Los sindicatos de la educación y el movimiento estudiantil debemos movilizarnos para habilitar el fin del ciclo escolar

La crisis desatada por la Covid-19 en todo el mundo, es un hecho sin precedentes en los últimos 100 años. Está significando y seguirá representando afrontar una serie de situaciones que jamás imaginamos y que mucho menos deseamos. Sin embargo, pareciera que nada de esto está siendo tomado en cuenta por las autoridades federales encargadas de la educación y pareciera que estamos en posibilidad de instruirnos en condiciones normales y óptimas.  

Imponer una realidad que no existe

Moctezuma Barragán, Rectores y Gobernadores, como Enrique Alfaro en el Estado de Jalisco, por supuesto desconocen las circunstancias que millones de familias trabajadoras ahora mismo estamos atravesando y mucho menos se las imaginan. Sin embargo, el elemento determinante para tomar el posicionamiento de volver a clases presenciales el próximo 1 de junio en algunas entidades es que a través de restablecer la “nueva normalidad” en las escuelas, principalmente en la básica, quieren vendernos la mentira que todo está marchando bien de nuevo. El motivo es que todos, principalmente nuestras madres y padres, las y los trabajadores, reanuden cuanto antes sus labores y los centros de trabajo vuelvan al mismo ritmo que antes de la pandemia, e incluso redoblando esfuerzos, porque hay que recuperar el “tiempo perdido”.      

Las declaraciones de Moctezuma Barragán demuestran de manera espléndida que está dispuesto a poner la educación pública al servicio de los intereses de los empresarios que están presionando duramente para reactivar sus negocios a costa de nuestras vidas. Reavivando a los más de 42 millones de personas involucradas en el sector educativo pretender usar la educación como herramienta que fuerce a nuestros padres a volver a la fabricas, empresas, talleres, oficinas como si nada pasara y como si la pandemia estuviera controlada.

¡Claro que nuestros padres y nosotros mismos somos los primeros interesados en retomar nuestros salones de clases, pero no lo haremos bajo las condiciones que ustedes nos imponen! Porque los fines que ustedes persiguen lo que hacen es arriesgar nuestras vidas y la de nuestras familias. Aquí se abren dos interrogantes ¿Las escuelas están en condiciones de mantener la “sana distancia” y las condiciones de higiene y salubridad necesarias para evitar contagios? Y dos, si se cierra ahora el ciclo escolar para ser reanudado en agosto o septiembre, es decir cuando la pandemia este controlada - que es lo más conveniente y lo explicaremos más adelante - ¿Cómo afrontamos el tema de los cuidados de los hijos?

Rescatemos la educación pública

Reanudar las clases el primero de junio pondría en riesgo la salud de millones de niños y adolescentes. Es totalmente imposible mantener la distancia entre los niños, en una etapa que no solamente necesitas de apego, sino que también están aprendiendo y conociendo el mundo; cuando nuestros salones son reducidos e incluso muchas de las bancas de enseñanza básica son binarias. En muchos planteles no contamos con personal de limpieza, incluso estas faenas son realizadas por las madres y padres de familia; 57 mil 500 escuelas no tienen acceso al agua de la red pública; otras no cuentan con luz, drenaje y los grupos son hacinamientos reales; no contamos con el inmobiliario e instalaciones suficientes para que cada grupo cuente con 15 estudiantes como máximo. Por supuesto que esto debería de ser la norma, eliminar la masividad, pero para ello necesitamos un plan de financiamiento para, no sólo rescatar muchas de nuestras escuelas que se encuentran en abandono o en mal estado, sino la construcción de más aulas, laboratorios, salas de cómputo y audiovisuales. También para implementar un régimen de contratación masivo de profesores con base, salario digno, sindicalización y prestaciones. Además de dotar todas nuestras escuelas de infraestructura y material sanitario como gel, cubre bocas, jabón, papel sanitario e insumos de limpieza para las aulas como detergente, cloro y demás enseres.

