Sin embargo, las condiciones para que se aplique esta suspensión las determinará el Poder Ejecutivo a golpe de decreto, regulado únicamente por las cámaras legislativas. Por la vía de los hechos el Estado tendrá la facultad de legitimar y regular la represión sin ningún límite.

Este ataque a los derechos democráticos de la clase trabajadora sólo puede entenderse por el pánico que Peña Nieto y la burguesía tienen ante el movimiento social que ha despertado en nuestro país. Pero por otro lado refleja también la crisis que viven las instituciones burguesas puestas al servicio de los poderosos cada vez con más cinismo.

A este dictamen se suman las leyes anticorrupción y de transparencia las cuales han sido modificadas para que sea el mismo ejecutivo y sus compinches quienes declaren cuando existe o no, un riesgo para la seguridad pública. De tal suerte que si Peña Nieto y su gabinete consideran que transparentar el caso de Tlatlaya o Ayotzinapa representa un peligro para el régimen pueden impedir el acceso a la información.

Pese a que existe un catálogo de derechos que se consideran inviolables: derecho a la no discriminación; a la vida y a la integridad personal; a no ser sometido a desaparición forzada, torturas, tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; reconocimiento de la personalidad jurídica; al nombre y a la nacionalidad. Estos derechos ya han sido violados en innumerables ocasiones incluso en contra de la ley, ejemplo de ello las agresiones al magisterio en Acapulco, Atenco y un largo etcétera.

Por ello es importante señalar la necesidad de defender estos derechos en las calles ¡El derecho a marchar, se gana marchando! La burguesía afila cada vez más sus dientes para frenar al movimiento.

Como lo vimos durante jornadas de lucha anteriores se han montado provocaciones que buscan alejar al movimiento de las masas haciéndolo pasar por un grupo desordenado que practica violencia sin sentido y por otro lado encarcelando y desapareciendo activistas de diferentes rincones del país.

El segundo reto que se le presenta al movimiento es el de la organización, ante estos ataques no podemos darnos el lujo de ser derrotados por la represión de Estado. Las batallas venideras implican la mayor disciplina y carácter de los jóvenes y trabajadores que se suman a la lucha.

Cuando producto de actos aventurados o desorganizados hay compañeros lesionados, presos o que llegan a perder la vida, sale perdiendo todo el movimiento. Decidamos en asambleas democráticas cuales son los métodos y tareas más adecuadas tomando en cuenta nuestro nivel de fuerzas

No esperemos nada de una Comisión de Derechos Humanos cuyo ombudsman es conocido por sus vínculos con la burocracia y prácticas corruptas. ¡Contra la represión, la organización!


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