Los acontecimientos revolucionarios de 1905 en Rusia marcaron un punto de inflexión en la historia de Europa. Por primera vez el régimen zarista, ciudadela de la reacción continental, fue sacudido por un movimiento insurreccional de millones de obreros que arrasó con las viejas estructuras políticas del Estado autocrático y alumbro los órganos del futuro poder obrero, los soviets.

El capitalismo en Rusia había surgido sobre una forma atrasada, adoptando un desarrollo desigual y combinado: al tiempo que integraba formas extremadamente atrasadas, incluso feudales, en las relaciones de propiedad y explotación de la tierra, manifestaba rasgos muy avanzados: el desarrollo de relaciones de producción capitalista basadas en una enorme concentración del proletariado industrial en grandes fabricas, superior incluso a la de la clase trabajadora francesa o británica. Este marco general determinaba el carácter reaccionario y dependiente de la burguesía rusa: dependiente del capital exterior, que jugaba un papel crucial en la economía industrial y dependiente de la propia autocracia con la que mantenía espléndidos negocios. De este hecho se desprendía que la burguesía liberal rusa tuviera un carácter profundamente contrarrevolucionario y fuera incapaz de liderar consecuentemente ni siquiera la lucha por las demandas democráticas.

La revolución de 1905 vino a confirmar brillantemente esta idea: cuando las masas oprimidas se pusieron en marcha, la burguesía corrió a las faldas del régimen zarista asustada por las realizaciones revolucionarias. En 1905 quedó claro que la conquista de la democracia, la reforma agraria —el talón de Aquiles de la sociedad rusa—, la resolución del problema nacional, que afectaba a numerosas nacionalidades del Imperio y la mejora de las condiciones de vida de las masas, eran incompatibles con la existencia del capitalismo. Las tareas democráticas enlazaban con las socialistas, la expropiación de la burguesía rusa y de sus aliados imperialistas se tornaba en condición necesaria para el avance de la sociedad.

La primera revolución rusa supuso una grandiosa escuela en la que tomaron parte activa el proletariado y el resto de capas oprimidas de la sociedad, donde todas las formas y fases imaginables de lucha tuvieron lugar y donde el proletariado puso en práctica todos los métodos de combate concebibles, desde las huelgas económicas a las peticiones a las autoridades, desde la huelga general política y las manifestaciones de masas, hasta la insurrección armada. Como señaló el propio Trotsky: “Los acontecimientos de 1905 se presentan como el grandioso prólogo del drama revolucionario de 1917. Durante los largos años de reacción triunfante que le siguieron, 1905 permaneció siempre ante nuestras miradas como un todo acabado, como el año de la revolución rusa (...) La revolución rusa de 1905 surgió directamente de la guerra ruso-japonesa y, del mismo modo, la revolución de 1917 ha sido el resultado inmediato de la gran matanza imperialista. Así, por sus orígenes como por su desarrollo, el prólogo contenía todos los elementos del drama histórico (...) Todas las fuerzas componentes que entraron en escena en 1905, se hallan hoy iluminadas con una luz más viva por el reflejo de los acontecimientos de 1917. El octubre rojo, como le llamábamos ya entonces, creció convirtiéndose, doce años más tarde, en un octubre incomparablemente más grandioso y verdaderamente triunfante”.

El estudio de este período extraordinario tiene por lo tanto una gran importancia para todo aquel que desea comprender la dinámica de la revolución en general y no sólo en lo particular.

La Fundación Federico Engels con la publicación del libro magistral de León Trotsky, quiere poner a disposición de las nuevas generaciones de luchadores revolucionarios una obra maestra para comprender la profundidad de la revolución de 1905. Trotsky, Presidente del soviet de San Petesburgo, fue protagonista del movimiento insurreccional: escribió gran parte de los manifiestos de la revolución y del programa soviético. Fue un incansable organizador de la prensa obrera y las milicias armadas. Se mantuvo inquebrantable incluso durante la derrota del levantamiento armado en Moscú. Tras su detención, el juicio al que fue sometido y su defensa en los tribunales zaristas de la posición de los revolucionarios, ha pasado a la historia como un ejemplo de confianza en la fuerza de la clase obrera y del futuro comunista.

Esta nueva edición del libro de Trotsky, se presenta de una forma muy completa integrando los textos de 1905 y Resultados y Perspectivas, un apéndice con artículos polémicos de Trotsky a propósito de la teoría de la revolución permanente y un prólogo de Alan Woods.

El libro será presentado en la Feria del libro de Madrid y a partir de septiembre realizaremos una campaña de actos públicos en numerosas ciudades del Estado español, para dar a conocer esta nueva edición y conmemorar el centenario de la primera revolución rusa.

1905, Resultados y Perspectivas de León Trotsky

Fundación Federico Engels

PVP 15 euros · A la venta a partir de junio


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