Pero nada de esto existe, es por eso que nos reusamos a volver bajo las condiciones existentes. Se debe de anunciar ya la cancelación del ciclo y la reanudación de éste para el mes de agosto. Estos meses se deben de utilizar para abastecer y adecuar las escuelas para estas nuevas condiciones, eso sí es preocuparse por la educación de millones de nosotros, lo demás son discursos ilusorios que ponen en riesgo nuestras vidas. Por eso no podemos volver a clases este próximo 1 de junio ¡Ninguna niña, niño u adolecente a las aulas! Antes nuestras vidas que su supuesta normalidad.  

Ante ello también hacemos un llamado a los sindicatos de la educación para evitar la vuelta a clases antes de agosto y parar la evaluación a partir de las clases a distancia y televisivas. Es criminal guardar silencio y no planificar acciones que permitan frenar las medidas impositivas de la SEP. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) como la Coordinadora Nacional de Sindicatos Universitarios de la Educación Superior, Investigación y Cultura (CNSUESIC) tienen la fuerza, no sólo para frenar estos mecanismos que obligan a miles a abandonar los estudios, sino las tradiciones de lucha que pueden permitir llevar a cabo un plan de rescate de la educación.

Ahora es cuando debemos de luchar y no quedarnos en discursos panfletarios de defensa de la educación pública. Ahora mismo necesitamos accionarnos con medidas concretas que obliguen a respetar el derecho a la educación, así como también los derechos laborales de los docentes y trabajadores del sector. Un paro del profesorado es totalmente viable, sumando a los padres de familia a colaborar con no enviar a sus niños a la escuela y un llamamiento serio al estudiantado a no asistir y a reusarnos a ser evaluados en estas condiciones. La organización unificada que pueda pronunciarse y accionarse a pesar del aislamiento es la clave para frenar este empuje por parte de los empresarios a través del Secretario de la SEP.       

Seguimos defendiendo la educación popular

Esta lógica que describe Moctezuma Barragán también quiere aparentar que la educación pública y sus mecanismos para “salvar” las materias están funcionando de maravilla. Mienten al decir que 9 de cada 10 niños accedieron al programa “aprendiendo en casa”. La realidad duramente se contrapone a estos datos, quieren ocultar que realmente el sistema educativo ha hecho aguas y está hecho un caos. La pandemia ha desnudando - al igual que en el sector salud - los efectos de años de abandono, desmantelamiento, desfinanciamiento, desactualización. Pero sobre todo ha hecho explícita la necesidad urgente de rescatarla, no sólo destinando una mayor partida presupuestal, sino haciendo una real reforma educativa que priorice la educación de los hijos de los trabajadores, campesinos e indígenas. La educación pública no es un negocio, es un derecho.   

Estos funcionarios intentan pasar esta propuesta bajo el discurso de la preocupación que se tiene para que las y los niños y adolescentes no se rezaguen más. Pero esto es una hipocresía total. Si sinceramente les interesara que estudiáramos no reforzarían la idea de que aprender es memorizar, visualizar y transferir información a través de un monitor o televisión. Si esta preocupación fuera sincera, se entendería la educación como la adquisición de un conocimiento a través de la colectividad y la formación integral basada en el conocimiento científico, critico, histórico y amplio, dentro de nuestros espacios colectivos como los centros de estudio, comunidades o entornos. Se destinaría mayor presupuesto a la educación y se atenderían todas las problemáticas. 

La educación a distancia vino a profundizar ese perfil de educación elitista y limitada, infértil para el porvenir y para el desarrollo de las comunidades. El sistema educativo, en lugar de preocuparse por ayudar a analizar, conllevar y procesar, a través del conocimiento, una de las experiencias más difíciles para la humanidad, está jugando un papel de presión y yugo sobre miles de familias trabajadoras, exacerbando diversas problemáticas de nuestra vida cotidiana. 

Impulsan y mantienen un modelo educativo basado en la memorización de contenidos, programas inabarcables, horas escolares y horas dedicadas al estudio que superan cualquier jornada laboral. Exámenes y notas finales que no reflejan nuestros conocimientos, un sistema sin espacio para la reflexión, el debate, ni la experimentación, donde las habilidades, las aptitudes y la atención individualizada, que se deberían de impulsar, son necesidades que para muchos se muestran como un sueño guajiro.

