Un movimiento sindical recorre todo el país, fruto de la estela que ha dejado la derrota electoral sobre la derecha en 2018 y también de la agudización de la crisis económica que se salda con las vidas de la clase trabajadora.

Entre miles de trabajadores a lo largo y ancho del territorio se ha ido extendiendo el sentimiento de la imposibilidad de seguir soportando las condiciones de explotación y, por tanto, los pactos de las organizaciones sindicales con la patronal. Motivados por las luchas actuales y sus triunfos, como las del MOM 20/32, y las tímidas modificaciones actuales en las leyes laborales, están decidiendo emprender con mayor decisión y seguridad el camino por mejorar sus condiciones de vida, situación que, como bien sabemos, transita por trasformar de raíz nuestras organizaciones sindicales o conformarlas ahí donde estén ausentes.

Luchar por la libertad sindical

Un acontecimiento que vino acelerar este proceso, fue la firma del T-MEC, que en su Apartado 23 dicta que las empresas instaladas en territorio mexicano deben garantizar a los trabajadores su libertad sindical. También las constantes alusiones y anuncios de AMLO sobre la democracia sindical han incitado y motivado este proceso que conecta con una necesidad urgente que tenemos los trabajadores de enfrentar y plantar cara a nuestras organizaciones sindicales pro patronales que por años han pactado nuestra esclavitud.

Esto está siendo tomando tanto por sectores honestos y combativos como por burócratas que ante la bancarrota del viejo régimen priista abandonan el barco podrido de las viejas centrales para salvaguardar sus privilegios e intereses, revistiéndose de discursos farsantes a favor de la clase trabajadora y la democracia sindical.

Si bien esta parte del tratado está siendo tomada por un sector de trabajadores para visibilizar todas las violaciones a nuestros derechos y demandar democracia en nuestras organizaciones y centros de trabajo, lo cierto es que nuestra lucha no empieza, ni termina en el apartado 23, pues nuestros intereses son totalmente contrarios a la política de nacionalismo económico del imperialismo norteamericano.

¿De dónde sale el Apartado 23 del T-MEC?

Ante la crisis económica tan profunda que vive el sistema, teniendo como epicentro los EEUU, los capitalistas adoptan una serie de medidas para salvarse. La política de Trump y ahora de Biden, es obligar a los diversos capitales a no abandonar el territorio estadounidense o incluso retornar sus inversiones para así mantenerla cautiva.

Y para lograr su cometido intentan hacer menos atractivo instalarse y mantenerse en México, obligando, a través del Tratado, a elevar los costes laborales para las empresas: subir los salarios y otorgar derechos a los trabajadores que por más de dos décadas habían sido negados.

La Federación Americana del Trabajo (AFL-CIO, por sus siglas en inglés) que podríamos asemejarla actualmente a una CTM norteamericana, como buen guardián del amo que los alimenta --la patronal estadounidense-- encabeza estas demandas no por un interés de solidaridad obrera sino como una maniobra para intentar mantener la paz social en nuestro vecino del norte. El conservar los empleos del otro lado del Río Grande, le permitiría momentáneamente una tranquilidad sindical, más en el contexto de EEUU donde se vive una verdadera rebelión social.

Busquemos un sindicalismo verdaderamente independiente

Es por eso que los trabajadores no debemos de poner nuestras esperanzas en un tratado que no beneficia realmente en nada a nuestra clase en ambos lados del río, sino confiar en nuestras propias fuerzas, los limites objetivos de estas leyes burguesas ya los conocemos, están hechas para conservar los beneficios en manos de quienes se sirven de nuestra esclavitud frente a la línea de ensamble.   

Para conquistar nuestras demandas la vía no es apoyarnos en el T-MEC, sino retomar nuestras mejores tradiciones de lucha como son las huelgas, las asambleas, los comités, las brigadas informativas, impulsar un sindicalismo cuya línea de acción cuestione profundamente los intereses de la burguesía mexicana y yanqui y las razones de sus tratados.

