escrito por Edén Alcíbar Cruz martes, 04 de marzo de 2008 En las últimas semanas se han desatado una serie de quiebras en los principales bancos de los países capitalistas más desarrollados. En un espiral descendente han declarado quiebras sin precedentes por 60 millones de dólares los bancos norteamericanos, a ello le ha seguido la crisis bursátil. Ha sido el fin de la burbuja inmobiliaria principalmente en EUA lo que ha obligado a volver a la realidad a los economistas burgueses. El boom que fue financiado con créditos para comprar autos y casas ha terminado, los consumidores son absolutamente incapaces de seguir pagando los créditos y, con mayor razón, incapaces de seguirse endeudando. El fenómeno de la crisis se ha expresado drásticamente en los sectores más ligados a la especulación, en las bolsas de valores y los bancos; sin embargo, el fondo de esta crisis no se encuentra en la especulación si no en la economía real, es la incapacidad del capitalismo para vender el sinfín de mercancías que produce, lo que lleva a la economía a la contradicción de producir lo que nadie puede comprar. Particularmente afectada, la industria de la construcción será la locomotora que lleve tras de sí a la quiebra al resto de sectores productivos, en primer lugar a las industrias directamente vinculadas como las cementeras y metalúrgicas. Durante este boom los metales se elevaron en proporciones similares a las alzas en el precio del petróleo, alcanzando precios de 30, 40 y hasta 50% superiores a los normales, este fenómeno alcista ha llevado a los dueños de las empresas mineras mexicanas a incluso figurar en la lista de multimillonarios. Por ejemplo, el Grupo México fue incluido en el 2007 dentro de las 25 empresas más poderosas de América Latina. Los burgueses vinculados a la minería no han visto frenadas sus ganancias, la especulación les ha dado un margen de utilidad histórico para este sector, incluso a pesar de las pérdidas estimadas en mil 800 millones de dólares debido a las huelgas del 2007. Los trabajadores a la par del boom han recrudecido sus luchas, ya durante el 2006, 2007 y lo que va del 2008 el sindicato minero ha protagonizado las luchas más importantes de la industria pesada por aumentos salariales, mejoras en las condiciones de trabajo y defensa de la autonomía sindical, en la medida en que las ganancias de los empresarios provienen del sudor de la clase trabajadora, los mineros han peleado su parte de las ganancias, obteniendo los aumentos salariales más importantes rebasando los topes establecidos por el gobierno federal. Por ejemplo, al término de la huelga del 2006 en Lázaro Cárdenas Michoacán los trabajadores obtuvieron 6% de aumento salarial y un bono de 10 mil pesos; incluso en este año las revisiones contractuales en Peñoles y Naica han concluido con ofrecimientos de incremento salarial de 6 y 9% respectivamente. La explicación de estas victorias no se encuentra tanto en la favorable situación por la que ha atravesado la industria minera. Sin negar que esto influya, la explicación fundamental se encuentra en lo combativo de estas luchas. Los mineros han jugado un papel de vanguardia protagonizando paros generales, enfrentando a la policía y al ejército, así como manteniéndose firmes a pesar de las vacilaciones de la dirección sindical. Por lo tanto, podemos afirmar que los trabajadores han salido a la lucha no tanto por las ganancias que ha percibido este sector de la burguesía si no por lo deteriorado de sus condiciones de vida, una vez que las ganancias no vayan en ascenso si no en descenso podemos prever que las luchas no se detendrán, en la medida que el boom de la minería no se ha reflejado sustancialmente en elevar la calidad de vida de los mineros, estos no tienen muchas razones para dejar de lado la lucha. Un fenómeno similar lo hemos visto en lo que han significado los elevados precios del petróleo en nuestro país, no obstante que las recaudaciones del Estado han sido particularmente favorecidas, esto no se ha reflejado en la calidad de vida de los trabajadores, estas razones los han hecho saltar a la lucha y aunque dichos precios bajaran esto no sería ningún argumento que hiciera retroceder al movimiento obrero en sus reivindicaciones, todo lo contrario las demandas por mejores salarios estarían más justificadas. Los trabajadores han demostrado estar prestos a luchar hasta las últimas consecuencias en el terreno económico y político, si las luchas se han detenido a medio camino se ha debido a la indecisión y temor de los dirigentes por llevar los intereses del proletariado hasta el final, una parte muy importante de la dirección en los sindicatos y el PRD, han adoptado las ideas y métodos del reformismo, distorsionando con ello la fuerza real de la clase trabajadora. El peligro real que se cierne sobre las organizaciones obreras es que las direcciones reformistas se vuelquen con fuerza a desorientar el ambiente combativo de los trabajadores, bajo el argumento de que ante la crisis “no