Este 10 de abril se llevó a cabo la primera consulta de revocación de mandato presidencial, sentando un precedente para los siguientes sexenios. En esta ocasión, dado las cifras de popularidad que AMLO aún mantiene por encima del 60%, la ratificación ganó con un 91.8%, frente al 7.5% de la revocación, con una participación del 17.5% del electorado, según cifras oficiales.

Ganó AMLO

Es claro el apoyo que aún conserva AMLO como presidente, el proceso de rechazo y el enorme deseo que la derecha no vuelva a hacerse del poder le aportan un respaldo bastante significativo. Para la clase trabajadora no da lo mismo que gobierne la derecha, fiel representante de los intereses de la burguesía, a que lo haga López Obrador, aún con todos los errores cometidos, las deudas que están sobre la mesa y los estragos de la crisis económica y la pandemia. 

El profundo rechazo a la derecha ha quedado asentado una vez más, pese a toda la campaña de desprestigio a la consulta mintiendo que con ella se pretende perpetuar a AMLO como dictador. La propaganda de la derecha a través de los medios de comunicación, comentaristas y supuestos analistas, echando sobre el ejercicio de la consulta todo el humo posible y llamar a la abstención, tenían el objetivo de desalentar la participación apelando al enorme gasto, a lo innecesario y a los intereses de autolegitimación rumbo al 2024 que escondía la consulta.

Pese a la repetición de estos argumentos por algunos sectores, la derecha no ha tenido la capacidad de movilización de masas, de hecho, el único intento de llamar a concentración en las calles tuvo un seguimiento ridículo el domingo 3 de abril de alrededor de dos mil personas, en donde más se movilizaron, en la CDMX, se aglutinaron con la consigna “terminas y te vas”.

Más allá de los intereses de la cúpula de Morena, para usar la consulta a su beneficio meramente electoral, muchos trabajadores y trabajadoras han tomado esta práctica como una oportunidad de recordarle a la derecha que no tienen oportunidad y que el pueblo trabajador tiene el derecho de elegir y revocar a sus representantes, un sentimiento totalmente legítimo y correcto. La participación y el involucramiento también demuestran que las y los trabajadores siguen en pie de organización, movilización y que de haber un llamado serio a luchar por profundizar la transformación este sería respaldado masivamente.

Ese sentimiento es el principal enemigo de la derecha y la burguesía, ese control y derecho a decidir del pueblo trabajador es lo que desprecia y califica como “innecesario”, “costoso” y “sin sentido”. Claro, no pueden permitir que el pueblo tome conciencia del poder de la revocación en manos de la clase trabajadora, poder que también debería ser aplicable a las bases del partido en el gobierno para revocar a todos los arribistas y políticos oportunistas de todos los niveles que gobiernan contra el pueblo.

El INE como fiel representante de la burguesía, ha hecho de todo para impedir un auténtico ejercicio democrático, el 20% de las casillas no abrieron, se aplazó la fecha inicial a este 10 de abril en que inicia el periodo vacacional, se colocaron sólo el 30 % de las casillas, muchas casillas sin abrir en los horarios y otras cerraron por falta de garantías de seguridad, una campaña de propaganda tardía y deficiente, etc. echaron mano de todo tipo de maniobras para impedir la información y la participación, incluso abiertamente como lo fue por parte del PRI en algunos municipios del Estado de México.

México tiene un largo historial de fraudes y estafas a la clase trabajadora producidas desde las mismas instituciones que se dicen procurar la democracia. Es utópico esperar que realmente lleven a cabo una campaña que aliente a la participación de la mayoría de la población. Es fundamental dar una batalla organizada para tomar en nuestras manos estas instituciones y depurarlas de los agentes de la derecha antidemocráticos y corruptos.

La batalla rumbo al 2024 ha comenzado

Todo encajaba a la perfección, el INE, la derecha, los “analistas” de la burguesía y la burguesía misma, como la Coparmex, manejando al unísono un discurso que inhibía la participación y que predispone al argumento de que la baja participación sólo significa una cosa: Que AMLO ha perdido apoyo. Para intentar preparar propagandísticamente a su favor el terreno de la batalla electoral de este año y especialmente rumbo al 2024.

