hacía menos de un año -cuando asumió su cargo-, se había declarado un “soldado del proceso de cambio”.

El crimen y las Fuerzas Armadas crecen juntos

La lucha contra el crimen organizado ha sido un total fracaso, desde los gobiernos de Fox, Calderon y Peña Nieto, el crimen organizado no ha parado de crecer y tomar cada vez más control, los datos que damos más arriba sobre los funcionarios de alto rango coludidos con el crimen son la punta del iceberg, pero la podredumbre que se esconde es monumental, tal como lo refleja el reciente  informe de Ayotzinapa, es difícil diferenciar en donde comienza el crimen organizado y donde termina el gobierno, pues lo que hemos tenido es un narcoestado. 

Sin embargo, el gobierno de Morena le sigue apostando a esta estrategia, y la presentan como la única alternativa, cuando durante años las comunidades campesinas e indígenas nos han demostrado que hay otra vía y que si bien ha resultado indeseable y costosa, esto sería diferente si realmente hubiera apoyo desde el gobierno y una estrategia para ampliar y fortalecer los grupos organizados de los pueblos para su  autodefensa, los únicos que ha logrado echar al crimen organizado de sus comunidades. 

En cambio, el gobierno de AMLO ha reprobado estas organizaciones locales, les ha dado la espalda y ha llamado a confiar en el gobierno y al desarmarse, la esperanza ha movido a muchos a hacerlo, pero ahora mismo se lleva a cabo un nuevo rearme en Michoacán, pues es claro que del gobierno ni de las fuerzas armadas vendrá una solución. 

En el terreno del combate al crimen organizado como en muchos otros, AMLO también a reculado, desdiciendose de sus discursos previos a ocupar el cargo de presidente, admitiendo “haberse equivocado”, sin embargo, lo de antes era más prometedor que los hechos actuales, ¿Qué ha pasado con el dicho: “sin el pueblo nada”? Las palabras se las ha llevado el viento, y hoy cuando necesitamos apostarle a la organización y el armamento del pueblo para hacerle frente al crimen organizado, AMLO voltea a ver a las instituciones represoras, les da aún más poder y las pone en las calles.

Una vez más AMLO abandona la vía de basarse en el pueblo para devolverle el poder a los de siempre

Al contrario del protagonismo que se le quiere dar a las Fuerzas Armadas, exigimos una depuración urgente, a todos los niveles, en donde se enjuicie y castigue a todos los elementos coludidos con el crimen organizado, responsables de asesinatos extrajudiciales, sicarios a sueldo de las grandes empresas transnacionales, a todos los vinculados con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y de todos los demás crímenes de Estado.

Necesitamos un cuerpo de autodefensas nacional, que como ya lo han demostrado son los únicos capaces de erradicar la inseguridad y la violencia del crimen organizado en sus comunidades, la elección de los mandos a través de verdaderas estructuras democráticas asamblearias, en cada comunidad, pueblo y región, así como el control democrático y jurídico de todas esas estructuras  por parte de los trabajadores, los campesinos, los indígenas, las mujeres, la juventud.  .

No necesitamos la militarización del país, necesitamos la participación del pueblo organizado en todos los asuntos claves de la economía, la seguridad y la lucha contra la violencia.

Ningún desfile militar del 16 de septiembre, ninguna campaña de propaganda masiva sobre las virtudes de las Fuerzas Armadas, nos harán olvidar el papel que históricamente han jugado los militares, seguiremos exigiendo verdad y justicia y que el ejército salga de las calles.

¡Ni un peso, ni un soldado más a la GN, exigimos su desaparición!

¡Queremos escuelas, hospitales y trabajo, no queremos más militares!

¡Depuración inmediata de las FFAA!


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