El movimiento obrero de Matamoros se enfrenta hoy a nuevos retos para sus luchas. Avanzamos todavía con el impulso y lecciones de las huelgas de 2019, del extraordinario movimiento que llevó a cientos y miles de trabajadoras y trabajadores a salir a la calle, a cerrar, a juntarse, organizar y luchar colectivamente y que asestó duros golpes a la patronal y al charrismo sindical. Mas para seguir avanzando es necesario redoblar el esfuerzo por construir y fortalecer la organización que hemos conseguido, el SNITIS aún tiene muchas batallas que ganar y para hacerlo necesitamos una alternativa sindical real.

Después del primer golpe la patronal y el charrismo se han rehecho, han reforzado sus posiciones y han puesto en marcha todos los recursos de que disponen para golpear y deshacer al SNITIS, quieren volver a tener el control absoluto. Están utilizando la pandemia y la crisis para recuperar terreno y atacar. Usan las mentiras y amenazas en las empresas, presionan a compañeras y compañeros en las empresas. Refuerzan su ataque legal y hasta el ilegal. Pero lo que no dicen es que detrás de esa ofensiva, de esa careta de fortaleza hay un temor real de un nuevo levantamiento y a la organización obrera que a pesar de los golpes se mantiene y avanza.

Aquí lo que hay es una lucha de clases, ya no son las grandes huelgas, pero no por eso es menos dura. Una lucha de clases abierta y áspera en la que tenemos que echar mano de toda nuestra creatividad y de nuestra capacidad como clase obrera para ganar. Organizarse para resistir y prepararse para que en el momento adecuado volver nosotros a la ofensiva requiere una política radicalmente diferente, consecuentemente diferente, en la realidad y en los hechos.

Los trabajadores necesitamos de la organización y que ésta además esté dotada de un programa que señale y combata la causa original de la situación que vivimos: la crisis irresoluble del capitalismo. Las organizaciones sindicales, por muy alternativas que se consideren, que sólo aspiren a conseguir un funcionamiento más racional y justo del sistema capitalista, sin cuestionar su mecánica, renunciando en los hechos a acabar con la “economía de mercado” y a construir una sociedad socialista, serán inevitablemente arrolladas por las implacables leyes que rigen el sistema.

Hoy existe la necesidad inaplazable de reorganizar el movimiento sindical y que este sea un arma realmente útil para la defensa los intereses de la clase obrera. La tarea central en estos momentos es aumentar la organización de los sectores combativos y preparar las fuerzas para nuevos embates. Ganar los contratos colectivos de trabajo en las elecciones sindicales es una herramienta para volver a agitar y propagar la alternativa democrática y combativa del SNITIS, dejar claro a las plantillas que si se puede luchar y se debe volver a hacerlo y que se puede ganar. Que la lucha no la podemos ganar empresa por empresa, sino que tenemos que volver a golpear todas y todos juntos, como un solo puño.

Durante años los empresarios, los burgueses, y los charros nos explotaron, oprimieron y reprimieron, pero eso no evitó que finalmente, los ataques, la pérdida de derechos y el retroceso de las condiciones de vida, generaran tanto descontento y tanta presión que todas las barreras levantadas para frenar la lucha saltaron por los aires y se produjo una auténtica rebelión social. La bancarrota del charrismo es la bancarrota de la desmovilización, del pacto a espaldas de los trabajadores, de la corrupción contra las plantillas, del pacto con los burgueses.  

Nuestro nuevo sindicalismo es justo lo contrario, en momentos como ahora es cuando más importante es mantener una posición sindical combativa coherente en las palabras y en los hechos, no cediendo a las presiones generadas por la patronal y la burocracia sindical. Agrupar las fuerzas de los trabajadores unificando los conflictos, apostando a la información, las asambleas, la movilización masiva y la acción colectiva. Solo así se pueden ganar posiciones y cambiar la correlación de fuerzas. La obligación de cualquier sindicalista combativo es conquistar el oído de la clase obrera mediante la acción en la lucha y dar una perspectiva a los trabajadores más allá de la política del “mal menor”.

Existe una enorme rabia que día a día se extiende y crece entre la clase trabajadora, pero al mismo tiempo la ofensiva de la patronal, el miedo al desempleo, a la represión, y, por encima de todo, el papel del charrismo tratando de garantizar a toda costa la paz en los centros de trabajo, generan dificultades que la clase trabajadora tendrá que ir superando a través de su propia experiencia de lucha. Para enfrentarlas y mantenerse firmes es necesario dotarnos de una perspectiva política anticapitalista y revolucionaria.

Sólo cambiando el modelo imperante, y luchando por un sindicalismo combativo, democrático, de clase y asambleario, que asuma plenamente la ruptura con la lógica capitalista, podemos defender los derechos adquiridos y conseguir unas condiciones laborales y de vida dignas para todos y todas. Hay que preparase para las batallas decisivas que están por llegar y solo así podremos hacerlo.


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