El pasado 26 de noviembre Zapatero recibía a los principales 37  empresarios del país, unas semanas después de que se encontraran con el  rey. Aunque supuestamente el objetivo de la reunión era analizar la  situación de la economía, tuvo un claro carácter ejecutivo: el gobierno  se comprometió a acelerar las "reformas" emprendidas (laboral,  pensiones, cajas de ahorro...) como le exigían los empresarios ("que no  le tiemble el pulso"). A cambio, los representantes de la burguesía  española adquirieron un vago compromiso de "arrimar el hombro". Además,  acordaron reunirse de nuevo en unos meses para "evaluar los avances", es  decir, para examinar si el gobierno ha asimilado bien todo lo que tiene  que hacer.
¿Quiénes son esos 37 empresarios que se reunieron con Zapatero?  Básicamente las mayores empresas de la bolsa española más algunas que no  cotizan (como El Corte Inglés, Mondragón, las mayores cajas y  Mercadona, que no acudió). Si en los años 70 se hablaba de "las cien  familias", recientemente el diario Público desvelaba que "un selecto  grupo de veinte familias controla el 37,1% del Ibex (las 35 mayores  empresas cotizadas), pese a que las acciones que poseen equivalen a un  12,2% del índice". A través de consejeros afines y participaciones  cruzadas cada vez menos personas tienen más poder en las empresas. De  hecho, si sólo hubieran estado los representantes de la Banca, el  panorama habría cambiado bien poco: de las seis principales empresas  cuatro son bancos o cajas y controlan las dos siguientes, Telefónica y  Repsol. Como explicó Lenin, en la fase imperialista del capitalismo, la  preponderancia de la burguesía financiera es absoluta. 
 Yendo al detalle, en la reunión había banqueros como Botín o Francisco  González, que condujo la privatización de la banca pública para seguir  al mando del BBVA. El Banco Popular, tradicional punto de apoyo del Opus  Dei, o el Sabadell controlado por la burguesía catalana, también  estaban. En cuanto a las Cajas, las dos mayores (La Caixa y Caja Madrid)  hicieron valer su pretensión de convertirse en grandes grupos  bancarios.
 Después venían Telefónica, Repsol, Endesa o Gas Natural, antiguas  empresas públicas construidas con impuestos y tarifas altas y entregadas  al capital financiero para desgracia de sus trabajadores y de todos los  consumidores. Últimamente también se dedican a saquear América Latina, y  por supuesto, lo que hacía falta según ellos para salir de la crisis  era subir la luz, el gas y la gasolina.
 También asistió una nutrida representación de los constructores, seis en  total. No cabe duda de que los Del Pino Calvo-Sotelo, Entrecanales,  Villar Mir, Florentino Pérez, Koplowitz o Del Rivero son un ejemplo del  emprendedor español, innovador y desvinculado del ladrillo, así como del  respeto de la normativa laboral a través de sus contratas y  subcontratas en las obras. Como se va a recortar el gasto en obra  pública, se están introduciendo en otros negocios como aeropuertos y  servicios privatizados. Por supuesto, la privatización de AENA y la  gestión privada de hospitales e infraestructuras les parecía  absolutamente imprescindible para el "interés general". Abertis, la  principal concesionaria de autopistas y beneficiaria de las ayudas  públicas, también estuvo presente. Sus accionistas más destacados, La  Caixa (por algo Catalunya es la comunidad con más peajes) y la familia  March, descendientes del ilustre banquero que financió el golpe fascista  de 1936.
 Hablando de antecedentes ilustres, César Alierta, presidente de  Telefónica vinculado al PP, es hijo del alcalde franquista de Zaragoza, y  entre los Benjumea, tradicional familia de la burguesía sevillana y  dueña de Abengoa, se cuentan varios ex ministros del dictador y  numerosos títulos nobiliarios.
 Un pequeño grupo de empresas de tecnología, como la citada Abengoa,  Gamesa, Indra o Hispasat (las dos últimas también fueron públicas y se  privatizaron), son el ejemplo perfecto del "nuevo modelo productivo" del  que tanto se ha hablado últimamente. Es el sector público el que paga  sus desarrollos e innovaciones además de los beneficios de sus  accionistas, sea directamente a través de subvenciones o indirectamente  con mayores tarifas eléctricas. El potencial de creación de empleo se  revela con las fábricas de aerogeneradores cerradas últimamente para  llevar la producción a China.
 Los hoteleros Escarrer (Sol Meliá) y Riu se quejaron amargamente de lo  abandonado que está el sector por el gobierno. Desde luego, sería  conveniente que éste vigilara más de cerca las condiciones laborales y  la represión sindical que impera en la hostelería.Y hablando de  represión sindical, también estaba presente Isidoro Álvarez, presidente  de El Corte Inglés, empresa pionera en la creación de sindicatos  amarillos y el despido de trabajadores "rebeldes". Otro sector pionero  en ataques contra los trabajadores, que ha perfeccionado las tácticas de  EREs, despidos y chantaje continuo es el del automóvil, que estaba  representado por el presidente de su patronal, ANFAC.
 La prensa destacó la ausencia de Roig, el presidente de Mercadona, y de  la superestrella del empresariado español, Amancio Ortega, dueño de  Zara, que dejó en manos de su consejero delegado acudir a la cita. Este  tipo, ejemplo del "emprendedor", basó su fortuna en la hiperexplotación  de las mujeres gallegas mediante el trabajo a domicilio o contratas de  talleres masificados, jornadas de más de 12 horas y sueldos de miseria,  ahora exporta su "modelo" a otros países y se nos presenta como  paradigma de éxito. Otro que delegó en un ejecutivo fue Berlusconi,  dueño de Telecinco. Tal vez estuviera ocupado en alguna de sus "fiestas"  con menores de edad. Tampoco estuvieron personajes como "los Albertos",  los March o Demetrio Carceller,  clásicos en los consejos de  administración de las grandes empresas pero que no controlan  directamente ninguna.
 
 ¿Democracia? ¿Qué democracia?
 
 Saltándose toda la escenografía del parlamentarismo y de las  instituciones "democráticas", la oligarquía dictaba al gobierno las  acciones a seguir. Paradojas de la democracia burguesa, es gracias a la  fuerza de la clase obrera que el PSOE está en el gobierno. Asimismo, las  fortunas de estos oligarcas parásitos, que ahora quieren haceros pagar  la factura de su fiesta, proceden del trabajo no remunerado a la clase  obrera, que es la única clase que genera riqueza. En la democracia  burguesa, una ínfima minoría social, que no ha elegido nadie y que vive  del trabajo ajeno, decide el destino de la mayoría; y los que  verdaderamente trabajan y son la inmensa mayoría de la sociedad, no  deciden nada. Habrá que invertir las cosas. La única democracia real y  posible es aquella en que los medios de creación de riqueza y el poder  estén en manos de la clase obrera. Sólo así la mayoría de la sociedad  podrá realmente decidir sobre su futuro.






 


  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                
  
                


