Mientras millones de jóvenes y trabajadores miramos con entusiasmo el levantamiento del pueblo francés, cientos de huelgas se están produciendo en todos los continentes.

El primer trimestre del año ha estado marcado por multitud de conflictos obreros en todo el mundo, compartiendo todos ellos rasgos comunes, desde luchas por subidas salariales dignas, presión desde abajo a las cúpulas sindicales ante su desmovilización y renuncia a dar la batalla en defensa de los derechos que en el pasado se han conquistado como las pensiones o CCT dignos, hasta, en algunos países, enfrentamientos abiertos contra los Estados y gobiernos.  

El principal factor que impulsa esta oleada huelguística es la escalada galopante de inflación, que ha generalizado una importante pérdida de poder adquisitivo. Un escenario que coincide con el riesgo de una crisis financiera generalizada y las noticias recurrentes sobre el incremento obsceno de la riqueza de las grandes fortunas, echando más leña al fuego del malestar social.

La crisis económica en los países más empobrecidos ha colocado a millones en situación de hambre y miseria. La burguesía pretende hacérnosla pagar arrebatando derechos que hemos conquistado con la lucha, la reforma a las pensiones en Francia es sólo un ejemplo. Los levantamientos revolucionarios en 2022 fueron un anticipo de los procesos que vienen. La lucha obrera se pone en primera línea de batalla en Latinoamérica, Europa, África, y el sur de Asia.

Es imposible narrar en estas líneas la totalidad de conflictos obreros vigentes y su profundo impacto. La crisis capitalista nos conduce a la ruina, pero el potencial de resistencia de la clase trabajadora y la juventud se está mostrando en vivo y en directo, los acontecimientos en Francia, son apenas un botón de muestra.

Esto demuestra que una revolución es posible en el presente, y desmiente a todos a aquellos que pretenden reformar el sistema capitalista desde la comodidad institucional, sembrando decepción y confusión mientras chocan contra la realidad que representa este sistema.

La batalla por la democracia sindical y retomar nuestras organizaciones como instrumentos de lucha

Entre las batallas que las y los oprimidos estamos librando con más determinación está rescatar el espíritu genuino con el cual nacieron las organizaciones sindicales, instrumentos de organización y lucha. Librar a los sindicatos de las garras de los “charros” y ponerlas realmente al servicio de la clase trabajadora es una de las cruzadas que nos está costando despidos, represión y muerte, sin embargo, estamos dando victorias contundentes en este sentido.

La propia experiencia en los centros de trabajo nos llevó a concluir que la única forma de arrebatar mejor salario, seguro social, respeto a la jornada laboral, incluso el poder acceder a un contrato y salvaguardar nuestras vidas ante los riesgos laborales, era dando la batalla contra el charrismo sindical. De ahí el paso necesario que hemos dado miles de mujeres y hombres para desprendernos de este lastre que, además, es sumamente misógino.

En casos históricos y emblemáticos las mujeres trabajadoras están jugando un papel de primera línea. No sólo rompiendo con la inmovilización y traición sino también contra un montón de miedos y prejuicios que las y los compañeros de trabajo tienen a la hora de luchar.

Este camino lo ha seguido y lo están labrando sindicatos como el Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agrícolas SINDJA, el Sindicato Nacional Independiente de Trabajadores de Industrias y de Servicios Movimiento 20/32 (SNITIS), el Sindicato Independiente Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Industria Automotriz (SINTTIA), por mencionar los más destacados.

El ejemplo del SINTIIA y del SNITIS, están siendo históricos y protagonizados por compañeras obreras, pero no por cubrir una cuota de género inservible sino por su lucha y su papel dirigente, están sirviendo como faro para otros centros de trabajo y empresas para dar la batalla contra los charros y defender contratos colectivos en beneficio de las y los trabajadores. Ambas organizaciones están usando la movilización como única herramienta para doblegar a los patrones y en el caso del SNITIS la huelga como algo útil.

Estas organizaciones han retomado con las dos manos las brigadas informativas en la entrada y salida de los centros de trabajo con volante en mano y megafonía, así como pega de carteles en las paradas de autobuses o lugares de concurrencia de los trabajadores.   

En el caso del SINDJA bajo la dirección de la compañera Abelina Ramírez no sólo se limitan al aumento del salario sino también a combatir el acoso sexual en los ranchos por parte de los mayordomos que es insoportable, así como también el acceso a la educación, salud y el derecho de guardería, también impulsan en las comunidades que habitan la implementación de servicios públicos como pavimento, agua, luz, drenaje, alcantarillado, etcétera.

La clase trabajadora vemos la organización sindical no como negocio mafioso para beneficio de unos cuantos, sino como una herramienta para arrebatar nuestros derechos y concientizarnos de nuestras problemáticas y buscar soluciones.

No ganaremos en las mesas de negociación lo que no ganemos en las calles y con la huelga  

Es necesario un movimiento obrero fuerte, unido, combativo, democrático y revolucionario, que se base en la acción, como en Francia, en la huelga militante de masas, y que levante un programa revolucionario que ponga en cuestión la propiedad capitalista. En las batallas nos encontraremos de frente con la burocracia sindical y política, garantes de la paz social, a quienes recurren los capitalistas para intentar frenar nuestras luchas.

El mantenimiento de la estrategia sindical que practican los dirigentes, máximos defensores de este nefasto “sindicalismo” de negociación, significa seguir cediendo derechos y conquistas históricas de la clase trabajadora.

