La revolución venezolana se ha convertido en un punto de referencia para jóvenes y trabajadores de todo el mundo y ha logrado avances en diferentes terrenos como la educación, la salud, el freno a las privatizaciones, el incremento del gasto social o la nacionalización de distintas empresas. Sin embargo, la revolción permanece a medias. El mantenimiento de la propiedad capitalista de los medios de producción y del estado burgués actúa como un freno que mantiene atascada a la revolución. En este extenso trabajo -que se publicará en varias partes- el camarada de la CMR Gabriel de los Santos analiza las causas de este atasco, el grave peligro para el futuro de nuestra revolución que el mismo representa y qué alternativas defendemos los marxistas para defender y llevar hasta el final la revolución. Este primer capítulo  ("El fracaso del reformismo económico") analiza el porqué las políticas reformistas que intentan mezclar elementos de capitalismo y socialismo ("economía mixta" o "socialismo petriolero") no pueden resolver los problemas de las masas obreras y populares. Sólo mediante la expropiación de los capitalistas, nacionalizando la banca, la tierra y las empresas importantes bajo control de los trabajadores y construyendo un estado socialista que sustituya al actual será posible garantizar la victoria de la revolución. En próximos capítulos se irán tocando temas como el peligro que representa la nueva ofensiva de la oposición contrarrevolucionaria, cómo luchar tanto contra ésta como contra la quinta columna burocrática, el papel que corresponde a la clase obrera en esa lucha y el programa que debemos defender los militantes de la UNETE y del PSUV.
 
La revolución atascada.
 
Parte I. El fracaso del reformismo económico
 
 
dinero.jpgEl año 2010 comenzó con una nueva devaluación del bolívar luego de haber estado anclado en 2,15 por dólar desde 2005. El lunes 11 de enero entraba en vigencia un sistema de cambio dual con una tasa de 2,60 y otra de 4,30 y el ministro Giordani declaraba que “Todas estas medidas son para reactivar la economía y para mantener el empleo, sobre todo en la pequeña y mediana industria” (1), mientras otra información reseñaba que “El ministro argumentó que dicha medida obedece a dos razones fundamentales, que son: primero, sustituir las importaciones haciendo adquisiciones selectivas y prioritarias. La segunda razón es que con el ajuste cambiario se busca fomentar la exportación de productos nacionales como cacao, café y maíz, entre otros” (2). Sin embargo, a medida que discurría el tiempo, y nuevo ajuste cambiario de por medio, en mayo para ser más precisos, era posible apreciar que muy pocos de los objetivos pretendidos por el gobierno se lograban.

La alta inflación (27,2%) se volvió a combinar con la recesión económica (-1,9%) para mantener la situación estanflacionaria que ya venía de 2009. La caída económica, aunque menor que en 2009, que fue de -3,3%, abarcó a prácticamente todas las actividades significativas, comenzando por la petrolera que cayó en -2,2%, la construcción -7,2% y el sector eléctrico -5,6%. A pesar que ya desde mediados de año era posible ir vislumbrando estos números finales, el ministro Giordani nunca perdió las esperanzas en una providencial recuperación y tercamente afirmaba que la inflación debía descender a como diera lugar. “El ministro de Finanzas, Jorge Giordani, confía que en el tercer trimestre de este año superará la recesión en la que se encuentra sumida desde el 2009. Tras gozar de cinco años de una próspera bonanza petrolera que disparó el gasto público, Venezuela entró en recesión en el 2009 debido a que la crisis económica global derrumbó los precios del crudo, secó el ingreso de divisas y obligó al Gobierno del presidente Hugo Chávez a devaluar la moneda. ‘No hay duda de que (la economía) se va a recuperar en el tercer o cuarto trimestre del 2010 y seguirá recuperándose el año que viene’, dijo Giordani, en una entrevista con Televen… ‘Para el año entrante la inflación va a bajar, tiene que bajar de ese tope de 30 por ciento’, estimó Giordani” (3).  Desgraciadamente esto no ocurrió así, y según los informes del BCV la alta inflación, que fue superior a la de 2009 (25,1%) y que en el rubro alimentos fue de 33,8%,  continuó golpeando con fuerza la capacidad de compra de los trabajadores que para el tercer trimestre se había reducido un 4,9% con respecto al mismo lapso del año anterior, principalmente, en el sector público donde el retroceso fue de 14,05% (4). Algo lógico si se tiene en cuenta que “la canasta básica de bienes, alimentos y servicios en septiembre tuvo un costo de 4.730,05 bolívares, monto que registra una variación anualizada de 26,3% respecto al mismo mes de 2009... Entre enero y septiembre de 2010, la canasta básica acumula una variación de 19%. Según el Cenda, el área de vivienda evidenció la mayor variación de precios en septiembre de este año, pues los precios de los alquileres subieron 2%; mientras que vestido y calzado aumentó 1,5%; artículos de aseo personal y limpieza del hogar subieron 1,2%; educación 0,6%; y la canasta alimentaria 0,4%. Los servicios públicos básicos y salud no mostraron variación durante este mes. El Cenda señala que el ingreso hipotético familiar, calculado en el equivalente a dos salarios mínimos (Bs 2.447,78) es insuficiente para cubrir el total de la canasta básica, pues con ese monto sólo se puede costear 51,7% de la cesta” (5). De no haberse dado esta disminución en el consumo familiar, lo más probable es que la inflación hubiese sido aún mayor.

