Son todos narcos
Bersuit Vergarabat, Señor Cobranza

“Nuevos” “adalides” de la “democracia”

Disculpará el lector un comienzo tan entrecomillado, el autor procurará dejar de usarlas esperando que las circunstancias y el cinismo de los personajes de quienes vamos a estar hablando no dejen lugar a confusión.

En cuestión de dos semanas, Carlos Ahumada Kurtz, Roberto Madrazo Pintado y Miguel de la Madrid Hurtado nos iluminaron con sus profundos conocimientos del comportamiento humano, de los vericuetos a los que uno se enfrenta cuando se enfrenta al sistema y de la responsabilidad (conste que ya quedamos con lo de las comillas).

Carlos Ahumada, empresario transa hasta los huesos, el mismo que le sube la calefacción o les da agua infectada a los equipos visitantes del Estadio Nou Camp de futbol, del cual hasta la fecha es dueño, un buen entendedor que con pocas palabras supo satisfacer las necesidades de Ponce y Bejarano, ahora (desde Argentina, lejos de las garras de la PGR, no más por si las dudas) se presenta en su libro como la víctima de un juego en el cual era un experto jugador.

Roberto Madrazo, otro grande literato contemporáneo, imbatible triunfador de maratones, incuestionable ganador de las elecciones de Tabasco, ahora nos ha beneficiado con el talento derrochado en su libro y nos platica el sufrimiento que ha tenido que pasar al oponerse al sistema, del cual los malvados Salinas y Gordillo son los principales representantes y férreos adversarios de sus buenas intenciones.

Miguel de la Madrid, vejete inútil, en una interpretación libre pero apegada al sentido de la carta en la que se desdice de la entrevista de Carmen Aristegui, se arrepiente de no haberse dado cuenta de qué clase de persona era Salinas y nos platica cómo es desafortunado y triste, pero inevitable, el tener que pasarse por el arco del triunfo el derecho de la mayoría cuando uno es representante de la clase dominante en un sistema capitalista.

Un nuevo virus nos ataca

Como una aún más rara epidemia que la de la influenza, estas semanas ha habido una seria propagación de honestidad entre personajes de la calaña de los que acabamos de platicar. Más allá de la información adicional que nos puedan brindar (eso de que Salinas ha sido uno de los grandes ladrones de la historia de este país, como que ya lo sospechábamos), vale la pena notar dos elementos adicionales aún más interesantes: los escándalos acerca del comportamiento de los elementos de las altas esferas del poder en el Estado no sólo suceden aquí en México, en estos mismos días, tanto en el Reino Unido como en Italia, se desataron también sendas crisis políticas a partir del descubrimiento del mal uso de los recursos públicos. Por cierto, en ambos países, a estos individuos se les castigó para intentar paliar el descontento social que se generó. En particular en el Reino Unido, este descontento no se disipó, ahí la clase dominante no la tiene tan fácil*.

De ahí se desprende el otro punto que también es importante para nosotros: El cinismo y la desfachatez con la que estos tipejos disfrutan de privilegios ofensivos para quienes tenemos que sudar la gota gorda por cada mendrugo de pan que nos echamos a la boca se hacen mucho más insoportables en época de crisis. A través de la historia se ha corroborado que pequeños chispazos como estos, desatan fuerzas incontrolables, pues son las fuerzas de la ira de las masas:

Los escándalos políticos en Italia a mediados de los noventas resultaron en el colapso de los Demócratas Cristianos, el principal partido burgués que gobernó el país desde la Segunda Guerra Mundial. La crisis fue muy peligrosa, pues desató fuerzas incontrolables que amenazaron a todo el aparato político. Hubo peligros similares en el caso Dreyfus en Francia a finales del siglo XIX. La exhibición de un amañado juicio militar resultó en una ira generalizada en contra del Ejército y la clase dominante, provocando una crisis social. Sirvió para mostrar la podredumbre de un régimen y una interrogante fue puesta sobre todo el sistema capitalista. Lenin explicó que con una dirección socialista consecuente, la situación habría terminado en revolución. (Rob Sewell, La crisis política en Gran Bretaña se profundiza).

Si he de morir mañana, mejor dejen reagendar

El silencio mortal de Calderón, de los monopolios televisivos y de las direcciones de los partidos políticos (en particular, del de Jesús Ortega) llama la atención. ¿Por qué FeCal no ha dicho ni pío? ¿Y qué hay de quienes, incluso en una lógica oportunista, como por ejemplo Jesús Ortega, podría utilizar todo este escándalo para llevar agua a su molino?

El chaparrín se enfrenta a dos problemas que le impiden abrir el pico en la cuestión de estos últimos escándalos políticos, a pesar de que en ninguno de éstos parece estar involucrado directamente:

El primer problema consiste en que el narcotráfico ha permeado desde hace más de una década hasta las más profundas raíces del Estado, de modo que de manera directa o indirecta las más altas esferas de la clase dominante tienen conocimiento acerca de los cárteles que operan, pues con ellos también se hacen negocios, por ejemplo, para que les den dinero y puedan hacer comerciales con personajes apreciadísimos por todos, como el Místico o Lucerito, que no cobran cualquier cosa por prestar su prestigiosa imagen.

