México tiene ahora las reformas que necesita, declara el gobierno. Se han encargado de colocar una a una, lozas sobre la espalda del pueblo. Financiera, educativa, energética, de telecomunicaciones, y otras tantas, todas han pretendido crear las condiciones para que la economía mexicana pueda constituirse en un bastión para la sobrevivencia de la oligarquía nacional y sobre ellos la plutocracia que rige el mundo. No basta ya con asegurarse las grandes tajadas de la riqueza, también necesitan asegurarse que nadie les quite un centavo y aprueban los últimos ataques en las Leyes de seguro de desempleo y pensión universal, en las jubilaciones y las pensiones, etc. Con ello cortan una a una las salidas individuales, amenazan a los trabajadores, en el horizonte se llena de negras nubes.

Pasemos primero a exponer someramente las principales afectaciones que las últimas Leyes tienen para la economía obrera y popular.



Pensiones ¿dónde?

El caso de las pensiones es el más grave pues se viene acumulando desde hace ya varios años. Explicar esta parte es primordial para considerar en su justa dimensión los ataques actuales. La seguridad social, es decir, la atención médica y las pensiones, ambas fueron conquistas de las grandes luchas obreras en todo el mundo en la primera mitad del siglo pasado. Poco y nada tienen que ver con las teorías reformistas y amarillas de la responsabilidad social del Estado, el salario social y otras invenciones utilizadas a derecha e izquierda por los defensores del sistema para desviar la atención de los trabajadores del problema real. En el momento en que la curva histórica del desarrollo capitalista señaló hacia abajo, la burguesía pasó al ataque quitando todas las concesiones que la clase obrera arrancó en el pasado.

En México la guerra ha sido en varios frentes. Uno, las privatizaciones de las pensiones del sector privado en 1997, abriendo el reinado de las Afores, después en 2005 las modificaciones al Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los trabajadores del IMSS en 2004 y por último el turno de privatizar las pensiones de los trabajadores del Estado en 2007. Aunque todavía falta algunas batallas, a saber, la de las pensiones y jubilaciones de todos los organismos descentralizados, paraestatales, fideicomisos, institutos, etc. que suman alrededor de 300.

El otro frente ha sido el directamente económico, la batalla diaria por el salario. Como base hay que tomar en cuenta la pérdida de poder adquisitivo del salario que a la fecha acumula 80%; o dicho al revés: si gana usted nominalmente lo mismo que en 1976 sólo puede comprar el 20% de las cosas que en dicho año adquiría. Después de esto hay que mencionar el gigantesco negocio de las pensiones. Hasta diciembre de 2012 la Comisión Nacional de Ahorro para el Retiro (Consar) reconoce 48 530 475 cuentas. La cantidad de dinero es ingente y las entidades financieras privadas lo utilizan para especular en la bolsa, en bonos de gobierno, etc. generando ganancias fabulosas pero regresando a las cuentas individuales, pues, a los trabajadores, una parte mínima. Eso sí, cuando hay perdidas por los juegos especulativos pierden los trabajadores, no ellos. Pero lo realmente terrorífico son las condiciones en las que se ahorra para un ansiado retiro. La misma Consar reconoce que de las cuentas existentes (48.5 millones aproximadamente) 33.5 millones se encuentran inactivas, son trabajadores que no están “ahorrando” para su retiro, mientras que las Afores si les cobran comisión por manejo de cuenta. De las primeras sólo el 14.4% han cotizado por 10 años o más, otras 21.5 millones lo han hecho por 1.9 años o menos pero la nueva Ley del IMSS pide para poder otorgar pensión haber cotizado 24 años. Y eso no asegura un monto de pensión mínima pues éste depende de lo “ahorrado” y también de ello depende cuánto dura, siendo un verdadero infortunio vivir más de lo que puede durar tu pensión. El titular de la Consar reconoce que el trabajador promedio tendría que ahorrar el 50% de su salario para asegurarse un futuro digno, esto en un contexto de desempleo, precariedad e inestabilidad laboral.

