En medio de una de las peores ofensivas de la burguesía contra las condiciones de vida de los trabajadores, la lucha del IPN se ha transformado en un faro de esperanza. La lucha ha logrado, por su propia fuerza, ganarse el oído y el apoyo abierto de millones de jóvenes y trabajadores. Ello es un factor clave para analizar la respuesta de Osorio Chong, pues de ningún modo la cancelación de las modificaciones al Reglamento Interno del IPN, ha sido producto de la buena voluntad del gobierno. Por el contrario, la respuesta del Estado ha sido proporcional al arrojo de miles de jóvenes que en cuestión de días, organizaron movilizaciones históricas, como no se veían desde 1968 en esa institución educativa.

La masividad, la organización y la determinación de la juventud ha evidenciado la debilidad del régimen y el camino a seguir para frenar otras contrarreformas. El enorme apoyo social a la lucha del Politécnico, junto con la movilización de los estudiantes que amenazaban con profundizar su radicalidad, extendiéndose hacia otros sectores, han sido los factores principales que han determinado la respuesta del gobierno.

La lucha estudiantil del IPN ha conquistado plenamente la demanda principal que aglutinó al movimiento: la cancelación de las modificaciones al Reglamento Interno aprobadas en el mes de septiembre. Al margen de las respuestas ambiguas e insuficientes sobre el resto de puntos del pliego petitorio, este logro, en sí mismo representa un avance político muy importante. Es claro que haber revertido las modificaciones al Reglamento Interno no han dado como resultado la educación de calidad que los estudiantes necesitamos, pero este revés ha significado una derrota política muy grande para el gobierno. ¡Es la primera reforma de la administración de Peña Nieto que es derrotada! Haciendo retroceder al gobierno, el movimiento estudiantil ha dado una lección enorme al conjunto de la clase trabajadora, demostrando que la movilización es el camino para derrotar las reformas que incluso ya han sido aprobadas por la derecha.

Remarcamos, desde el punto de vista de que la demanda que más claramente se planteó -y que inicialmente aglutinó el descontento estudiantil- quedó resuelta, el movimiento ha conseguido un triunfo político muy importante, que, sin embargo, no deja de ser parcial en cuanto a que no resuelve el conjunto de problemas educativos que aquejan al IPN. ¡Valorar esta conquista política es fundamental, para con ella, pasar de una lucha defensiva a una lucha ofensiva por la calidad educativa! Si este avance es minusvalorado o de plano despreciado, se estará minando la base sobre la cual debe continuar la lucha. ¡Nada anima más la lucha que los avances concretos, aunque estos sean aún iniciales, ya que son la base para conquistas más profundas!

Otra de las demandas enarboladas por el movimiento fue la salida de Yoloxichitl Bustamante de la dirección general del IPN. Esta demanda también se consiguió, aunque ahora falta que rinda cuentas como correctamente ahora se le exige. También la Segob aceptó la cancelación de los sueldos vitalicios a ex directores del IPN, con la imprecisión de si ello aplicará de ahora en adelante o se hará efectiva la cancelación para aquellos ex directores que hoy por hoy sangran las arcas del Instituto.

El gobierno conscientemente ha dado respuestas ambiguas y parciales en el resto de puntos del pliego petitorio. En cuanto a los planes de estudio, que era la segunda demanda más importante, el gobierno aceptó la cancelación de las modificaciones al plan de estudios de la ESIA, pero ha dejado en pié todas aquellas reformas que durante años aplicó en demérito del resto de planes académicos en todas las demás escuelas del IPN. Este hecho da cuenta de la necesidad de continuar la lucha, pero con mayor claridad de cuáles son las demandas, ya que un factor que aprovecho el gobierno fue que la demanda sobre los planes y programas de estudio era muy genérica, lo que le dio margen para únicamente resolver la parte más visible, evadiendo la situación para el grueso de las escuelas del Politécnico.

En cada lucha social, las demandas que inicialmente detonan la movilización, pueden evolucionar hacia demandas aún más ambiciosas. La conciencia de los que participan en una lucha, una vez que han pasado por la escuela de las acciones de masas, suele avanzar, fijándose objetivos cada vez más elevados. En ocasiones, aunque se hayan alcanzado los objetivos iniciales de la lucha, para un sector del movimiento estos avances pueden resultar ya insatisfactorios. Este proceso es totalmente positivo y se expresa de forma más acabada en los sectores más comprometidos con la lucha, entre los activistas. Esta nueva conciencia de los activistas, más avanzada que al inicio de la lucha, sin embargo, no debe aislarse de la conciencia general de la base estudiantil que tiene en alta estima que se hayan alcanzado los objetivos por los que comenzó el movimiento. Aunque los logros sean iniciales, son valorados como un triunfo. Una tarea de los activistas del IPN es sopesar los avances, al mismo tiempo que se empeñan en convencer, con argumentos sólidos, cuáles son los nuevos objetivos fundamentales para continuar la lucha. Ningún activista debería esperar que mecánicamente el grueso de los estudiantes decidieran continuar la lucha con la misma intensidad, una vez que se han conseguido las demandas iniciales y no hay claridad sobre cuáles son las nuevas demandas fundamentales.

Es importante reconocer que aunque el nuevo Reglamento Interno se ha echado para atrás, ello no significa exactamente una mejora sino en todo caso una defensa de las condiciones existentes previamente, que lejos están de ser las que necesitamos los estudiantes. Pero ello no significa que el movimiento ha sido derrotado, o engañado, sino que el movimiento ha conseguido una victoria parcial que no es más que una base para continuar la lucha, no en un futuro indefinido, sino inmediatamente.

El Politécnico ha sido una de las universidades más golpeadas por los ataques en las últimas décadas, quizá solamente comparado con las universidades estatales que han sido casi completamente desmanteladas, de tal modo que plantear la lucha como una derrota porque no ha logrado mejorar su situación, es incorrecto. Las tareas que emanan de los avances obtenidos, son la continuidad de la lucha en defensa de la educación de calidad para los hijos de los trabajadores. Luchar por planes y programas de estudio que respondan a los intereses de la juventud, así como la democratización de la vida interna del IPN deben ser la base de nuevas demandas. ¡No hay tiempo que perder! ¡Realizar un balance correcto de lo obtenido, redefinir el programa, reagrupar las fuerzas, establecer una nueva táctica de lucha basada en la movilización, son las tareas inmediatas a realizar!

En el capitalismo no existe victoria definitiva, por el contrario, toda conquista del pueblo trabajador se encuentra permanentemente amenazada por la rapacidad de la burguesía, que pretende que seamos los trabajadores y sus hijos quienes paguemos su crisis económica renunciando a nuestros derechos. Pero no lo vamos a permitir. Construir una alternativa para la juventud y la clase trabajadora sigue siendo una tarea primordial, precisamente para luchar por transformar la sociedad que amenaza de muerte a nuestra clase, intentando arrojarla a la barbarie. Sólo en una sociedad distinta, es decir socialista, podremos realmente hablar de una victoria a cabalidad. La lucha de los estudiantes politécnicos ha dado un paso al frente, logrando sus objetivos iniciales. Porque se ha demostrado la fuerza de la juventud movilizada en las calles, la lucha en defensa de la educación pública para los hijos de los trabajadores debe continuar.

¡Avanzamos, pero reorganizados vamos por más!

¡La lucha sirve, la lucha sigue!

 


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