Las condiciones de exterminio, bélicas, climáticas, extrema pobreza o extrema violencia han movilizado a la población de forma tan masiva. Actualmente, aun con el grado de violencia en Latinoamérica y el alto peligro del crimen organizado, vemos a los migrantes detenidos en las dos fronteras mexicanas; con tal de encontrar mejores oportunidades laborales, arriesgan sus vidas y abandonan su identidad lentamente a través de cientos de kilómetros.

Biden, igual que Trump y Obama

La actitud ambigua del secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Marcelo Ebrard, ante las exigencias de Joseph Biden es digna de destacar porque muestra el servilismo de la burguesía latinoamericana en general y la incompetencia de los políticos de resolver los problemas de fondo que obligan a miles a migrar. La aplicación del Plan Quédate en casa pone a México sobre un “dilema” en todos los sentidos del término: deberá asilar temporalmente a los migrantes candidatos a la visa, contener los flujos de centenares de poblaciones centro y latinoamericanos en el territorio, y controlar la inflamada corrupción ejercida por la burocracia del Instituto Nacional de Migración (INM). 

Los regímenes de Joseph Biden y de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) reflejan su actual relación con el movimiento latinoamericano migrante: el primero como imperialista represor, y el segundo con irremediable dependencia hacia un país más desarrollado; representando realmente ninguna rectificación, siquiera relativa, al desempleo y crisis social regional y a sus consecuencias en las fronteras.

No debería enorgullecernos la resistencia y fuerte voluntad de los trabajadores migrantes; sin embargo, hoy por hoy son clave en la fuerza de trabajo en nuestro vecino del norte, por ejemplo, 517 mil puestos de trabajo se confirmaron durante enero en Estados Unidos (EEUU) por parte de este sector, reportó Torsten Slok, economista de Apollo Global Management. Pero lo verdaderamente significativo radica en que la tasa de empleos se elevó gracias a que los migrantes están ocupando esos puestos laborales de los últimos tres meses; y esto se debe a que los flujos migratorios también se han incrementado en el último periodo.    

Sabemos que, durante cada periodo de elecciones en EEUU, los hispanos se convierten en botín de los candidatos; los migrantes latinoamericanos se esperanzan con pocas visas temporales ofrecidas por el gobierno estadounidense. Ahora, ante el peligro de la agudización de la crisis económica y la severa inflación, parece que serán precisamente los trabajadores hispanos ilegales que ayudarán a la “estabilidad” económica mediante la ocupación de trabajos precarizados, cargando la explotación a sus espaldas.

La hipocresía estadounidense

El estado actual de la migración hacia el norte inició con las elecciones intermedias de noviembre pasado en los EEUU: los demócratas llegaron con una inestable mayoría contra los republicanos; lo cierto es que la influencia económica de China sobre Latinoamérica, los actuales conflictos estadounidenses internos, producidos por la guerra interimperialista, y los giros hacia la izquierda que el continente está mostrando, determinarán también el trato sociopolítico hacia movimientos migrantes en el mediano plazo.

Biden ha tenido que recular en su gestión por mantener cierta “estabilidad” sobre la región. El pasado invierno, sólo en el periodo decembrino (ante el imponente frío), nicaragüenses, cubanos, venezolanos, haitianos y mexicanos se amontonaban por cientos en Tamaulipas. Ahora, acorralado por la “diplomacia” con México y Canadá, los republicanos fingen activar algunos puntos del fallido programa de Obama DACA, que inició incentivando a ciertos sectores de migrantes en EEUU; pero ya Trump había hecho lo suyo durante su gestión; y actualmente los demócratas se apresuran para abrir más la matrícula de visas ante la oleada migratoria compuesta, incluso, de Asia y África estacados por ingresar.

La aparente atención que ahora se tiene hacia los migrantes en los estados fronterizos estadounidenses desgraciadamente es temporal y una farsa; lo hemos visto ya en varias ocasiones: desgastar a los migrantes en espera de su pase legal; ya una vez allá, contratarlos por períodos breves, y ofrecerles trabajos precarios.      

“Acuerdos” de la Cumbre

Las condiciones geopolíticas se han complicado para EEUU ya desde hace un tiempo; ahora Biden está cosechando lo poco que sembró Trump en América Latina (AL), porque negocia con los países latino y centroamericanos, pero condicionándolos con acuerdos de conveniencia unilateral. La Décima Cumbre con Canadá y EEUU solamente integra a los países leales al imperialismo yanqui; pero soslaya y aísla a los Estados latinoamericanos disidentes. Lo cierto es que habrá codependencia para un largo tiempo, porque EEUU debe conceder algunos aspectos a AL por la competencia imperialista contra el bloque China y Rusia.

Por otro lado, la firma del Plan Sonora conlleva, en parte, una nueva estrategia para salir temporalmente de los problemas actuales de la migración; la cosa es que tiene muchas posibilidades de revertirse en el mediano plazo también. Parece que la Alianza para la Prosperidad de los Pueblos tiene buenas intenciones; pero la tragedia y barbarie cometida en Ciudad Juárez, Chihuahua, el pasado 28 de marzo demuestra todo lo contrario, el hecho que México acepte las condiciones migratorias impuestas por el imperialismo hace que nuestro gobierno haga el trabajo sucio y aplique una política migratoria inhumana y criminal.

AMLO podría atenuar la situación con industrialización, tecnificación de la economía, proyectos de infraestructura; y EEUU tendrá una forzada introducción de maquiladoras en su frontera sur, sin embargo, nada de esto será una alternativa de fondo a la crisis social que atraviesan nuestrxs hermanxs.   

La fuerza del movimiento migrante radica en que está rompiendo las fronteras nacionales consolidadas por el capitalismo, y que está evidenciando lo fallido de este sistema que no nos garantiza ni los derechos más básicos, y a la vez los límites de la política basada en reformas cosméticas y sociales impulsada por los gobiernos progresistas en AL; esto a la vez está provocando que las luchas sociales que se produzcan en EEUU, surjan y se hermanen al lado de los trabajadores hispanos.  

Ahora cada vez la clase trabajadora mexicana está más fundida con las y los trabajadores estadounidenses. A los sindicatos, a los movimientos sociales, así como al Movimiento Regeneración Nacional (Morena) les ha faltado entendimiento y determinación para relacionar sus luchas con las causas de las y los migrantes y nuestrxs hermanxs del norte, por eso desde Izquierda Revolucionaria declaramos: ¡¡Solidaridad con nuestros hermanos de clase migrantes!! ¡¡Nativa o extranjera, la misma clase obrera!!

  


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