El (in)seguro universal

Respecto al llamado seguro universal, en pocas palabras se puede demostrar que ni es universal ni resuelve nada. Se trata de una pensión de monto mensual, en este año, de $580, el cual se ajustará anualmente hasta igualar en términos reales, conforme a la disponibilidad de recursos y en un plazo no mayor a 15 años, el monto mensual $1092 pesos y se actualizará cada año conforme al Índice Nacional de Precios al Consumidor, para adultos mayores de 65, qué no reciban una pensión. El derecho para reclamar los pagos mensuales de la Pensión Universal prescribe en un año, contado a partir de la fecha en que sean exigibles los mismos, y si tomamos en cuenta que cunde la desinformación entre las capas más viejas de la población ese hecho por sí mismo deja afuera a mucha gente. Por lo tanto se accede al beneficio únicamente al cumplir esos requisitos, aquí termina el mito de la universalidad de la susodicha pensión. Y no es que estemos defendiendo que los ricos tengan una pensión pagada por el Estado más bien al contrario marcamos el hecho de que ellos se siguen quedando con la mayoría de la riqueza generada mientras que los trabajadores deben esperar tener una vejez miserable para poder acceder al seguro de desempleo que continua el camino del asistencialismo y clientelismo propios del Estado mexicano, ahora en tiempos de crisis. El monto de la pensión está pensada en un nivel de sobrevivencia manteniendo el nivel de pobreza y necesidad que tan rentables son a la hora de las elecciones. Y, aun así, la pretendida pensión universal es fuente de negocio. El 24 de marzo el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) propuso que la administración de la pensión universal así como el fideicomiso con las aportaciones del gobierno sea operada por una empresa privada pues considera que la administración del programa de pensión universal debe ser licitada y abrir el proceso a la participación a entidades privadas.

De seguro desempleo

En los últimos cinco años, para financiar su sobrevivencia en el desempleo, miles de trabajadores han tenido que usar en promedio anual ocho mil millones de pesos de su subcuenta de retiro de sus Afores. El jefe de la Oficina de Coordinación del secretario de Hacienda, Osvaldo Santín, aseguró que la clase obrera ha erogado casi 40 mil mdp de sus afores para financiar su falta de trabajo. Entonces se les dará a los desempleados $1092 pesos mensuales durante un solo semestre porque de alargarse este periodo, se distorsionaría el mercado laboral, ¡fomentando más la informalidad! Tiene ahí el problema y cómo pretenden curar el cáncer con aspirinas.

Pero el seguro de desempleo se financiará con las aportaciones del Infonavit, pero pensando en el futuro del trabajador, hacen gala de toda piedad dejando a éste la posibilidad de elegir si pide el seguro de desempleo o utiliza el mismo dinero para poder comprar casa. Además sólo se puede usar cada 5 años y comprobar trabajo continuo durante los dos años previos, si tomamos que la mayoría cotiza menos de éste tiempo a la cuentas de ahorro el seguro termina en una burla. En realidad la clase obrera seguirá autofinanciando su desempleo. La Secretaría de Hacienda proyecta para que un trabajador con ingresos de un salario mínimo pueda financiar con sus propios recursos el seguro de desempleo sin usar el Fondo Solidario, tendría que cotizar 16 años.

¿Cuál es la alternativa?

Los trabajadores debemos luchar por mantener y acrecentar nuestras consignas, no como la derecha y la burguesía quieren sino como a nosotros nos es necesario. Frente al asistencialismo y la caridad del Régimen que eterniza la miseria se presenta mil veces superior la solidaridad obrera y la capacidad de llevar los rumbos de la economía para asegurar a toda persona trabajadora los necesario para vivir con decoro. ¿Pero quién emprenderá esta lucha? Las pequeñas organizaciones radicales pueden adelantar la iniciativa pero no pueden reemplazar a las organizaciones de masas, concretamente no pueden cumplir el papel de los sindicatos. Pero, hoy día, los sindicatos mismos no pueden cumplir su propio papel, ni hablar ya del charrismo del Congreso del Trabajo pero difícilmente se oyen las voces de la UNT y el sindicalismo independiente. Entonces la tarea es conducir al conjunto del sindicalismo a la vía de la lucha de clases y la política combativa.


El camino ya está desbrozado en parte. La CNTE y otras pocas organizaciones mantienen viva la llama y por momentos la vuelven verdadero incendio nacional. Tenemos, recientemente una Nueva Central de Trabajadores que se propone organizar precisamente a los sectores más amenazados por las reformas y ataques del gobierno de Peña. Hora, pues, de pasar a la acción. La CNTE, el SME, la NCT deben llamar a la acción con un programa de lucha claro y firme: Una calendario único de acciones que vaya aumentando la combatividad sin ninguna confianza en institución cualquiera del Régimen y un llamado al Frente Único contra las reformas a todas las organizaciones obreras, de izquierda y populares con el único programa de lucha que vale hoy, la Huelga General nacional. Hay rabia y ganas de luchar, el horizonte se llena de negras nubes, las de la revolución social contra la explotación del asalariado.


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