En lo que respecta a la recesión, Venezuela tuvo el nada grato privilegio de ser el único país sudamericano con un PIB negativo. “Venezuela aparece este año no sólo como el único país en recesión, con una contracción de la economía en 2010 de -1,3 y un magro 0,5% de crecimiento para el año que viene, sino además con la inflación más alta del continente (29,2%), seguido con 10,6% por Argentina, el único otro país con índice inflacionario de dos dígitos. Perú, Chile y Bolivia muestran la inflación más baja, con apenas 1,7%... Paraguay alcanzará el mayor crecimiento de la región este año con 9%, seguido de Uruguay (8,5%) y Perú (8,3%). Con 7,5% en 2010 al igual que Argentina, Brasil se mantiene como el líder de la tendencia regional porque ‘su crecimiento del PIB se ha mantenido cercano al 10% desde el tercer trimestre del 2009’, señala el reporte” (6). Como es lógico, en un país en recesión quienes llevan las de perder son los trabajadores que no consiguen empleo o que deben emplearse en condiciones precarias e informales. “Hace dos años 6,1% de la población activa se encontraba afectada por la desocupación. Al cierre de noviembre de 2010, según reporta el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa se situaba en 7,7%, 1,6 puntos porcentuales más que en 2008, equivalente a casi 240.000 desocupados más en ese lapso… No obstante, la tendencia más grave que se presenta en el mercado laboral en la actualidad es la cantidad de personas que comienzan a laborar por su cuenta. Al culminar el mes de noviembre de este año se contaban por 3.970.135 el número de trabajadores independientes. No todos son considerados como trabajadores de la economía informal, al menos no según los parámetros del INE. El ente considera informales solamente a aquellas personas que trabajan en empresas con menos de cinco trabajadores, y también a aquellos que trabajan por su cuenta, pero solo quienes no son profesionales. Esto quiere decir que si un abogado labora por cuenta propia, el INE no lo considera un trabajador de la economía informal, sino uno formal. El empleo independiente ha mostrado un importante crecimiento en estos dos últimos años, como una vía de escape ante creciente restricción en la oferta de empleos en el sector privado. De acuerdo al organismo gubernamental, entre noviembre de 2008 e igual mes de 2010 se incrementó de 29,5 a 33%, lo que significa más de 500.000 personas que se decidieron por el trabajo por cuenta propia durante ese período” (7). La realidad es que cuando se dice que la tasa de desempleo anda en torno al 7% pero no se agrega que del 93% restante, supuestamente empleados, prácticamente la mitad (44,8%) son trabajadores informales, es decir, sin contrato, sin prestaciones, sin seguridad social, etc., se falsea la verdad o, en el mejor de los casos, se dice una media verdad. “La tasa de informalidad se situó en 44,8% al cierre del mes pasado, lo que supone una disminución de 0,4 puntos porcentuales con respecto a noviembre del año 2009, según reveló el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esto significa que un total de 5.381.859 personas labora desde la economía informal. Por su parte, el ente gubernamental informó que en noviembre la tasa de formalidad se situó en 55,2%, lo que significa una mejora de 0,4 puntos porcentuales con respecto al mismo mes del año pasado” (8). El desempleo, así como el empleo informal, es endémico, en mayor o menor medida, en las economías capitalistas donde la producción de bienes es determinada por el afán de lucro de unos pocos burgueses que consideran a los trabajadores como un elemento más dentro de la cadena productiva que les genera su riqueza. En tal sentido, disponen a su antojo de dicha fuerza laboral de acuerdo a su conveniencia, contratando o botando trabajadores discrecionalmente o, simplemente, cerrando las fábricas si ya no les resultan rentables.
 
