La cautela con la que han manejado dicha contrarreforma no es ninguna casualidad, por el contrario responde en primer lugar a un claro intento de dar golpe sobre la mesa, tratando con ello de reducir la respuesta del movimiento estudiantil. Muy similar al ataque impulsado en septiembre pasado en el Politécnico, con muy pobres resultados. Pero en segundo lugar, y de mayor relevancia, es la ausencia de planteamientos claros al respecto del modo y el contenido a impulsar. Lo que en el fondo refleja importantes diferencias entre la SEP, el Gobierno Federal y las distintas instituciones que componen la ANUIES. Las declaraciones de José Narro Robles demandando no se reduzca el presupuesto ni a la UNAM ni a la educación superior, son claras al respecto (Ver La Jornada en línea, 1 de Julio del 2015).

La educación superior es desde hace décadas uno de los ansiados tesoros de la burguesía, frenada en cada intento por los hijos de los trabajadores que han salido en defensa de uno de los legados más valiosos de la lucha de clases en nuestro país. Por ello la cautela y mesura con la cual los más experimentados siervos de la burguesía han planteado la ofensiva. En el fondo son conscientes de las enormes posibilidades de ser derrotados, como en el Politécnico, y los efectos que esta derrota tendría como consecuencia en momentos donde la juventud ha dado pasos de gigante.

Desde el 2012 los jóvenes hemos dado muestras sobradas de no estar conformes ni de acuerdo con la miseria que se nos pretende imponer. Las lecciones del 132, la solidaridad con la CNTE en 2013, la lucha del Poli y por nuestros 43 compañeros normalistas han sido también tragos amargos para la burguesía y el régimen de Peña Nieto. Recientemente en la UAM Iztapalapa las autoridades han comenzado a hablar de “los beneficios de una reforma universitaria”1, con un lenguaje sutil que pretende engañar a quienes a diario vivimos las paupérrimas condiciones en las cuales se encuentra la educación superior. Esta parece será la tónica en que se pretenda impulsar un nuevo ataque a la educación superior en nuestro país: haciéndose de una imagen favorable a partir de un lenguaje confuso de los beneficios de reformar la educación superior.

Las luchas de los últimos años son valiosas lecciones de las cuales los jóvenes tenemos que sacar las mejores conclusiones para el futuro. Una de ellas es sin duda que cualquier conquista o avance, por pequeño que sea, no vendrá del gobierno ni de las autoridades sino que será resultado de la lucha que demos en las aulas, escuelas y en las calles. No nos regalarán nada. Al mismo tiempo que la mejor garantía para defender nuestros derechos es la lucha organizada, también resulta indispensable construir una herramienta que nos permita estar preparados para las futuras batallas.

¡Organízate y lucha con el CEDEP!


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