hay condiciones” para luchar por aumentos salariales, mejoras económicas, empleos de calidad, etc., es muy probable que toda una capa de dirigentes que no han podido frenar las luchas dentro de sus organizaciones utilicen el fantasma de la crisis para intentar confundir y desmoralizar, generando escepticismo, dando pauta a los sectores más conservadores y rutinarios para que cunda la apatía entre las bases, este es un peligro que los trabajadores más avanzados debemos de revertir dentro de nuestras organizaciones, explicando pacientemente entre la base que la crisis no hace si no remarcar que bajo este sistema los trabajadores estamos condenados, explicando y agitando sobre la necesidad de renovar las direcciones de nuestras organizaciones colocando democráticamente a los trabajadores más aptos para llevar las luchas hacia delante. No obstante que la burguesía y un sector de las direcciones sindicales se lanzarán a la desorientación del movimiento, su margen de maniobra sería muy corto, y esto ha quedado demostrado con las cifras de emplazamientos a huelga que alcanzaron su cifra más alta en la historia de cualquier inicio de sexenio (La jornada, 22 de enero), a pesar de que la prolongación del gobierno panista ha significado un deterioro contundente de las condiciones de vida de los trabajadores, las masas no se han quedado pasivas, al contrario en el frente sindical han expresado todo su descontento con este gobierno y el sistema capitalista, continuando el proceso iniciado en el 2006. En este periodo la crisis económica no tendrá efectos desmoralizantes significativos sobre la clase trabajadora, pondrá de manifiesto la necesidad de una lucha más unificada y decidida, contrastando con la política de los dirigentes particularmente con los reformistas. Otra verdad evidente en la lucha de clases es que los trabajadores no pueden permanecer luchando indefinidamente al margen de los resultados, la clase trabajadora tiene una serie de intereses concretos por los cuales salir a la lucha, los resultados que obtenga determinarán sus siguientes acciones. En el balance global de la lucha minera, los sindicalistas se han mantenido en un proceso huelguístico desde el año 2000, lo que significa que ya han pasado ocho años luchando contra la patronal, los resultados no han sido homogéneos, en la medida en que cada sección sindical tiene una revisión de contrato independiente los resultados han sido variados. Así, mientras la sección 271 levantó la huelga en el 2006 bajo condiciones económicas exitosas, la sección 65 de Cananea se vio obligada durante ese mismo año a levantar la huelga en condiciones terribles para los trabajadores, no se pagó nada de los salarios caídos, y no hubo ningún aumento salarial. Esta heterogeneidad en los avances del movimiento conllevará a que las luchas prolongadas y que no tengan resultados exitosos puedan ser presas de la desorientación en un contexto de crisis aguda. Por ejemplo, durante el pasado mes de enero la patronal ofreció un aumento al salario de 9% y 10.8% a prestaciones a la sección de 270 de Mezcala Gro., 9% al salario y 3.5% a prestaciones para las secciones 3 y 259 de Altos Hornos con tal de que no se lanzaran a huelga días después de que el ejército ocupó la planta de Cananea desalojando a los huelguistas, la táctica de la patronal es aislar y derrotar por cansancio a uno de las secciones claves del sindicato minero, Cananea desde el 2000, junto con otras secciones, han sido los motores de la lucha minera, derrotarles tendría efectos negativos sobre el conjunto. La patronal es conciente de que no puede darle el mismo trato a todas las secciones, mientras en Cananea no ceden ni un milímetro en las demandas obreras y envían al ejército, en otras secciones ofrecen aumentos por encima de lo que ha estipulado el gobierno. La apuesta es por cercar a los sectores claves esperando que esto afecte negativamente al conjunto del sindicato. La crisis por lo tanto hará que las batallas sean más agudas, si en un contexto de boom económico la burguesía ha sido intransigente en ceder alguna concesión, en una situación de crisis se resistirá más. Por su parte los trabajadores tampoco podrían soportar el peso de la crisis indefinidamente, las presiones materiales les llevarán a presionar a sus dirigentes para que adopten medidas más firmes, no están descartadas derrotas parciales. Como hemos explicado las direcciones reformistas pueden llegar a distorsionar a tal grado la correlación de fuerzas que aun con todas las ventajas los trabajadores pueden sufrir derrotas, que ante la crisis podrían dejar efectos durante un periodo, esta perspectiva es probable para algunos sectores, no obstante, difícilmente sería la situación para el conjunto de la clase trabajadora que ya no está dispuesta a que las cosas permanezcan iguales, los trabajadores en estos últimos dos años han comprendido innumerables lecciones que les valdrán en las luchas futuras.

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