El segundo problema, es que hasta cierta forma, el narcotráfico se asimila al fascismo en cuanto a su base social lumpen y el modo agresivo y virulento en el que operan, comienzan moviéndose a escondidas, con la avenencia del aparato estatal, quien recibe una tajada del pastel y se hace de la vista gorda, pero en la medida en la que la extensión y la fortaleza del narco crece, esa complicidad deja de ser necesaria, pues a punta de asesinatos, violencia y compadrazgo, los narcotraficantes han dejado de ser una organización independiente para convertirse en una fracción de poder dentro del propio aparato estatal. Ya no buscan la simpatía de la policía, sino que imponen sus condiciones. Sus condiciones, todos las conocemos: muerte a la oposición de sus intereses.

El narcotráfico ha acumulado el poder suficiente no sólo para ser tolerado por el aparato estatal, sino para ser respetado y temido por éste. Quien se mete con el narco muere junto con toda su familia y sus amigos. Esto es lo que hace callar a Calderón, quien no es el mero jefe dentro del Estado, sino un alfeñique impuesto por un fraude organizado y ejecutado por los grandes capitalistas, entre los cuales, los capos del narco han dejado en claro que ellos también forman parte. La posición y actitud de estos capitalistas sui generis es lo que de repente recordó el olvidadizo de la Madrid al desdecirse y exponerse como el viejo payaso que es.

Con Televisa y TvAzteca pasa lo mismo, los dueños al ser miembros de los grandes capitalistas, tienen intereses en común con los narcos, quienes ahora se han vuelto susceptibles a una crítica que ya no aceptan sin que se paguen las consecuencias, a la vez, a estos capitalistas no les interesa mucho exaltar de más el papel cada vez más central que adopta el narcotráfico en una batalla por el monopolio de la violencia, por lo cual prefieren callar ante lo obvio.

Pero más importante aún, quienes controlan el monopolio de la información no quieren desatar fuerzas que después no podrían controlar al exacerbar el odio, el cansancio y la desesperación que la clase trabajadora ha aguantado y que está a punto de estallar.

Esta última es la razón fundamental (amén de que no sería sorprendente que gente como ésta también tenga nexos con el narcotráfico y esté empantanado hasta el cuello en la corrupción y robo del erario público) por la que tampoco Jesús Ortega se atreve a encabezar una campaña ni siquiera con el más ligero matiz en contra de la corrupción y el narcotráfico y mejor prefiere salir en la tele con una pobre inocente niña que no sabe lo que dice ni lo que el otro le contesta.

Una campaña contra la corrupción y el narcotráfico implica llamar a la eliminación y destrucción desde la base de todo el aparato estatal actual. El narcotráfico es el huitlacoche en el maíz del Estado. Cualquier otra forma de abordar el problema de la corrupción sería equivalente a tratar de hacer una quesadilla de huitlacoche sin los granitos de elote.

Poniéndonos serios

No es casualidad que la histeria entre esta gentuza aumente en México y el mundo. La crisis está aumentando el descontento de la clase trabajadora, misma que es la única capaz de solucionar los problemas a los que nos ha empujado el sistema capitalista, aunado a esto, el aparato estatal ha perdido el control de los narcotraficantes, quienes ahora le dan un matiz bastante más violento a la crisis de por sí ya cruenta que vivimos.

Impunidad, miseria, hambre, enfermedad, ignorancia, corrupción, drogadicción. ¿Será el pelele y su gobierno quien pueda aliviar un poco éstas, nuestras banales preocupaciones? ¿Podrán los órganos gubernamentales actuales, representantes de la clase dominante, defensores y causantes mismos de todas estas lacras, ser capaces de hacer algo por una clase que no es la suya?

Como estamos de buenas, supongamos que por ahí todavía quedan algunos individuos honestos en la dirección del aparato estatal. Supongamos que en verdad no hubieran querido que las cosas llegaran tan lejos: sí querían robar, pero no tanto; sí querían quedar bien con los patrones, pero no esperaban que eso significara el desempleo y la miseria de millones; sí querían algunos pesos extras del narco, pero no querían que rodaran cabezas en las discotecas de Michoacán. Pues bien, a pesar de todo lo que hubiesen querido o dejado de querer, la clase dominante actúa como un todo y único ser, el cual prefiere esos pequeños sacrificios antes de perder los beneficios que representan pertenecer a dicha clase: lujos suntuosos, buenas comidas, buenas bebidas, buenas drogas, buenas mujeres. La última de sus opciones es abandonar el poder. Primero muertos antes que abandonar esos beneficios. Bueno, de hecho, la primera opción no es morir por sus beneficios, sino matarnos.

He aquí lo bello de la historia de la lucha de clases: primero a ver si nos dejamos.

El Estado capitalista es peso muerto en el barco de la historia humana y esta nave está a punto de naufragar. Si queremos mantener la humanidad a flote y avante, tendremos que arremangarnos y ponernos a la tarea de descargar de todo lo que no sirve a esta sociedad para seguir avanzando.

No más mentiras. No más corrupción. No más injusticia.
Por el derrocamiento del Estado caduco de FeCal.
Por un Estado verdaderamente obrero y democrático.


Postdata Ecológico: En la edición de este artículo se han ahorrado más de un centenar de comillas en beneficio del ahorro de espacio cibernético.

*Recomendamos leer completo el artículo de Rob Sewell para más detalles sobre el tema: La crisis política en Gran Bretaña se profundiza


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