En la antigua Unión Soviética el desempleo había sido erradicado totalmente, pero allí, a pesar de la degeneración estalinista, los medios de producción se mantuvieron socializados y la economía planificada. Una distorsión que algunos teóricos reformistas hacen circular habitualmente y con la que intentan confundir a las masas y a la propia dirección revolucionaria es achacar el colapso de la URSS a la estatización de la economía. Lo cierto es que la estatización de los medios de producción y el monopolio estatal del comercio exterior permitieron transformar a un país que como Rusia en 1917 era de los más pobres y atrasados de Europa en una potencia mundial. El problema no fue que la economía estuviese en manos del estado sino que el estado no estaba en manos de los trabajadores y los campesinos sino de la burocracia estalinista, una casta cada vez más independizada del control de las masas, degenerada y corrupta. Esta burocracia durante décadas reprimió a los propios trabajadores y sofocó cualquier elemento de control o democracia obrera. Finalmente, eso hizo colapsar el sistema y buena parte de esos mismos burócratas acabaron encabezando la restauración del capitalismo y convirtiéndose en propietarios de las empresas que antes dirigían como funcionarios estatales.

Mientras en Venezuela no se cambie con el modelo de producción capitalista, que los reformistas se empeñan en mantener, y junto a ello no se erradique además el burocratismo y la corrupción, va a ser imposible acabar con el desempleo. Sin la socialización de la economía, sin una industrialización masiva y planificada, es decir, sin un control real y democrático de la economía por parte de los trabajadores es imposible que desaparezca el desempleo y el empleo informal.

giordani.jpgAl no reactivarse la economía tampoco fue posible sustituir importaciones como había previsto Giordani a comienzos de año luego de anunciar la devaluación implementada ese mes, lo cual se vio agravado por la caída de algunos rubros alimenticios como el arroz, cuya producción en los últimos dos años cayó un 46%. Por ejemplo, la importación de carne aumentó en un 41% para el tercer trimestre con respecto al año anterior (9). “El Banco Central de Venezuela (BCV) advierte en su último reporte trimestral que el consumo final del Gobierno no sólo incluye el gasto en su propio funcionamiento, sino ‘todos aquellos bienes y servicios comprados a terceros por el Gobierno y suministrados directamente a las familias, así como los servicios de salud y educación, que determinan en consecuencia, un mayor consumo final efectivo en los hogares’, es decir, los subsidios entregados desde el Estado. Las importaciones públicas de bienes de consumo final se incrementaron 139% en un año, al pasar de 300 millones de dólares en el tercer trimestre de 2009 hasta 717 millones en igual periodo de este año, para representar 35% del total de compras en el extranjero para consumo final” (10). Estas cifras confirman el fracaso de una política económica reformista, que al continuar apostando por un modelo de economía mixta, que no es ni chicha ni limonada, y mantener, como decíamos antes, las relaciones de producción capitalistas, no sólo no reactiva la producción nacional sino que se come aceleradamente las reservas internacionales. Como consecuencia lógica del aumento de las importaciones, también aumentó la salida de divisas. “‘La Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) informó que desde el 1 de enero hasta el 30 de septiembre de este año el Banco Central de Venezuela ha asignado un total de 27.019 millones de dólares para atender las solicitudes de divisas de los diferentes sectores del país, registrándose un crecimiento de 10 % con respecto a los 24.576 millones asignados durante el mismo período del año 2009’. Así lo informó Cadivi en una nota de prensa publicada en su página Web en la cual se especifica, además que ‘en este período, Cadivi ha autorizado un promedio diario de divisas de 119,8 millones de dólares, registrándose un aumento de 7 % en comparación con los primeros nueve meses del año pasado, atendiendo más de 180 mil solicitudes de autorización de divisas para los diferentes conceptos establecidos en el Sistema de Administración de Divisas’” (11). Algo que se agrava con la fuga de capitales que ha sido imposible controlar a pesar de las medidas tomadas en ese sentido a lo largo del año, “las estadísticas oficiales indican que la salida de capitales no ha cesado y a pesar del control de cambio alcanza niveles elevados. La balanza de pagos del Banco Central de Venezuela, en las cuentas de activos y pasivos del sector privado y los ‘errores y omisiones’, permiten a Ecoanalítica determinar que en el primer semestre de este año la salida de capitales se ubicó en 8 mil 687 millones de dólares, una cifra que supera en 10% a la del mismo lapso de 2009” (12).