Es urgente un cambio radical. Somos muchos los sindicalistas, que, militando en distintos sindicatos, sabemos que los derechos de la clase trabajadora se conquistan y se defienden con la movilización y la lucha, desde Izquierda Revolucionaria defendemos un sindicalismo combativo, democrático, de clase, feminista y asambleario.

La pasada huelga de Telmex donde 60 mil trabajadores organizados al unísono y a nivel nacional actuaron como un sólo regimiento y colocaron las banderas rojinegras en los centros de trabajo es el camino.  Las muestras de solidaridad por todas partes no se hicieron esperar, sindicatos como el SNITIS MOM 2032 no lo dudaron y asistieron a la guardia en Matamoros concretando la solidaridad con apoyo real, mostrando el ejemplo. 

Esta lucha demostró la enorme fuerza que tiene la clase trabajadora cuando se pone en marcha su potencial y la solidaridad demostrada es la señal de que los conflictos se pueden unificar y extender más allá de las fronteras de una empresa o centro de trabajo. Pero también mostró los límites de la dirección neocharra del llamado “sindicalismo independiente”.

Esta huelga fue convocada muy a pesar de la dirección del STRM, encabezada por Francisco Hernández Juárez. La base sindical impuso la acción demostrando determinación y fuerza muy por encima de su dirección; los trabajadores en las votaciones manifestaron que querían luchar, que desean hacerlo seriamente, sabían que está mucho en juego, que se debe de ir hasta el final si de verdad queremos arrebatar nuestras reivindicaciones.

Tanto para la patronal, la dirección del sindicato y la Secretaría del trabajo, dialogar y negociar en beneficio de los trabajadores es una prioridad ¿pero esto es verdad? Lo que se esconde detrás de este discurso fingido es mandarnos a casa aceptando firmar a la baja todos nuestros derechos, es frenar nuestra lucha, organización y concientización. En cuanto pudo, Hernández Juárez impuso el levantamiento de la huelga.

Para ellos negociar es impedir que los conflictos escalen y que los trabajadores cuestionen sus maniobras y sus verdaderas intenciones, es frenar a toda costa el ejemplo de lucha donde no sólo las patronales, sino también los dirigentes sindicales, tienen mucho que perder.

Llevamos años viviendo una ofensiva de la patronal: subcontrataciones y precarización, desmantelamiento de la plantilla, recortes en prestaciones, ocurre lo mismo en todas las grandes empresas, ya sea en la industria o en el sector público. Una situación a la que han contribuido los dirigentes sindicales con su política de “negociación”.

Sólo luchando avanzamos

Políticas de paz social y de aceptación sin lucha de retrocesos de derechos siguen siendo las señas de identidad de las burocracias sindicales. Por tanto, necesitamos una estrategia de movilizaciones ascendente que se base en la ampliación de la lucha y que involucre a toda la población. Necesitamos asambleas generales democráticas de trabajadores y comités de lucha o huelga, que discutan realmente y voten los pasos a dar y las reivindicaciones de los trabajadores.

Tenemos un contexto actual que desde los sindicatos y la base trabajadora podemos aprovechar al máximo, que es la revisión de los 139,000 CCT registrados en el país, de los cuales sólo un poco más de 14,700 han sido avalados por la base trabajadora, dicho proceso, uno de los más importantes de la reforma laboral, abre el camino para ganar la representatividad a las centrales obreras pro patronales. 

Las revisiones contractuales, también brindan oportunidades a los recientes sindicatos democráticos como al SITTAUNAM ante el charrismo blanco del AAPAUNAM, o al SINDJA donde con el 30% de afiliaciones podrán exigir la titularidad del CCT.

Aunado a eso tenemos la reforma a las 40 horas, una reforma que lamentablemente se ha mandado al congelador por parte de los sectores de derecha de Morena y que es tan necesaria en un país donde según la OCDE se dedican más horas al trabajo. Datos de 2019 muestran que los mexicanos, en promedio, trabajan 2 mil 137 horas al año; mientras que los países de la OCDE tienen un promedio de mil 730 horas, es decir, se trabaja 23% más.

Todos estos aspectos podrán convertirse en beneficios siempre y cuando los conquistemos a través de la organización y la lucha. La tarea de levantar la bandera de un sindicalismo combativo, democrático, de clase y asambleario, que se base en la fuerza del movimiento obrero, que refuerce su conciencia y capacidad de organización, es más necesaria que nunca. Un sindicalismo que, además de intervenir firmemente en cada lucha cotidiana, proponga un programa capaz de poner fin a un sistema capitalista que solo ofrece un horizonte de miseria, guerra y destrucción del planeta.

Somos miles los que consideramos que la lucha en defensa de los intereses inmediatos de los trabajadores es parte inseparable de la gran tarea que tenemos por delante, que no es otra que la emancipación de los oprimidos, acabando con el capitalismo y construyendo una sociedad libre de explotación y opresión, una sociedad socialista.

Invitamos a trabajadores y trabajadoras afiliadas o no a sindicatos, jóvenes en vías de incorporarse al mercado laboral, a todas y todos los que defendemos un sindicalismo combativo, a nuestros círculos de formación política y organización de Izquierda Revolucionaria. Debatamos sobre el momento actual de la lucha de clases y compartiremos las experiencias de nuestras luchas de este último período, para así unificar nuestras batallas y prepararnos para los grandes desafíos que tenemos por delante.

¡Unir nuestras fuerzas y seguir el camino de la lucha!

Por sindicatos al servicio de la clase obrera y no de la patronal

Salario digno, base, seguridad social y jubilación

Semana laboral de 40 horas

Basta de abuso y acoso sexual, no machismo en los centros de trabajo


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