¿Qué tan degenerado debe ser Peña Nieto como para someter a nuestros niños al grado de humillación vivido por los miles de infantes que acudieron los pasados 15 y 16 de septiembre al centro histórico de la Ciudad de México? No hay duda alguna, para someter a la infancia mexicana a todo lo anterior se necesita ser tan sucio, degenerado y decadente como el peor de los engendros del infierno; es decir, sentir un enorme desprecio por los niños hijos de las familias trabajadores, exactamente del mismo modo que lo sienten pederastas tales como los empresario Kamel Nacif, Jean Succar Kuri y el “gober precioso” de Puebla, Mario Marín.¡Contra el porrismo y la provocación, la discusión y la lucha organizada!

El desprecio hacia la infancia mexicana evidenciado por el operativo de seguridad de las fiestas patrias en el Zócalo capitalino, hermana a Peña Nieto con Kamel Nacif, Jean Succar Kuri y el “gober precioso”; dicha situación por sí misma es suficiente para que los explotados y oprimidos nos organicemos y luchemos hasta derrocar a la derecha en el poder y poner un “¡Hasta aquí!” a un gobierno del cual solo puede brotar pobreza y explotación para los trabajadores y que encima se ha atrevido a trasformar a la infancia mexicana en un objetivo más de su reaccionaria política de seguridad nacional, esa misma política que a lo largo de más de una década ha bañado de sangre a nuestro país.

Peña pretende intimidarnos a través del degradante trato al que fueron sometidos los miles de niños que acudieron a los recientes festejos de las fiestas patrias en el corazón de la capital del país, sin embargo sus acciones en el fondo hablan de un gobierno al que todos los días le tiemblan las rodillas ante su exacerbada impopularidad, ya que mientras los índices de desaprobación de la gestión del espurio en turno inquilino de Los Pinos eran a finales del 2013 de un del 21% según lo prensa burguesa, ahora esos mismos medios ubican ese índice en un 49%. En realidad, más que fortaleza, el teatro de seguridad de la policía federal montado para las recientes fiestas patrias en el zócalo capitalino, obedece a la lógica desesperada de un Peña Nieto que se sabe repudiado y odiado por amplios sectores de la clase trabajadora; el degenerado de pacotilla que vive en Los Pinos, hermano de sangre y de partido del “gober precioso” y del tratante de blancas, el hasta hace muy pocos meses presidente del PRI-DF, Cuauhtémoc Gutiérrez Moreno, es decir Peña Nieto, sabe que el odio acumulado por los trabajadores de un momento a otro se puede transformar en estallidos sociales incapaces de ser frenados por su decadente y degenerado aparato de seguridad nacional, por eso es que pretende intimidarnos.

Sin embargo, lejos de eso, con acciones tan desesperadas como la de usar a la policía federal para humillar a la infancia mexicana, lo único que está logrando Peña es enardecer aún más los ánimos de la clase trabajadora y darle más motivos para organizarse y luchar contra la derecha y los intereses a los que ésta representa: los intereses de la clase dominante, esa misma clase a la que pertenecen pederastas como Kamel Nacif y Jean Succar Kuri y para la cual está al servicio ese ser despreciable que vive en Los Pinos.

Los trabajadores no debemos intimidarnos frente a la política represiva de Peña, pues tenemos la responsabilidad de velar por los intereses de nuestras familias luchando por un salario digno y empleo estable, a la vez de proteger su dignidad.

El mejor camino contra las acciones degradantes del gobierno hacia las familias trabajadoras y en defensa de la infancia mexicana, es la organización y la lucha unificada de todos los explotados contra ese hombrecillo sucio, decadente y degenerado, llamado Peña Nieto.


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