El actual modo de producción capitalista tiene como premisa la existencia de dos clases sociales: de una parte, los capitalistas, que se hallan en posesión de los medios de producción y de sustento, y de otra parte, los proletarios, que, excluidos de esta posesión, sólo tienen una mercancía que vender: su fuerza de trabajo, mercancía que, por tanto, no tienen más remedio que vender, para entrar en posesión de los medios de sustento más indispensables.

Federico Engels, Carlos Marx, 1877.

El domingo 22 de marzo Ricardo Monreal propuso en la asamblea de la CND:

De manera concreta les propongo organizarnos a nivel nacional para promover e impulsar una huelga general de pagos a los bancos; primero, con las tarjetas de crédito, después con los créditos hipotecarios y, posteriormente, con los créditos al consumo.

Por fin una huelga general, ¿pero de deudores? ¿qué significaría un movimiento de este estilo?

Mira Bartola

Tristemente ya una buena cantidad de “desesperados” se adelantaron a la proposición de Monreal y ya tienen tiempo de haberse puesto en “huelga”:

La cartera vencida en el crédito al consumo llegó en diciembre de 2008 a 41 mil 375 millones de pesos, lo que significó un incremento de 50.3 por ciento con respecto al monto registrado en diciembre de 2007, cuando se ubicaba en 27 mil 514.2 millones, revelan informes de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y del Banco de México (BdeM) (La Jornada, 27 de enero de 2009).

Los aproximadamente millón y medio de familias que se encuentran en cartera vencida, según la misma CNBV, han dejado de pagar más que por leerle el pensamiento al senador o ser innovadores, por una razón más simple: no tienen dinero porque no tienen trabajo o porque el trabajo que tienen no les alcanza para hacerlo.

El problema es que la crisis que vivimos ahora estalló justo por el lado financiero: vivimos una crisis de sobreproducción, es decir, que hay más mercancía en las bodegas de las que pueden adquirir los compradores; esta crisis ya tiene aproximadamente diez años y la forma en la que usualmente extienden los límites de la misma es justamente estimulando el crédito al consumo a costa del crédito a la producción (al fin y al cabo, ya no es negocio producir y es necesidad urgente vaciar las bodegas llenas).

Como ejemplo clásico de la crisis actual está el caso estadounidense: en este año el porcentaje de deudores que ya no pueden pagar su hipoteca es del 11% de un mercado aproximado de 10.5 billones, mientras que del billón de dólares que se deben en las tarjetas de crédito, el 7.7% de estos créditos se han vuelto incobrables.

Como se puede ver, en Estados Unidos también se hizo eco (anticipado) de la convocatoria de Monreal ¿Qué es lo que hace el gobierno de Obama para solucionar esta “huelga”? Bañar a estos banqueros con tres billones de dólares y parece que están tan sucios que este dinero no será suficiente. Momento, ¿pero de dónde sale ese dinero? Es dinero del Estado. Eso quiere decir: dinero extraído de los trabajadores ya sea de manera directa a través de los impuestos o de manera indirecta a través de recortes al programa social.

En esta época electoral, hasta a los del PRIAN les da por hablar mal de los banqueros y de la necesidad de regularlos. Este tema no les quita el sueño a los señoritos que tienen la sartén por el mango en el sistema financiero. Para eso pagaron un fraude y para eso tienen al gobierno de Estados Unidos, para dictar las políticas que el gobierno espurio habrá de implementar.

Calderón ya obtuvo una línea crediticia del FMI y los primeros que se frotan las manos no son los necesitados de vivienda, hospitales o salud. Ese dinero, ya se dijo, no es para andarlo derrochando en pobretones con necesidades tan banales, sino que tiene el objetivo de utilizarse en caso de peligro para salvar a la nación (recordemos cómo el FOBAPROA “salvó” la nación).

¿Qué tal si…?

Supongamos que las cosas son como Monreal se las imagina y efectivamente todos, atendiendo a su convocatoria, hacemos un paro de pagos a los bancos, empresas hipotecarias y de consumo. Dados todos estos antecedentes, ¿en qué podría terminar un paro de estas características? ¿qué opina usted, estimado lector?

Mientras la crisis se profundice, seremos más los deudores (por cierto, dentro de éstos también se encontrarían pequeños y medianos patrones y algunos que otros parásitos que no son parte de la clase trabajadora, pero para este ejercicio, podemos hacer esto a un lado) que no podremos seguir pagando directamente nuestros créditos; los banqueros, al cobrárselos “a lo chino” a través de los rescates banqueros del gobierno espurio nos aumentará la carga de por sí ya insoportable.

