escrito por Nahúm Monroy y Alondra Ramos

1. ¿Por qué los ataques a la UNAM?

unam El cinismo y la desfachatez desbordan los medios masivos de comunicación. Desde la masacre imperialista de Estados Unidos y Colombia en territorio de Ecuador, en el que por desgracia resultaron muertos 4 estudiantes, toda una marejada de linchamientos hipócritas y ataques sin fundamento se han dirigido contra la UNAM. "La UNAM es nido de guerrilleros", "hay oficinas de la guerrilla en la universidad", “las autoridades universitarias los solapan”, “hay grupos de terroristas” etc., etc. Tras las infames calumnias promovidas por Televisa, Tv Azteca, El Universal, Reforma, Milenio, Impacto, y un largo etcétera, se encuentra el apetito voraz de los que quieren empujar el desmembramiento de la universidad pública, esto es, el alza de cuotas, la separación del bachillerato de licenciatura, la privatización de la investigación, la reducción y elitización de su comunidad. En realidad ninguno de estos argumentos es nuevo, los ha utilizado el Estado durante los últimos 10 años como parte de su arsenal político contra la Universidad pública. Zedillo y Francisco Labastida emplearon los mismos argumentos para justificar la represión contra la heroica huelga estudiantil de 1999-2000; luego lo hizo Santiago Creel en el sexenio foxista; y más tarde los reaccionarios Norberto Rivera y Onésimo Cepeda en representación de la cúpula eclesiástica. Pero estos argumentos rabiosos son tan sólo una reacción a las enormes derrotas que les ha infringido el movimiento estudiantil cada que han querido privatizar a nuestra universidad.

2. El papel de la burguesía y las universidades privadas

La universidad pública del Estado capitalista está tendida por mil hilos a las necesidades del mercado laboral capitalista. Es función esencial de la universidad crear individuos competentes y aptos para laborar en el marco del sistema. Esta función no es automática ni directa, pero finalmente al final la primera universidad del Estado capitalista mexicano no puede abstraerse de su relación con el capital, ni dejar de serle útil. No obstante el modelo de universidad que en los años 70 le resultaba óptimo a la clase dominante, hoy ha dejado de serlo. La burguesía y sus cámaras empresariales están sumamente interesadas en desarticular a la universidad mediante su privatización, lo que significa, tecnificar sus planes y programas de estudio, recortar y elitizar la matrícula, imponer exámenes de selección para el ingreso y el egreso, desarticular el bachillerato, descentralizar sus institutos y campus de investigación –como en Morelia-, etc., finalmente estas son las necesidades que le impone el capitalismo a nivel internacional y es reforzada por la tendencia a precarizar el empleo y destruir los Contratos Colectivos de Trabajo. La UNAM incomoda a la derecha, a los empresarios, a las universidades privadas, a las grandes corporaciones, al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional. A todos ellos les resulta intolerable que la mejor universidad de Iberoamérica, la más grande por sus recursos económicos y humanos, la mejor en cuanto a producción científica, sea pública, gratuita, autónoma y científica. La misma universidad que desde su fundación en 1551 y hasta la primera mitad del siglo XX seguía siendo la universidad de las clases dominantes, fue arrebatada para las clases medias y los hijos de los trabajadores a través de la lucha y las movilizaciones en los años 60 y 70. En 1968 la juventud se levantó contra el Estado burgués autoritario y también contra un medio social que cerraba las expectativas de desarrollo a una clase media que egresaba de las universidades. En los 70 la universidad se masificó exponencialmente dando cabida por igual a hijos de trabajadores que a estudiantes campesinos de provincia. Los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) inspirados en una pedagogía marxista, rompieron la tradición conservadora y positivista de la Escuela Nacional Preparatoria, para dar lugar a un bachillerato de masas, científico, crítico, autodidacta y popular. En todo momento la lucha estudiantil sindical fue el elemento decisivo que permitió que muchos estudiantes de escasos recursos terminaran sus estudios universitarios y tuvieran mayores expectativas de desarrollo. La burguesía perdió el control de la Universidad Nacional y la posibilidad de que esta fuese el eje rector de una educación superior de élite, en la que una pequeña capa de estudiantes tuviera al alcance las palancas del conocimiento científico-humanista, en la que se pagaran altas colegiaturas como ocurre en Estados Unidos – y que esto fuese visto con naturalidad-, en la que los estudiantes de escasos recursos ingresaran como rara excepción y en la que la investigación científica estuviera bajo el dominio completo de los empresarios. Esta perspectiva fue negada a la burguesía y a ello se deben los rabiosos ataques de 25 años a la fecha; la UNAM de hoy es por tanto una conquista del movimiento estudiantil y la clase trabajadora. Los dueños de las universidades privadas se frotan las manos ante la perspectiva del desmembramiento de la UNAM. Sus espantajos de universidades están muy por debajo del nivel de la Universidad Nacional y esto les llena de cólera. Sus universidades son en realidad centros de formación de los cuadros de la burguesía, y tal cual a la clase a la que dan cabida – una clase rastacuera, mediocre y acomplejada-, sus universidades son por analogía un mal remedo de las universidades norteamericanas, pero sin ningún prestigio internacional y sin infraestructura para la investigación científica. No soportan carecer de la infraestructura necesaria para la enseñanza de la Medicina o las Ingenierías o las Ciencias Exactas. El gobierno de Calderón y estas pseudouniversidades están detrás de los rabiosos ataques contra la UNAM.