Si bien el apoyo hacia AMLO no es el mismo que en 2018, no se pueden despreciar los más de 15 millones que lo ratificaron y se movilizaron a las urnas pese a todo el boicot descrito, se trata de aún más votantes que los que obtuvo Anaya y el doble de los de Meade, sus contrincantes en las pasadas elecciones de 2018. También destaca la participación por encima del promedio de los estados más pobres y de composición más humilde, como Tabasco, Tlaxcala, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Campeche, señalando que la base de apoyo de AMLO sigue estando entre estos sectores.

Por otro lado, la participación en la CDMX estuvo por encima del promedio de participación nacional, después del fuerte abstencionismo en las elecciones pasadas, señalan cómo el voto de castigo a Morena ha sido producto de su política de alianzas sin principios permitiendo a los arribistas acaparar candidaturas, y la falta de mejoras contundentes en las condiciones de vida de la clase trabajadora, la política de austeridad que se ha recargado en sectores medios, etc, más no a un avance o fortalecimiento de la derecha.

La derecha no puede sentirse más inquieta ante los resultados que son una declaración abierta de que están aún muy lejos de posicionarse frente a las elecciones venideras.

El capitalismo es por esencia antidemocrático

La baja participación sí es síntoma de otros aspectos, en primer lugar, de la falta de voluntad para crear condiciones favorables para una consulta democrática real, empezando por el INE, como lo hemos señalado antes, pero no es el único factor. Las condiciones de vida cotidianas a las que el capitalismo nos tienen sometidos, es un enemigo para la integración política de las familias trabajadoras, en realidad la participación masiva en política suele ser una excepción, más que una cotidianidad, en ese aspecto un porcentaje de 40% para definir una consulta como vinculante ya es bastante ambicioso para las dificultades objetivas de participación

Para muchos es claro que las cosas no cambiarían sustancialmente, es decir, si no se lograba el 40%, los resultados no serían vinculantes y las cosas seguirán como hasta ahora, con AMLO como presidente. Por ello, lo más importante es que el abstencionismo es un reflejo de poca ilusión en un cambio más real y contundente a la izquierda por parte de AMLO, y es que si se hubiera salido a las calles, planteando la lucha por un programa de reivindicaciones para el próximo periodo como un gobierno de y para los trabajadores, centrado en solucionar el problema de la precarización laboral, combatir la inflación, acabar con la violencia del narcotráfico, eliminar la violencia machista, asegurar a la juventud un empleo digno tras terminar los estudios, etc. y como vía para conseguirlo nacionalizar y expropiar los sectores claves de la economía para ponerlos al servicio del conjunto de la sociedad: la industria energética, la minería y la banca.

Si AMLO hubiera llamado a luchar por esto en cuanto se confirmará la ratificación de su mandato, millones de trabajadores habrían salido con entusiasmo a votar y no habría INE que pudiera boicotear. Pero no fue así y junto al resto de factores enumerados más arriba la abstención se impuso de manera monumental.

La lucha por la democracia se da en las calles

Para cambios profundos no podemos atenernos a los debates parlamentarios en el marco del juego democrático de la burguesía, y las consultas también se quedan cortas, necesitamos la lucha en las calles.

El mismo AMLO, logró llegar al gobierno tras dos intentos “democráticos” fallidos, ha sido sólo mediante un proceso de lucha en las calles, manifestaciones, plantones y denuncias políticas públicas que consiguió movilizar a amplias capas del pueblo trabajador y capitalizar el descontento y hostilidad con el régimen anterior para provocar un tsunami electoral de lo que ya se había ganado previamente en la lucha política en las calles. Por eso insistimos en que la verdadera fuerza de cualquier movimiento, se encuentra en la formación de comités, en la movilización y comienza con la participación democrática dentro de sus mismas organizaciones.

Es importante señalar que la consulta al pueblo obrero, campesino, a la juventud y las mujeres trabajadoras y a las comunidades indígenas debe ser una regla en cualquier régimen democrático, sin embargo, en un régimen que no rompa con el sistema capitalista, con todas sus instituciones y sus vicios no podrá realmente garantizar este derecho, por eso llamamos a fortalecer o conformar comités donde no existan que quieran arreciar la batalla por  la democratización de Morena y construir una herramienta auténtica de lucha de la clase obrera que se plantee como objetivo construir un régimen verdaderamente democrático, en donde la sociedad pueda participar ampliamente en cada una de las decisiones, ese régimen es posible rompiendo con la dinámica antidemocrática del capitalismo y construyendo una sociedad socialista.

 


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