La política reformista de la dirección del PRD ha conducido al partido a una crisis de credibilidad ante amplios sectores de la población trabajadora, de forma tal que en el proceso electoral de julio de 2009, el PRD obtuvo apenas un 12 por ciento de los votos, lo que fue caracterizado por la misma dirigencia como “una derrota”.

Antes del proceso electoral, el partido se vio embutido en una lucha de fracciones por la elección de su dirigencia nacional. Alejandro Encinas, representando a la izquierda (Izquierda Unida, IU), y Jesús Ortega representante de la derecha (Nueva Izquierda, NI). Se llegó a varios puntos de quiebre, Jesús Ortega intentó incluso expulsar a López Obrador y fueron los tribunales del Estado burgués quienes en la práctica impusieron a Ortega como presidente nacional del partido. Muchas voces hablaban de la ruptura definitiva del PRD.

Un escenario de esta crisis fue el caso Iztapalapa, en el DF, en donde la derecha, nuevamente apoyándose en los tribunales del Estado, impidió que la candidata natural del PRD, Clara Brugada, contendiera en la elección de la jefatura delegacional, imponiendo la candidatura de NI. Acto seguido, López Obrador maniobró usando a un peculiar personaje, creado e impulsado por los medios como “Juanito”. La idea fue que una vez que ganase, cedería el puesto a Brugada, simple. Pero la derecha escenificó un mediocre guión de comedia, elevando a los cielos a Juanito, quien vivió sus quince minutos de fama, ya que desconoció el acuerdo con AMLO y quería tomar posesión de la jefatura delegacional, o por lo menos negociar posiciones. Al final el estorbo Juanito fue quitado de en medio, no sin antes haber dañado la imagen del PRD.

El punto es que a pesar de la grave crisis del capitalismo internacional, en la que por supuesto la economía mexicana está sumergida, el PRD no ha logrado avanzar sustancialmente y eso se debe a que su política, programa, estrategia y tácticas están condicionadas por una política reformista que pretende conciliar con los dueños del capital financiero, conduciendo al partido a un callejón de conflictos en su vida interna y pérdida relativa de apoyo de sectores que estaban esperanzados en el PRD, para encontrar una salida a su situación.

Por supuesto no se trata de la buena voluntad de los dirigentes, sino del proceso vivo de la lucha de clases en el seno del PRD. Es un proceso contradictorio en el que algunos dirigentes usan al partido como una forma de vida y a la vez, su política que los conduce al fracaso los presiona a corregir en algunos aspectos para evitar una debacle que los deje sin modus vivendi; además de que el Estado burgués requiere a un PRD sólido, con una dirección capaz de conducir la energía de las masas bajo el dominio de las instituciones burguesas, de otro modo, la inexistencia de una alternativa reformista como el PRD, conllevaría la posibilidad de expresiones incontroladas y más radicales de las masas. Este proceso vivo se presenta a través de una tendencia a la polarización a izquierda y derecha. Tal es el motivo de las recientes renuncias de personajes como Ruth Zavaleta, Victor Hugo Círigo y René Arce, que representan una escisión a la derecha y serán usados por el régimen para atacar al PRD a cambio de posiciones. Para el partido es positivo que estos personajes lo hayan abandonado, ya que en realidad eran agentes del régimen dentro del PRD, y por lo mismo no deja de ser sintomático que en vez de mantenerse dentro, su debilidad los haya arrojado fuera para lanzar todo tipo de basura sobre el partido. En realidad esta escisión de derechas es una muestra de su debilidad.

Es así como se llegó al XII congreso del PRD en diciembre pasado, que fue denominado como Congreso de la refundación del partido. A pesar de que el congreso fue controlado por Nueva Izquierda, se vertieron expresiones que reflejan la lucha de clases dentro del partido y reflejan también cómo el PRD sigue siendo visto por sectores de la población trabajadora. El abucheo de una capa de los mil 600 delegados a los discursos de Jesús Ortega, el que se hayan tenido que aprobar la creación de 65 mil comités seccionales (que hay que luchar por darles una vida de comité de base), el que a la llegada de Marcelo Ebrad (quien se ha erigido como presidenciable), haya sido recibida al grito de “¡Obrador, Obrador!”, el que se haya conformado el frente Diálogo para la reconstrucción de México (Dia), que acordó lanzar un solo candidato presidencial para el 2012, de los partidos PRD, PT y Convergencia, es a pesar de todo, un reflejo de las presiones desde abajo.

