Las cifras promedian 650, pero en México podría haber más de 1000 presas y presos políticos y de conciencia. Esta cifra, junto al número de asesinatos y desapariciones son el terrible resultado de la guerra que los gobiernos federal y estatales han llevado durante décadas, empeorados en los últimos sexenios panistas y priistas, contra el pueblo trabajador. Ahora la “cuarta transformación” reconoce su existencia y promete un plan para su liberación.

Empezamos por decir, una y todas las veces que sea necesario, que esta demanda viene de las más hondas necesidades de los trabajadores y pueblos en lucha, quienes hemos sufrido la más brutal represión. Pues hemos sido nosotros quienes han puesto carne y sangre por defender mejores condiciones de trabajo y vida, el territorio y los recursos, la existencia misma. Y continuamos por esclarecer que la presente política del gobierno nos es mas que un triunfo de nuestro movimiento, significando para nosotros ningún apoyo acrítico, menos sumisión, no dejaremos las calles hasta ver todas y todos libres.

La iniciativa presentada por Néstora Salgado, legisladora de Morena y ella misma ex-presa política, y retomada por la SeGob, contiene una lista de 368 casos, pero incluso conteos oficialistas, como el de Alejandro Encinas presenta 800 casos. Ahora el gobierno ha avanzado con la liberación de los primeros 16. Todos los demás casos, según se dice, están siendo revisados para elegir cuál sería la ruta jurídica para cada uno. En esta misma línea, después de los primeros liberados el proceso se está haciendo lento y con una difícil participación de referentes nacionales independientes en la lucha por la libertad de los presos.

Para nosotros, la liberación inmediata, sin cargos ni fianza de todas y todos los presos políticos es una necesidad inaplazable, que tiene que ser obra del movimiento, pues, como ya mencionamos, no es ninguna ocurrencia del nuevo gobierno sino una demanda profunda y antigua del pueblo. No se trata, por lo tanto, de decidir la mejor solución jurídica sino cumplir a cabalidad e inmediatamente nuestra exigencia. Pues, en última instancia no necesitamos perdón ni amnistía por delitos que nunca cometimos, ni “debido proceso” para quienes bajo ninguna circunstancia debimos nunca de estar tras las rejas.

Es una reivindicación que debemos levantar no sólo las organizaciones de derechos humanos o las organizaciones políticas. También los sindicatos, las organizaciones campesinas, populares y estudiantiles deben hacer suya esta demanda, por quienes hoy están tras las rejas y también por evitar que cuando emprendemos una lucha, desde las empresas, los barrios o las escuelas, no vuelva a utilizarse la represión para intentar detenernos. Para que cuando salgamos a la calle podamos manifestarnos libremente, sin temor de ser golpeados y detenidos, de ser desaparecidos de regreso a casa.

La labor de los revolucionarios que estamos en las empresas, en los sindicatos, en las escuelas y en las colonias es impulsar en la conciencia de nuestras compañeras y compañeros la necesidad de luchar por la libertad de los presos, por el respeto a los derechos democráticos y explicar, en cada oportunidad, que en la sociedad actual, donde unos pocos necesitan defender sus privilegios y sus exorbitantes fortunas, la amenaza contra los explotados y hambrientos estará siempre latente.

Los megaproyectos de muerte: minería, eoloeléctricas, presas, hidroeléctricas, concesiones de agua, tala, etc. continúan y también la salvaje explotación laboral. Y el nuevo gobierno tendrá que elegir entre garantizar los derechos de los pueblos y los trabajadores que luchan o ceder a las presiones de industriales, empresarios, banqueros, nacionales y multinacionales que quieren garantizar sus ganancias esté quien esté en el gobierno.

Aún más, proyectos de “desarrollo” como el llamado Tren Maya, el Transístmico, y otros, que tienen la declarada oposición de pueblos indígenas y otros sectores, representados en el EZLN - CIG y otras organizaciones, serán una prueba de fuego. No es el espacio para profundizar sobre el actual debate entre el zapatismo y Morena, pero si diremos aquí que defendemos decididamente el derecho de los pueblos, esto significa apoyar la determinación de oponerse a un “desarrollo” que no les ha beneficiado y que durante las últimas décadas les ha arrinconado, desplazado y asesinado. Se trata, pues, no sólo de liberar a quienes están hoy presos políticos, sino, también, de evitar la represión y engrosar las filas de presos, desaparecidos y muertos.

Hoy más que nunca exigimos en declarar plena libertad de organización, derecho a la huelga, a la manifestación, a la protesta en defensa de nuestros derechos y vida, gobierne quien gobierne los derechos se defienden y se consiguen luchando. Las y los compañeros presos no han cometido ningún delito, exigimos su liberación ¡ya!


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