Se trata de un error teórico que se manifiesta “tácticamente” en muchos casos derivado directamente de la extracción de clase. Lenin lo definía como un revolucionarismo pequeñoburgués, que se parece al anarquismo o toma algo de él, pero que se aparta de lo esencial de las condiciones y exigencias de la lucha de clases firme, ya que se puede adquirir fácilmente una mentalidad ultrarrevoluvionaria, pero se es incapaz de manifestar serenidad, espíritu de organización y disciplina.

Según Lenin la victoria sobre la clase dominante es imposible sin una lucha que exige serenidad, disciplina, firmeza, inflexibilidad y una voluntad única. Pero ¿de qué clase de disciplina hablaba Lenin? ¿De la qué se impone en el ejército del Estado burgués? Para que el partido bolchevique pudiese asegurar la disciplina necesaria para hacer triunfar a la revolución tuvo que asegurarse la conciencia de la vanguardia proletaria, su fidelidad a la revolución, su firmeza, su espíritu de sacrificio y en seguida su vínculo con las grandes masas de trabajadores e incluso de los no proletarios. Fue imprescindible una dirección política acertada en su estrategia y tácticas políticas, a condición de que las masas se convenzan de ello por su experiencia propia. Estas son grandes lecciones de la historia de 15 años de formación del bolchevismo y su cúspide en la toma del poder en 1917. Valdría la pena recuperarla y ponerla al servicio de las luchas actuales, en dónde más de una vez hemos visto expresiones de ultraizquierdismo que destrozan los vidrios de bancos, incendian los edificios, y sin embargo, poco desarrollan a las conciencias de aquellos que verdaderamente son capaces de tomar el poder completo de la sociedad, expropiar los bancos, desmantelar las instituciones y su corrupción y transformar a las escuelas en centros de verdadera educación al servicio de la sociedad.


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