En su escrito de 1939, titulado  “Oposición pequeñoburguesa en el Partido Socialista Obrero (SWP)” León Trotsky escribiría:


El pensamiento vulgar utiliza conceptos como capitalismo, moral, libertad, estado obrero, etc., como abstracciones fijas, presuponiendo que capitalismo es igual a capitalismo, moral a moral, etc. El pensamiento dialéctico analiza todas las cosas y todos los fenómenos en su cambio continuo, determinado en qué condiciones materiales se produce el cambio crítico, tras el cual A deja de ser Al, un estado obrero deja de ser un estado obrero. El fallo fundamental del pensamiento vulgar radica en que desea conformarse con imágenes no teóricas de una realidad que consiste en movimiento perpetuo. El pensamiento dialéctico da a los conceptos, por medio de aproximaciones lo más cercanas posible, correcciones, concretizaciones, riqueza de contenido y flexibilidad: me atrevería a decir que les da una suculencia que les aproxima mucho a los fenómenos vivos. No hablamos de capitalismo en general, sino de un determinado capitalismo en un determinado nivel de desarrollo. No hablamos de estado obrero, sino de un estado obrero dado, en un país atrasado y con un entorno imperialista, etc.

El pensamiento dialéctico es al vulgar lo que una película a una fotografía. La película no proscribe la fotografía, sino que las combina en series según las leyes del movimiento. La dialéctica no niega la validez del silogismo, pero nos enseña a combinar los silogismos de modo que nos lleven lo más cerca posible de la comprensión de una realidad eternamente cambiante.

Hegel estableció en su Lógica una serie de leyes: cambio de la cantidad en cualidad, desarrollo a través de las contradicciones, conflicto entre forma y contenido, interrupción de la continuidad, cambio de posibilidad en inevitabilidad, etc., que son tan importantes para el pensamiento teórico como el silogismo simple para tareas más elementales.


Hegel escribió antes que Darwin y antes que Marx. Gracias al gran impulso que la Revolución Francesa dio al pensamiento general de la ciencia. Pero como sólo era una anticipación, la obra de un genio, recibió de Hegel un carácter idealista. Hegel consideró sombras ideológicas como si fueran la realidad última, acabada. Marx demostró que el movimiento de esas sombras no era sino el reflejo del movimiento de cuerpos materiales.
Llamamos "materialista" a nuestra dialéctica porque está basada no en el cielo ni en nuestro "libre albedrío", sino en la realidad objetiva, en la naturaleza. La conciencia surge de la inconsciencia, la psicología de la fisiología, el mundo orgánico del inorgánico, el sistema solar de las nebulosas. En todos los eslabones de esta cadena, los cambios cuantitativos se convirtieron en saltos cualitativos. Nuestro pensamiento, incluido el pensamiento dialéctico, no es sino una forma de expresión de este mundo cambiante. En este sistema no hay lugar para Dios, ni el destino, ni el alma inmortal, ni para normas, leyes ni morales eternas. El pensamiento dialéctico que ha surgido de la naturaleza dialéctica del mundo, posee consecuentemente un carácter totalmente materialista.


A pesar de las costosas campañas que desde hace poco más de siglo y medio ha lanzado la burguesía para intentar desacreditar al pensamiento político de Marx y Engels, la obra de los padres del materialismo científico sigue vigentes; y lo es porque en primer lugar la profundidad del análisis científico del materialismo dialecto, tal como lo explica Trotsky en los párrafos anteriores, no ha podido ser superada por ciencia alguna. Es más los desarrollos científicos y tecnológicos más importantes de la era moderna del capitalismo, muy a pesar de la burguesía, sea han tenido que basar en una concepción materialista de la realidad objetiva en la que ésta se reconoce en constante cambio y transformación. Pero sobre todo lo que ha mantenido vigente al marxismo ha sido el capitalismo propiamente dicho en la medida de que no sólo ha sido incapaz de solucionar sus contradicciones (cuestión imposible de hacerse en el marco de la propiedad privada) sino que además las ha agudizado. El capitalismo de hoy en día no solo es el capitalismo del histórico atraso en regiones completas como América Latina, África y Asia, sino que también es el capitalismo que envuelve en la pobreza a millones de europeos y estadounidenses, además de lanzar al desempleo  más de 207 millones de seres humanos en todo el planeta en cifras de 2013.


Pero si bien un factor de la ecuación a propósito de los efectos de la crisis económica mundial que estalló en 2007 y que aún perdura, es el enorme efecto negativo sobre los niveles de vida de la clase trabajadora,  por otra parte, el lado inverso de la moneda nos habla de una enérgica respuesta de la clase trabajadora contra la política de sus explotadores en una parte más que significativa del planeta: España, Grecia, Portugal y Francia, son buenos ejemplos de ellos. Es decir, el capitalismo no sólo se puede desprender de la lucha de clases sino que además tiende a atizarla dada la agudización de sus contradicciones, queriendo ello decir que mientras haya lucha de clase, es decir mientras una clase explote a otra y haya una abierta lucha entre estas por el control de la plusvalía, el socialismo científico seguirá vigente, cuestión imposible de remediar por la burguesía y sus campañas millonarias contra el pensamiento de Marx.


Dado ello, y considerando la imperiosa necesidad de poner al alcance de todo aquel  joven o trabajador que esté consciente de la necesidad de trasformar a la sociedad de raíz, la Fundación Federico Engels se ha dado a la tarea de relanzar la obra de los clásicos de marxismo para ponerlos al alcance de la juventud proletaria y los trabajadores en general. Con ese Objetivo, en esta ocasión instalaremos nuestro stand de literatura revolucionaria, nuestra MINIFERIA DE LIBRO MARXISTA, en la UAM-I, el jueves 18 de junio a partir de las 11 am hasta las 5 pm. Nos colocaremos frente al Kiosco y la cafetería.


Te invitamos a que asistas a la MINIFERIA DEL LIBRO MARXISTA y te dotes de ideas revolucionarias para luchar contra el capitalismo hasta derrotarlo. UAM-I: San Rafael Atlixco No. 186, Col. Vicentina, Iztapalapa, 09340, México.


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