Desde antes del estallido de la crisis de 2008, el porvenir de la juventud era poco claro. Ahora que tenemos ya 3 años sumergidos en la vorágine de la crisis capitalista, y sin una perspectiva de que esta situación cambie, el horizonte se ve aún más oscuro.  Cuestiones como la imposibilidad de acceder a educación, la falta de empleos dignos, subcontratación, salarios de hambre, la imposibilidad de independizarse de los padres, la delincuencia, droga y cuestiones similares se han vuelto la marca de este tiempo. Un tiempo marcado por la falta de oportunidades para la juventud que han llevado a los analistas a ver a la actual generación de jóvenes como una generación perdida. En general los jóvenes hemos tomado el trago más amargo de la situación actual en distintas dimensiones. Ahora, cabe decir que los jóvenes somos un sector heterogéneo. Aunque somos todos jóvenes, no son lo mismo la vida y las dificultades de los jóvenes trabajadores o hijos de trabajadores  que la de los jóvenes hijos de grandes empresarios y magnates. En este sentido, la solución a nuestros problemas es marcadamente diferente.

Teniendo esto en cuenta, vale la pena echar un vistazo a la situación de un sector muy particular de la juventud: los estudiantes hijos de trabajadores. Al igual que la juventud, los estudiantes no son un sector homogéneo de la sociedad. Hay desde estudiantes de escuelas públicas que deben trabajar para sustentar sus estudios hasta estudiantes de universidades privadas cuyas colegiaturas se mueven en las decenas de miles. En vista de esta amplia gama de problemas e intereses entre la juventud y el estudiantado, el sector de estudiantes trabajadores e hijos de trabajadores se halla en una posición singular. Es justo de este sector del que me interesa ocuparme.

Actualmente, la situación económica y política han acentuado los problemas de la educación pública en distintos modos. Cosas como la masificación de las aulas, el cada vez más severo problema de rechazados de la educación superior y media superior, los aumentos a cobros en las instituciones de educación pública (cosa que hemos visto principalmente en los estados), descensos en la calidad académica, etc. Ahora hay que decir que un estudiante no está solamente sometido a los problemas puramente educativos como los antes mencionados. Los estudiantes vivimos dentro de la sociedad. Por esto es importante explicar porqué los estudiantes hijos de trabajadores somos un grupo particular. Aunque los problemas antes mencionados son comunes al estudiantado en general (al menos a los estudiantes de escuela pública) la crisis actual ha puesto una presión extra a aquellos estudiantes que venimos de familias trabajadoras. Los paros técnicos, el descenso de los salarios, la inflación, los despidos masivos y otras situaciones características de la vida actual llevan a que el ingreso de nuestras familias sea cada vez más escaso. Esto implica para los jóvenes estudiantes no solamente dificultades para comprar materiales para la escuela (como libros, computadoras o cosas así); sino que implica que, en la medida que el ingreso familiar cae, hay menos posibilidades de que nuestras familias puedan mantenernos para que nos dediquemos al estudio de tiempo completo. Siendo esto así, esta situación sumerge cada vez más a los jóvenes al mercado laboral donde son subcontratados como mano de obra barata y, los aleja de los estudios. En las distintas instituciones de educación pública (particularmente de nivel superior aunque medio superior no se queda atrás) la tasa de titulación es mínima. A esto ha de sumarse los recortes a los presupuestos para instituciones de educación pública. Estos llevan a que programas de investigación, becas, salarios de profesores y otros bienes se vean significativamente recortados. Se ha vuelto frecuente que se retengan las becas de los estudiantes o que se corte a la mitad el presupuesto de los programas de investigación. Si a esto se le agrega el aumento al transporte público, la falta de acervo en bibliotecas, la falta de alternativas de vivienda o alimentación y cuestiones análogas, se pinta un panorama en el que los estudiantes hijos de trabajadores son excluidos por distintos medios de la posibilidad de acceder a una educación de calidad. Por otro lado, esta exclusión implica lanzarlos a la hoguera de los salarios mal pagados y la subcontratación. Este es el lugar en que el sistema capitalista nos quiere.

Por todo esto, si los estudiantes hijos de trabajadores queremos que la crisis no caiga sobre nuestros hombros y poder acceder a educación gratuita y de calidad, debemos luchar por ella, luchar contra el sistema que nos la niega. Por esto, desde Militante y su plataforma estudiantil CEDEP exigimos:

  • Una inversión del 10% del PIB en educación
  • Un sistema de becas dignas para todos los estudiantes hijos de trabajadores
  • Transporte gratuito para estudiantes
  • Comedores y dormitorios estudiantiles subsidiados

Finalmente, cabe decir que esto es un principio pero la única garantía de educación púbica para todos los hijos de trabajadores en condiciones dignas es la lucha por derrocar al sistema que nos tiene en esta situación. Una lucha contra el capitalismo, una lucha por el socialismo.


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