Los intereses de los dueños de los bancos son completamente contrapuestos a los nuestros. Para ellos es irrelevante la causa de dónde sale el dinero que llena sus arcas, ya sea del pago individual o colectivo de las deudas. Sólo tomando el control democrático de los bancos por parte de nosotros los trabajadores podremos librarnos de esta espada que pende sobre nuestras cabezas.

Apéndice

Ni hablar, lo que se necesita (para variar) es una huelga general

El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.

Carlos Marx, Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, 1859

Nuestro cintillo es Voz Marxista de los Trabajadores y la Juventud y desde hace ya tres años, a ninguno de nuestros lectores cotidianos le parecería extraño encontrar anexo a éste la frase: Por una huelga general. En innumerable cantidad de artículos hemos expuesto las razones por qué sólo con una verdadera huelga general puede aliviar las terribles condiciones a las cuales estamos condenados y cómo esto a su vez, sólo podría concluir para nuestro beneficio con el control democrático de las palancas económicas y del Estado.

En el sistema capitalista, lo que determina a la sociedad es justamente la producción de mercancías y los únicos que podemos crear mercancías somos los trabajadores. Todo parte de esto.

El dinero, mismo que parece el centro gravitacional de la economía y la sociedad en su conjunto no es más que una representación del trabajo que nosotros realizamos. La deuda de los bancos demanda un interés que para pagar es necesario más trabajo.

Es por eso tan importante el impulsar la Huelga General, con ella se pone en la balanza la verdadera importancia de los trabajadores y de los patrones en una sociedad. Con ella, le enseñamos los dientes a los patrones, y si éstos son inteligentes o tienen la capacidad, se echan para atrás y ganamos derechos; pero independientemente de esto último, lo más importante es que nosotros mismos nos damos cuenta de nuestro poder. Muchos compañeros que vemos a nuestro lado regularmente se muestran escépticos o tal vez temerosos; pero en el campo de los hechos, al mirar el enorme poder de la clase trabajadora, esos prejuicios se disipan y se eliminan y nos ponen en una mucha mejor situación para defender nuestros derechos e incluso ganar otros.

Lecciones de un paro de morosos inmobiliarios en Veracruz

En 1922 los habitantes del puerto de Veracruz vivían terribles condiciones de vida en sus viviendas, carecían de los servicios más elementales, no tenían ni sistema de drenaje, ni alumbrado público, ni aplanado de calles; adicionalmente dichas viviendas eran propiedad de varios terratenientes del mismo puerto, quienes cobraban rentas exorbitantes que dejaban a los inquilinos en la absoluta miseria.

En medio de un auge del movimiento obrero mexicano y con un gobierno en el Estado bastante débil debido a un intrincado juego de balances entre diversos sectores del Ejército y de la naciente burocracia “revolucionaria”, los inquilinos de aquellos terratenientes se organizaron y se alzaron en contra de las rentas a la vivienda: llevaron adelante un paro a los pagos de las rentas.

Tras aguantar el embate de la policía, la terquedad de los terratenientes, reinstalar por la fuerza a gente que había sido desalojada y ganar apoyo entre los demás inquilinos, el movimiento logró la reivindicación de su demanda principal, que consistía en retornar a los precios de renta de 1910.

Hubo un detalle más que ayudó a la organización vecinal y fue que mientras resistían y hacían huelga de pagos; se llegó al acuerdo de utilizar el dinero que correspondería a los pagos de los terratenientes para hacer las mejorías necesarias a las viviendas. Lo cual facilitó no sólo el apoyo de los demás inquilinos, sino que permitió físicamente una resistencia menos incómoda.

Con una huelga de pagos como la que propone Monreal, tendríamos que establecer una especie de fondo de resistencia a partir de pagos justos de los deudores. Sin embargo, además de que por las dimensiones del movimiento del que hablamos ahora, esta tarea sería mucho más complicada, el problema de no pagar no es porque uno no quiera, sino porque uno no tiene; no obstante, tendríamos que hacernos de algún lugar de un fondo de resistencia para defender a todos aquellos sobre los cuales el Estado y los banqueros quisieran infligir “castigos ejemplares”. Este fondo se formaría apelando al movimiento en su conjunto; de forma que sale mucho más económico apoyar al movimiento en su conjunto para derrocar al gobierno espurio que emprender una travesía en cuyo artículo hemos ya analizado cuál sería su destino.


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