Hablar de la situación del campo es hablar de décadas de abandono y pobreza. Desde hace décadas la situación de los campesinos ha sido la más absoluta miseria, misma que se agudizó a raíz de la firma del TLCAN (Tratado de libre Comercio con América del Norte). Al desgravarse este sector los productos agrícolas del país vecino han inundado el territorio nacional a precios muy bajos debido a los subsidios que recibe el campo por parte del gobierno estadounidense.

Pese a que el gobierno mexicano ha querido implementar programas similares como el que analizaremos en este artículo, estos no han solucionado nada en lo absoluto. El programa Procampo nace con el objetivo de “compensar a los productores nacionales por los subsidios que reciben sus competidores extranjeros”. Éste como muchos programas se crean para “dar una solución” a los problemas más comunes en la sociedad; pero al igual que la mayoría de estos programas sólo queda en palabras cumplir con el objetivo del mismo.

Evidentemente la burguesía lo único que quiere con estos programas es mantener una buena imagen pública, ya que no se les da una inversión y  seguimiento correcto. Procampo a grandes rasgos otorga a los propietarios de tierras un “apoyo económico” para poder cultivar sus tierras;

Las cuotas de apoyo vigentes, por hectárea son:

  • Para los estratos I y II de temporal  $1,160.00
  • Para el resto de los predios registrados en el ciclo agrícola $963.00

Una situación totalmente de burla, pues mientras los insumos agrícolas suben cada año, los apoyos no han  tenido un incremento real desde hace muchos años. Si tomamos en cuenta sólo el precio de abono que oscila entre los 650 y 800 pesos por bulto y que se necesitan entre 800 y mil 300 kg por hectárea. Podemos deducir que el apoyo que se otorga a los campesinos no alcanza ni para cubrir el precio del abono para sembrar su hectárea de tierra. En cambio los grandes terratenientes que comercializan sus productos y que poseen un gran número de tierras reciben este beneficio en las mismas condiciones que los campesinos pobres que sólo siembran para consumo personal o para vender una pequeña porción que le permitirá mantener a su familia mientras empiece el otro ciclo de siembra.

Aunado a esto, tenemos un fraude millonario en varios estados de la República y beneficios a personas que no necesitan el apoyo; por mencionar algunos ejemplos:

  • Hidalgo se encuentra considerado entre las cinco entidades con mayor pobreza y donde más de 70% de sus habitantes se dedica a la agricultura. Se detectó en la región de Tizayuca 273 hectáreas de terreno con infraestructura urbana, que están ocupadas por viviendas y bodegas que reciben apoyo de Procampo.
  • El actual dirigente estatal de la Confederación Nacional Campesina (CNC) Juan Mauro Balderas Muñoz, ha sido uno de los principales beneficiarios del programa federal Procampo a lo largo de tres lustros, junto a exdiputados y exalcaldes emanados del Revolucionario Institucional, así como sus respectivos familiares, según consta en el Padrón de Subsidios al Campo, (El Universal 23/07/2009).

Estos 2 ejemplos dan una clara descripción  de lo que es Procampo, pues lejos de ser el programa que beneficie a los más necesitados la mayoría de estos apoyos van a parar a manos ajenas a este sector. Desde hace más de 15 años Procampo en lugar de beneficiar a los campesinos pobres, ha destinado una parte millonaria de sus recursos para el bolsillo de políticos, funcionarios y hasta de narcotraficantes.

Es claro que dentro del capitalismo todos los programas de apoyo destinados a los  “más necesitados” son utilizados como un fraude y/o fuga de recursos y de esta manera se justifica una salida millonaria que nunca va a parar a manos de los que en verdad lo necesitan.

El capitalismo no ofrece soluciones claras a las miles de necesidades sociales, sin embargo los bolsillos de los dueños el capital cada día se llena más y más. Este sistema no puede garantizar la más mínima ayuda a los pobres. Es por eso que mientras se reproduzca este capitalismo salvaje los trabajadores, campesinos y demás sectores desposeídos no podremos aspirar a una vida digna.

En ese sentido debemos de unificar nuestras demandas a fin de derrotar a este sistema de miseria, para poder no sólo aspirar a verdaderos programas de apoyo social, sino mejorar el nivel de nuestra vida en todos los sentidos. A la burguesía no le interesa beneficiar a la gente pobre pues así lo ha demostrado por décadas su único beneficio es responder a las ordenes de los dueños del dinero, para mantener sus privilegios.

Nosotros debemos de organizarnos y demostrarle a la burguesía que somos los trabajadores y campesinos los que generamos la riqueza y que estamos hartos que se nos siga engañando con programas que lejos de beneficiarnos son una trampa para justificar la fuga de recursos que van a parar a manos ajenas a las nuestras. Sólo unidos podremos derrotar a este sistema de miseria, hambre y corrupción.


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