Cerrar el año ¡ya!

Por supuesto que el tenernos en casa para nuestras familias ha sido un quehacer muy duro y estresante, porque ustedes, señores de la SEP y Rectores, no sólo han traslado la escuela a la casa (un espacio que no le corresponde), sino que además han obligado a nuestros familiares a ser maestros, cuando no lo son, y con ello han cargado con una serie de responsabilidades que no les corresponden (obviando totalmente que muchos de ellos han sido despedidos, mandados a casa a trabajar en línea sobreexplotándolos o descansados sin salario o con la mitad del sueldo). ¿Bajo estas condiciones ustedes pretenden que los niños y jóvenes estudiemos y adquiramos conocimientos? Volvemos a insistir: esto debe detenerse evaluando a todos con calificaciones aprobatorias. No vamos a pagar con reprobaciones una crisis que no hemos causado y que mucho menos buscamos. “No es momento para preocuparse por los aprendizajes esperados. Resulta absurdo querer evaluar a los estudiantes como si estuvieran en condiciones normales, cuando lo que se enfrenta es inédito”, expresa González Villareal, experto en temas educativos.

Proponemos reponer los conocimientos no vistos en los meses posteriores a través de adecuaciones de los contenidos, haciendo uso de herramientas realmente pedagógicas adecuadas a nuestros contextos y necesidades. Para nada esto significa que nos regalen las calificaciones o que seamos unos zánganos sin nada que hacer. Lo que buscamos es poder pasar esta crisis en las mejores condiciones y poder ayudar también a nuestra comunidad y entorno.

Por eso exigimos que todas las plataformas que se accionaron para acceder a diversos contenidos educativos, científicos y artísticos se mantengan independientemente de la pandemia, ya que estos son refuerzos auxiliares de nuestro proceso de aprendizaje. Para que podamos acceder a ellos sin la presión de evaluación, elaboración de reportes y para ampliar nuestra gama de conocimientos y que puedan servir de esparcimiento y desestrés. Destensar tendría que ser la norma y no la excepción.  

Por ello proponemos que nuestros padres, que no están en la industria esencial, gocen de permisos con salario para que puedan continuar en casa. Para aquellos que son comerciantes, trabajadores de oficios o por cuenta propia, proponemos un subsidio mensual igual al precio de la canasta básica, no menos. Para nuestros padres, que siguen laborando o que están en los sectores esenciales, el Estado debe proporcionar alternativas estatizadas, dignas, gratuitas y con todas las medidas de seguridad e higiene, para no atribuir el cuidado de las y los niños y adolescentes a las familias. Estos trabajadores deben ser estatizados, gozar de un salario digno, basificación, seguridad social y contar con todas las protecciones sanitarias necesarias. Nos rehusamos a cargar el cuidado de niños, ancianos y adolecentes a las mujeres de la clase trabajadora. Los cuidados debemos socializarlos e integrarlos dentro de los deberes del Estado.     

Denunciamos la irresponsabilidad de la SEP de querer volver a clases y nos parece totalmente absurdo e inaceptable que nos quieran hacer elegir entre pasar de año o nuestras vidas. A los estudiantes se nos pone entre la espada y la pared. Se nos obliga a elegir entre los exámenes, nuestras calificaciones y nuestro futuro o poner en peligro nuestra salud. No podemos aceptar este chantaje. Esta es la lógica clasista de la educación bajo el capitalismo: volver la escuela una auténtica carrera de obstáculos que afecta a los estudiantes más humildes y expulsar así del sistema educativo a las familias trabajadoras. ¡No lo permitiremos! Desde el Sindicato de Estudiantes seguimos insistiendo ¡La educación es un derecho y no un privilegio!, y la vamos a defender cueste lo que cueste a través de la movilización y la lucha.

¡Por un plan de rescate para la educación pública!


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