3. La relación Universidad – Estado

Contadas veces en la historia la relación Estado-Universidad ha sido tan ríspida. En las últimas semanas ha sido evidente la intervención del Estado en asuntos de la Universidad, violentando la autonomía y generando un clima de linchamiento y persecución contra el movimiento estudiantil. Los recientes sucesos en Ecuador, en dónde el gobierno de Colombia con apoyo del imperialismo norteamericano perpetró una masacre en la que fueron asesinados 4 universitarios, han sido utilizados de manera vil por el gobierno y los medios para atacar a la UNAM. Hace unos días el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, presente en territorio mexicano, dijo que los cuatro estudiantes asesinados de la UNAM, incluida la sobreviviente Lucía Morett, eran delincuentes y terroristas. El consentimiento de Calderón con estas desvergonzadas palabras se confirmó con su tímida e insignificante respuesta al decir “no se vale prejuzgar”, cuando la desfachatez de Uribe mereció una condena enérgica por parte del gobierno. Tras el silencio del gobierno federal, se esconde en realidad toda la ofensiva contra la universidad pública y los intentos de privatizarla. La tensión se desató cuando se documentó en El Universal que el CISEN mantenía un monitoreo periódico del espacio estudiantil Cátedra Simón Bolívar de la Facultad de Filosofía y Letras. Narro tuvo que contestar estos ataques el 16 de abril después de mucho titubear, y a sabiendas de que si no lo hacía se podría desencadenar el descontento estudiantil. Las palabras de la rectoría fueron muy enérgicas: “Se trata – dice el comunicado refiriéndose a las declaraciones de Álvaro Uribe, presidente de Colombia- de expresiones sin fundamento, imprudentes e irresponsables… faltan a la verdad y carecen del mínimo sentido de solidaridad, están llenas de rencor y se expresan sin pudor alguno, acerca de un bombardeo que mereció la condena internacional, y que, entre sus consecuencias, causó la muerte de cuatro mexicanos y lesiones graves a una más”. Calderón calló ante la indignación de la comunidad universitaria, pero cuando se pensaba que había sido suficiente, nuevamente el pasado 24 de marzo el embajador de Colombia en México, Luis Camilo Osorio, envió una carta al Rector de la UNAM, José Narro, donde le “sugirió” que condenara a los estudiantes mexicanos que se encontraban en el campamento de las FARC en pasadas fechas. Narro a través de su oficina de comunicación social respondió: “La Universidad Nacional Autónoma de México de ninguna manera aceptará sugerencias injerencistas que pretendan regular la vida de los universitarios y decidir por ellos hacia dónde habrán de dirigir sus pasos… “la UNAM lamenta la confusión subyacente en las líneas de su carta, pues jamás ha considerado la posibilidad” de que el campamento de Raúl Reyes fuese “un campus universitario y menos como usted irónicamente lo hace, lo ha comparado con ‘el gran proyecto cultural y educativo de nuestra sociedad’”. La oposición velada entre Rectoría y el Gobierno Federal se remite a dos causas, en primer lugar la oposición burocrática de intereses debido a la filiación política del grupo dominante de las autoridades universitarias (priísta-perredista), enfrentado a la derecha universitaria de Sarukhán-De la Peña (panista) como aliados de Calderón; y por otra parte, el hecho de que el movimiento estudiantil y el sindicato modificaron las relaciones de poder en la UNAM desde 1999 maniatando a las autoridades en cualquier intento de privatización abierta. Pese a sus intenciones, primero De la fuente y ahora Narro, han tenido que dirigir la UNAM bajo el espectro de la insurrección estudiantil y la creciente agitación en las filas del sindicato; a ello se debe el distanciamiento de Rectoría de la derecha universitaria que en su tiempo representaron Sarukhán y Barnés. Desde febrero de 2000 Juan Ramón De la Fuente tuvo que usar un lenguaje demagógico izquierdizante debido a la presión del movimiento y para hacer frente a la rapaz política educativa del gobierno federal que sin concesiones ya preparaba golpes certeros contra la UNAM. (Recordemos las declaraciones del diputado panista Padilla Orozco regocijándose de beneplácito ante el recorte presupuestal de la universidad). De esta forma, mientras hacía ciertas concesiones y estabilizaba su equipo de gobierno, expulsaba a cientos de activistas estudiantiles. La rectoría es débil frente al movimiento estudiantil y esto lo sabe la derecha. Por ello no resulta extraña la idea de que Calderón y la derecha universitaria se encuentran tras los recientes ataques porriles a instalaciones universitarias, a sabiendas de que los estudiantes exigirán la cabeza de los funcionarios que en el pasado los crearon, financiaron y promovieron para aplastar la lucha estudiantil.

