El asesinato del alcalde Carlos Manzo, de Uruapan, Michoacán el pasado 1° de noviembre, ha sido una tragedia, que se suma a los miles de desaparecidxs y asesinadxs por el crimen organizado, entre los que se encuentran 6 alcaldes más. Sin embargo, esta vez una movilización de masas salió a las calles a exigir justicia y un cambio en la política del Gobierno Federal; al tiempo que el oportunismo de la derecha no se ha hecho esperar intentando capitalizar ese movimiento a su favor.
Meses antes de su asesinato, Manzo solicitó medidas de seguridad extraordinarias para el municipio y de estas solo se brindó algo más de protección para él. Aún así, fue asesinado a manos de un joven de 17 años; la autoría intelectual, se supone, viene del crimen organizado, pero la responsabilidad es de todos los partidos y gobiernos que han permitido el avance y enquistamiento del narcotráfico en el estado y en gran parte del territorio nacional.
La hipocresía de la derecha
La derecha, como la Red Juvenil por México, ha salido indignada a vociferar y lamentar con lágrimas de cocodrilo el asesinato de Manzo y alentando la rebelión en Uruapan, pero guarda absoluto silencio sobre el papel que los gobiernos el PRD, el PRI y el PAN han jugado en el estado y en todo el país.
El estado de Michoacán ha sido gobernado por el PRI desde 1932, salvo durante tres periodos que tuvo gobiernos perredistas. Pero el crimen creció exponencialmente con la supuesta guerra contra el narco y la “operación Michoacán” del PAN, con Calderon en la presidencia y Lazaro Cardenas Batel, pero especialmente, con Leonel Godoy Rangel como gobernadores. Han sido gobiernos de la derecha partícipes claves en el labrado del camino al narcotráfico. Basta recordar que tuvimos al mismo Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna en la planilla laboral del Cártel de Sinaloa.
Ahora la derecha “indignada” se monta en las manifestaciones de Uruapan pero no para que la clase trabajadora viva tranquilamente, se auto organice, se fortalezca y tome confianza, sino para intentar imponer su agenda golpista, debilitar a este gobierno y ganar puntos para posicionarse en las próximas elecciones y ser ella quien gobierne abiertamente para las élites de siempre con el garrote en la mano.
Ya conocemos el programa de la derecha, más militarismo, más armas compradas a EEUU y a los sionistas; más guerra contra el narco para desvíar millones y, por otro lado, más represión y criminalización al movimiento social. Después de todo, ellos mismos son quienes directamente pueden hacer este tipo de trabajo mejor.
Frente a esta problemática tan grave el gobierno actual se niega a basarse en la organización y el armamento del pueblo para contener no sólo al crimen sino a sus apoyos más importantes en nuestro vecino del norte.
Harfuch, que tan buen aprecio tiene entre la derecha -al grado de llamarlo “lo mejor que hay en Morena” -, en su discurso sobre las medidas que se tomarían en Michoacán abrió de manera alarmante la puerta a un mayor intervencionismo estadounidense. Cediendo con ello en uno de los terrenos que más ha presionado la derecha mexicana y que cierra el círculo de la estrategia estadounidense para someter México a sus intereses para el próximo periodo.
La militarización no conseguirá detener el narcotráfico, en cambio será usada, como siempre, para contener la movilización social y con ello debilitar la resistencia a la derecha y al intervencionismo estadounidense, es claro a quién realmente beneficia toda esta estrategía. Es la fórmula dictada desde el norte para toda América Latina. La lucha contra el narcotráfico se ha convertido en el caballo de Troya del trumpismo y Claudia Sheinbaum y Harfuch están siguiendo la receta al pie de la letra.
México para EEUU
EEUU ve en México su fábrica trasera y su muro de contención a las mercancías chinas. Para ello, como ya hemos explicado en otros artículos, pretende disciplinar al máximo al país como a toda la región latinoamericana, sin embargo, México tiene la desgracia de ser el más cercano y más dependiente.
El guiño de Harfuch al gobierno estadounidense en este contexto no es una casualidad, es una promoción para su candidatura, desde Morena, para el 2030.
El plan Michoacán propuesto desde la presidencia, no solo no asegura acabar con el crimen, sino que deja sin voz a las comunidades indígenas, pues de las 500 que hay en la región solo se consultó a 48. Por otro lado, se evita hablar de las policías comunitarias que han padecido la desprotección del gobierno y pese a ello han sido las únicas que han conseguido echar al narcotráfico de sus territorios.
Pese a este giro a la derecha del gobierno morenista, la derecha no se contenta, pues el objetivo no es vencer a Harfuch o a Claudia Sheinbaum, sino a la resistencia del movimiento social que llevó a Morena al gobierno.
La derecha nos nos engaña
La juventud anticapitalista y antifascista no se deja engañar por esta lacra derechista que ha convocado a la marcha del 15 de noviembre, ensuciando la bandera de One Piece y lo que representa para la “generación Z”, como una treta para extender la rebelión de Uruapan a la CDMX.
Un sector igualmente descontento, con las políticas del gobierno federal, convocó a su propia movilización el pasado 8 de noviembre a la que acudieron cientos en una batalla por arrebatar los símbolos de la lucha contra la opresión bajo los que se han levantado cientos de miles en Marruecos, Francia, Nepal, Filipinas, Ecuador y Perú.
Estos movimientos se levantaron en contra de la corrupción de gobiernos derechistas que siguiendo los designios de EEUU y occidente han recrudecido la militarización, la represión y los recortes en estos países. Lo que quiere hacer la derecha aquí no tiene ningún paralelismo, su objetivo es desgastar y eventualmente derrocar al gobierno de Morena para volver al gobierno y aplicar todas esas medidas contra las que la juventud se ha levantado enarbolando la bandera pirata con sombrero.
Este sector de la juventud convocada el 8 de noviembre ha demostrado su hartazgo a la demagogia sin una transformación real.
Las cuentas de Morena se van acumulando sin respuesta en el horizonte, los feminicidios no solo no se redujeron, sino que en 2024 tuvimos un promedio de 18 feminicidios cada día. La verdad y justicia por Ayotzinapa no ha llegado, la inflación se come los apoyos sociales por muy constitucionalizados que estén, la represión a la juventud que nos manifestamos se ha incrementado, el gobierno se niega a romper relaciones con el sionismo y por el contrario continúa (con la militarización y más “medidas de seguridad”) estrechando lazos con estos asesinos, financiando parte del genocidio en Palestina; las Normales siguen en total abandono, hay un recorte de facto en la educación, la ciencia y la tecnología; jóvenes sembrando el futuro y los pilares son un empleo precarizado más, etc, etc… para la juventud nada ha cambiado o nos encontramos peor.
¿Qué llevó a un joven de 17 años a asesinar a un alcalde? Seguimos siendo quienes alimentamos las cifras de lxs desaparecidxs, asesinadxs, levantadxs y usadxs como carne de cañón por el narco.
Es por eso que la juventud salimos a luchar, pero nos negamos a ser botín político de nadie, nuestra política es independiente de los partidos del régimen y nuestras banderas son anticapitalistas, antiimperialistas, antipatriarcales y antifascistas.
Súmate a la juventud antifascista y anticapitalista, y luchemos de verdad por una sociedad más justa, por una sociedad socialista.