El Congreso también acordó, aunque de manera difusa y prestándose a interpretaciones diversas, la no alianza con los partidos del régimen, el PAN y el PRI. La política de alianzas no debe ser una cuestión circunstancial, sino de principios. En el pasado ha habido este tipo de alianzas del PRD con el PAN y el PRI y no sería descartable que NI lo intentara nuevamente y es algo a lo que los militantes de base del partido nos debemos oponer rotundamente.

Así como en 2006 el PRD pudo haber llegado a la presidencia, pero la política y métodos reformistas de su dirección lo impidieron, también en 2012 habrá una nueva oportunidad y está por verse el margen de maniobra que aún tienen y tendrán los dirigentes que buscan conciliar con la burguesía. En 2006, AMLO encajonó por más de 40 días en un plantón a un inmenso movimiento que tenía la fuerza, no sólo de echar atrás el fraude electoral, sino de derribar al gobierno Fox e iniciar la transformación social para los millones de explotados. El PRD entró en crisis porque se impidió que el movimiento social entrara de manera organizada a este y el partido quedó expuesto a la dinámica de los grupos burocráticos.

Sin embargo el partido no debería ser de uso exclusivo para las elecciones, sino que debería ser un instrumento de lucha. Ante el ataque contra el SME, por ejemplo, el partido pudo haber funcionado como un instrumento para coordinar y extender la lucha, a los principales sectores que están librando batallas, como los mineros, los maestros, los campesinos pobres, el caso de Atenco, y un largo etcétera. Pero la política reformista sólo coloca al PRD como un instrumento exclusivamente electoral y frente a la lucha de clases, como un ente de declaraciones de apoyo y no mucho más. Esto debe cambiar y para ello, debemos seguir luchando desde abajo para conseguir transformar al PRD en una herramienta en la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Las bases del partido deberíamos hacer una intensa campaña de afiliación y de participación en cada uno de los 65 mil comités seccionales que el XII congreso aprobó.

El movimiento volverá a expresarse en las calles porque los ataques siguen y seguirán, por tal motivo, el descontento de las masas volverá en determinado momento a encontrar un cauce en el terreno electoral. La pugna por la candidatura presidencial del 2012 seguirá dando tela de dónde cortar. Hay algunos distractores que se han manifestado como posibles candidatos, casos que sólo buscan posiciones personales y de grupo, ya que no tienen en absoluto ninguna posibilidad, como el senador Carlos Navarrete. No está dicha la última palabra. Marcelo Ebrad está usando y usará todos los recursos que le permite el gobierno del DF, para intentar la candidatura, pero apunta a que al final será AMLO quien seguirá teniendo el apoyo de amplios sectores de las masas, sin embargo, está visto que en momentos decisivos, AMLO teme más a las masas que a sus detractores del régimen, así que cualquier cosa puede pasar en estos largos meses que restan al régimen del cada vez más debilitado y solitario Felipe Calderón.

El telón de fondo será el pueblo desesperado, los millones de jóvenes frustrados y sin un futuro digno; el enojo y la ira de un pueblo que ha aguantado y no puede seguir resistiendo las barbaridades del sistema de manera indefinida. La única alternativa real para los trabajadores está en la construcción de una corriente socialista dentro del PRD y los sindicatos, luchar por su democratización y por dar la batalla en su conversión en una herramienta para enfrentar los ataques del régimen, que cada día serán más y más agudos.

Sin duda, una política de clase, que no concilie con la derecha, que luche por la transformación social del país, con un programa que vincule las necesidades inmediatas (salario, condiciones de trabajo, salud, educación, vivienda, etc.), con las necesidades de medio y largo plazo (nacionalización y control obrero de las principales palancas de la economía), que se apoye en las masas no sólo para conseguir posiciones electorales, encontraría un eco tremendo y llevaría al partido a cada rincón del país preparando el escenario favorable para una victoria contundente en el 2012. Las posibilidades existen, lo que hace falta es que la dirección del partido abandone la política y los métodos reformistas.

¡A participar en los comités seccionales y convertirlos en instrumentos de lucha!

¡Únete a Militante para luchar por estas ideas!

 


banner libres y combativas

banner

banner

banner libres y combativas

banner revolutionary left

banner sindicato de estudiantes

banner revolucion rusa