Desde que inicio el sexenio de Felipe Calderón, en el año 2006, se agudizó el contexto de violencia y crímenes en México, de ahí a la fecha se han reportado miles de desapariciones y asesinatos masivos, y aunque estos acontecimientos se han querido enmarcar como un conflicto entre narcotraficantes y gobierno, la verdad es que han afectado a la mayoría de la sociedad, y con mayor crudeza a la población campesina. Ante esto, en algunas regiones del país, la población se ha organizado en grupos de autodefensa para protegerse de los narcos y de las estructuras policiacas y militares corruptas, que actúan en contubernio o de manera similar a los delincuentes.

Destacan en su organización de autodefensa, los estados del sur del país con composición poblacional y estructural rural y altos índices de pobreza, entre ellos Guerrero. Ahí los grupos de autodefensa están compuestos por campesinos y sus familias y cuentan con gran apoyo de los maestros rurales, que desde la década de los sesenta han sido el sector más avanzado en la lucha social de la entidad, y una fuerte amenaza para el gobierno por su nivel de conciencia y organización. No es la primera vez que grupos organizados de maestros y/o normalistas reciben ataques del gobierno, justamente por el papel organizador que históricamente han realizado entre la población campesina más pobre.

La misma lucha por la justicia para Ayotzinapa ha sido objeto de todo tipo de ataques y represión. La manifestación de los profesores de la CETEG, el pasado 24 de febrero en Acapulco, fue reprimida, teniendo como saldo un profesor jubilado muerto por los golpes que le propinó la policía, así como la denuncia de violación de algunas profesoras. Estas circunstancias subrayan el hecho de que el movimiento enfrentará todo tipo de obstáculos en su lucha, por lo que no puede esperar que las críticas internacionales al gobierno, signifique que se quedará de brazos cruzados viendo avanzar al movimiento. El Estado se defenderá con uñas y dientes, y la clase trabajadora debe encontrar las mejores formas de lucha, para hacer frente a las agresiones policiales.

Es fundamental que los sectores en lucha mantengan el objetivo de organizar el conjunto de las demandas de la clase trabajadora, evitando luchar de forma aislada. Ni los profesores, ni los familiares de los normalistas de Ayotzinapa, deben aislar sus demandas, por el contrario deben presentarlas como una parte de las demandas generales de la clase trabajadora, luchar de manera conjunta es el primer paso para hacer frente a la represión. Ningún sector debe salir solo a la lucha, ninguna demanda –por más justa que sea- puede ganarse de manera aislada.

El movimiento debe cobrar conciencia de que la clave no está en realizar actos radicales aislados, sino en organizar y unificar las luchas y las demandas que existen entre los trabajadores de la ciudad, los campesinos pobres, los estudiantes, y demás expresiones descontentas con el régimen. No debe haber cabida para la desesperación, el movimiento de izquierda es fuerte, puede conquistar buena parte de sus demandas -ahí tenemos el triunfo de los estudiantes del IPN, o de las enfermeras- pero requiere mayor organización, mayor conciencia política de su propia fuerza y capacidad de lucha.

La clase trabajadora mexicana no aguanta más, las luchas sociales por diversos motivos son una constante en el país pero lo más importante es la unidad de todos los sectores afectados por los ataques del gobierno: obreros, campesinos y estudiantes debemos tomar ejemplo de los grupos que se auto organizan en el medio rural y el eje general debe ser la lucha contra el régimen corrupto priista y el capitalismo. Tenemos la fuerza, conquistemos la organización y unifiquemos nuestras luchas.


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