4. Memoria Histórica

Calderón está esperando el momento idóneo para imponer a la derecha universitaria en la Rectoría. De hecho le gustaría asestar un golpe contra Narro, pero cualquier imprudencia podría estallar desembocando en una crisis que derivara en movilizaciones de masas. En el pasado esto ha sucedido, el Estado ha promovido golpes a la Rectoría de la UNAM, generando crisis de gobierno que han derivado en la caída de rectores que le resultaban incómodos al gobierno. En 1966 el rector de la UNAM, Ignacio Chávez, fue derrocado mediante la movilización de estudiantes que exigían el respeto al pase automático y que se oponían a la imposición del director de la Facultad de Derecho por la Junta de Gobierno. Aunque en el movimiento participaron estudiantes que buscaban defender sus derechos de forma legítima, al final la lucha pudo ser capitalizada por grupos priístas (debido a la ausencia de una organización estudiantil de izquierda e independiente del Estado), que amagando al rector en la torre de rectoría lo obligaron a renunciar mediante agresiones físicas cumpliendo así con el propósito de Gustavo Díaz Ordaz. Pablo González Casanova fue derrocado en 1972 por grupos de derecha, debido a que introdujo reformas que popularizaban a la universidad, reforzaban su carácter crítico, humanista y científico, y la hacían incluyente para los hijos de los trabajadores. Este periodo hacia la izquierda en la historia de la UNAM se explica por la resaca del movimiento del 68 y la organización de la Coordinadora de Comités de Lucha, entonces en ascenso. De la misma forma el gobierno de Luis Echeverría estuvo detrás de esta maniobra política. La UNAM como principal centro de la intelectualidad, del quehacer científico, pero principalmente de la lucha de la juventud debía estar férreamente controlada por el Estado mexicano. 1968 enseñó a la burguesía que la juventud podía contagiar y animar a la clase trabajadora, y un gobierno universitario con tendencia a la izquierda resultaba intolerable. Sin embargo en ese momento el Estado mexicano contaba con importantes elementos a su favor: un poderoso aparato corporativo en los sindicatos, relativa estabilidad económica, una clase media domesticada y agrupada políticamente en el PRI y la ausencia de fuertes luchas obreras como en el periodo cardenista. Hoy en día el Estado mexicano no cuenta con ninguno de esos elementos. México se encuentra en un proceso revolucionario contagiado por el ambiente explosivo en toda América Latina. El ambiente de agitación política nacional está impactando cada vez más en la universidad, y sin embargo Calderón cegado por las exigencias de los empresarios parece no importarle. Una vez más la estupidez de los funcionarios del Estado, podría ser la chispa que incendie la pradera.

5. A preparar la batalla

El gobierno usurpador de Calderón miente descaradamente al intentar criminalizar al movimiento estudiantil vinculándolo con la guerrilla y el terrorismo. Sabe que los estudiantes y los trabajadores siempre se han conducido por los medios tradicionales de lucha (marchas, mítines, huelgas, movilizaciones) y esto es el verdadero obstáculo para la privatización de la universidad. La amarga experiencia de 1986 y 1999 en la que el Estado fue derrotado, les ha dejado lecciones que ahora pretenden aplicar: acabar con las organizaciones democráticas del estudiantado para así facilitar el desmembramiento de la universidad. Detrás de las declaraciones del gobierno de Colombia y el consentimiento del gobierno federal, también se prepara un ataque contra el sector estudiantil. Rectoría, al igual que el gobierno federal, pretende eliminar del camino a aquellos que representen algún peligro y pretende desarticular todo intento de movimiento estudiantil mediante el envío de viejos personajes traidores del movimiento estudiantil. Las tareas del movimiento estudiantil tras este panorama son muchas. Es tiempo de que los estudiantes impulsemos las demandas que por años nos han arrebatado, es tiempo de que emprendamos la batalla en contra de los ataques a la UNAM. Debemos romper con el sectarismo imperante en las escuelas, debemos romper también con esos sectores lúmpenes que existen al interior de la universidad, es decir, esos sectores que utilizan al movimiento estudiantil para ver por sus intereses utilizando el chantaje, la extorsión y el amedrentamiento en contra de los estudiantes. Somos los estudiantes conscientes los que debemos ponernos al frente de la lucha. Corresponde a las nuevas generaciones emprender la lucha mediante el debate de un programa que verdaderamente defienda nuestros intereses. Debemos construir pliegos petitorios en todas las escuelas y debemos impulsar un programa general de lucha. Hoy como ayer gritaremos al unísono el grito del 99: “En defensa de la Universidad pública, gratuita y popular: Para todas y todos, no daremos un solo paso atrás. Trabajadores y Estudiantes, Unidos y Adelante.” Desde el CEDEP-CLEP hacemos un llamado a todo aquel estudiante consciente a integrarse con nosotros para avanzar en la construcción del programa de lucha para la UNAM. Compañero estudiante si te interesa organizarte contáctanos en: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. o al 0445523266504. ¡Viva el movimiento estudiantil! ¡No más ataques contra los estudiantes en la UNAM! Unidos y organizados…¡¡Venceremos!!

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