Debemos denunciar lo ventajoso de ese tratado para la burguesía llamando a romperlo, así como toda una serie de acuerdos comerciales que mantienen la opresión imperialista, explotación y avasallamiento, tanto de los trabajadores mexicanos como de nuestros hermanos estadounidenses.

Y ante las amenazas de cierre, despidos o irse del país, la clase trabajadora debemos de responder como nuestros hermanos en otras partes de mundo, tomando las empresas, con expropiación de los bienes por parte del Estado sin indemnización y ponerlos bajo control de democrático de los trabajadores y produciendo mercancías para las necesidades urgentes de la población y no para maximizar las ganancias de unos pocos.

Ratas cambiando de barco

Otra cara de este proceso está siendo el actuar de algunos charros sindicales. Para los trabajadores honestos, democracia sindical significa salarios dignos, condiciones de trabajo decentes y una vida decorosa para la clase obrera y las familias humildes, pero para los burócratas como Napoleón Gómez Urrutia, Pedro Haces, Isaías González Cuevas, enarbolar ahora la democracia sindical significa simular distancia de sus viejos amigos y socios ante la podredumbre y deslegitimación que arrastran y ahora colocarse como los nuevos libertadores, para ellos pregonar democracia es reacomodarse en el régimen actual.

Ante el auténtico deseo de las y los trabajadores de poseer sindicatos al servicio real de la clase trabajadora esta gentuza neo-charra está tratando nuevamente de posicionarse y orientarlo únicamente por la vía legal por eso también su énfasis en el apartado 23. Las y los trabajadores que de verdad estamos buscando romper con el charrismo y todas sus repugnantes prácticas, no podemos caer en la trampa de unirnos, acercarnos o aliarnos con la dirección o la burocracia de las centrales charras, cualesquiera que sean sus siglas.

Las y los trabajadores necesitamos un sindicalismo combativo

Ahora es más necesario llegar a los millones de trabajadores de base de esas centrales. La mejor manera de arrebatarlos de las garras de la burocracia charra es marcando una diferencia clara de lo que debe ser un verdadero sindicalismo independiente, combativo, de clase, democrático, de movilización y lucha, enarbolando un programa de ruptura con la lógica de este sistema.

Esa es la mejor herramienta que tenemos para que realmente se rearme el movimiento obrero de este país, de lo contrario estaremos mandando un mensaje que genera desconfianza, escepticismo y el nuevo sindicalismo que queremos conformar nacerá enfermo de los vicios que queremos combatir.

Reconstruyamos el movimiento obrero

Durante décadas los intereses patronales representados por el charrismo han corroído y corrompido nuestras organizaciones al nivel que ahora debemos reconstruirlas.

Levantar el sindicalismo que necesitamos, requiere enterrar la política de pactos y alianzas con la burguesía y sus lacayos y una lucha decidida basada en la fuerza de la movilización, que gane la confianza de millones para transformar sus condiciones de vida y levantar una sociedad que no nos mate de hambre, de cansancio, de opresión. Tenemos ejemplos recientes y grandiosos de cómo llevar adelante nuestras luchas, el Movimiento 20/32 en Matamoros, ahora SNITIS, y las y los jornaleros del Valle de San Quintín agrupados en el SINDJA, son dos de ellos.

Un sindicalismo democrático, controlado y decidido por las decisiones asamblearias de sus bases; de clase, que responda a los intereses de obreras y obreros, de nuestra clase; combativo, que sepa que todo lo que hemos ganado lo hemos ganado luchando y que plantee una lucha decidida para recuperar y ganar nuestros derechos; y un sindicalismo revolucionario, que construya lucha a lucha, una herramienta que acabe de raíz con esta sociedad capitalista.

¡Y vengan compañeros, que aquí se está formando el movimiento obrero!

¡Libertad e independencia sindical!

Por un sindicalismo democrático, combativo y revolucionario


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