petroleo.jpgFinalmente, con una economía que funciona bajo los parámetros capitalistas, que es altamente dependiente de las exportaciones petroleras y de las importaciones de todo tipo, que además se encuentra en estado de recesión, con una alta tasa inflacionaria, con un aparato burocrático estatal que ha crecido de una forma desmesurada y se traga buena parte del presupuesto, y con los grandes compromisos sociales que ha asumido el gobierno que se traducen en un requerimiento constante y creciente de recursos, no es de extrañar que el presupuesto aprobado en 2009 se haya quedado corto. “Los compromisos adquiridos por el Gobierno central en esta segunda mitad del año han impulsado el incremento de los egresos, y esa tendencia se mantendrá en el 2011, debido a que las obligaciones serán mayores. La emergencia generada por las lluvias implicará gastar más y buscar nuevas fuentes de ingresos. Aunque la inflación impacta en los desembolsos del sector público, en términos nominales el gasto va en ascenso. Luego de un primer semestre de contracción, el segundo semestre ha revelado un crecimiento en las erogaciones. Este año el presupuesto comenzó en 159,4 millardos de bolívares, y a lo largo del ejercicio ha registrado un aumento de 49% con lo cual se ubica en 238 millardos de bolívares. De esa asignación de 238 millones de bolívares hasta mediados de mes se había desembolsado 91%, lo que representa 227 millardos de bolívares. Ese incremento en los egresos se refleja en la liquidez, que desde junio ha subido 22%. En esta última semana de diciembre, el presupuesto seguirá su expansión, porque el Gobierno seguirá presentando ante la Asamblea Nacional nuevos créditos adicionales. En lo que va de año las operaciones extraordinarias han superado 79 millardos de bolívares, y se espera que el monto al cierre del año sea más elevado” (13). Para cubrir este hueco financiero el gobierno ha debido recurrir al endeudamiento externo con Rusia, Irán y, principalmente, con China, lo cual, según cifras del BCV, había elevado el monto de la deuda externa en septiembre hasta los 68.884 millones de dólares, 9,61% más que en el mismo período del año anterior (14). Este endeudamiento se ha contraído con los gobiernos de estos países, ya que las contradicciones que se generan en un modelo reformista, que al mismo tiempo que mantiene una economía y unas relaciones de producción capitalistas también expropia medios de producción privados, ha inhibido la inversión externa privada a la que también ha apuntado sin mayor éxito el gobierno.

En un artículo publicado en el periódico pro burgués, Reporte de la Economía, el autor se preguntaba “¿Por qué en los otros países capitalistas no hay esa brutal inflación?”, y a continuación detallaba que “En Chile, país de economía totalmente capitalista, la inflación el año pasado fue de -1.4%. Es decir, ¡bajaron los precios! Este año, tras los desajustes del terremoto, va por 0.9%. ¡Subieron menos de 1% en cuatro meses! En Colombia, con economía 100% capitalista, la inflación fue 6% en todo 2009. Y en Brasil de 4.3%. Costa Rica y Ecuador 4%. Estados Unidos menos de 1%. México 6% y Perú 6%... ¿Por qué si el capitalismo es el culpable por 'especulador', en los países cuyos gobiernos se manejan con políticas de mercado y de economía capitalista, la inflación es muy baja? ¿Por qué el único con un desastre de 30% de inflación es el supuestamente 'socialista' de Hugo Chávez? En América Latina, el único gobierno con control de precios es el de Chávez” (15), concluyendo que la alta inflación venezolana se debía a la política de controles y expropiaciones llevada a cabo por el gobierno bolivariano.
 
Con su cinismo habitual los burgueses intentan eludir la responsabilidad de su sistema y presentar al gobierno bolivariano como el causante de todos los males. Sin embargo, al hacerlo, se ven obligados a reconocer algo completamente cierto, que el marxismo ha explicado millones de veces y, lamentablemente, los reformistas se niegan a aceptar: el capitalismo es un sistema  imposible de controlar. No puede existir ningún tipo de coexistencia armónica entre elementos de socialismo y de capitalismo como intentan los defensores de la economía mixta. Si no acabamos con la propiedad capitalista de la banca, las principales empresas y la tierra el resultado sólo puede ser crisis, explotación, crecimiento del desempleo, la informalidad y la tercerización, desigualdad social, etc. fedecamaras.jpg
 
El capitalismo, como todos los sistemas económicos, tiene unas reglas de juego muy precisas, que en su caso particular se fundamentan en el liberalismo económico, es decir, la libre competencia entre sí de los capitalistas en un mercado que se debería regular por este libre juego de oferta y demanda, aunque luego la realidad sea muy distinta a este ideal capitalista, y el propio desarrollo del sistema haga que las empresas más poderosas terminen devorándose a las más débiles conformándose en monopolios que son los que en definitiva regulan el mercado consensuadamente. De este modo, en la sociedad capitalista son los propios capitalistas los que determinan la producción y los precios de las mercancías de acuerdo a sus intereses, quien puede pagarlas las compra y quien no puede, no. Es tan sencillo como eso aunque suene injusto, pero nadie pretende, y menos los capitalistas, que un sistema basado en la explotación de una clase por otra sea un sistema justo. Decimos esto porque para que, más o menos, funcione una economía capitalista, o intente funcionar, es necesario que la misma se rija por estos principios básicos e “inhumanos”.Cuando los reformistas, con todas sus buenas y utópicas intenciones, pretenden hacer más justo al capitalismo y tratan de controlarlo lo único que logran es generar más caos en un sistema de por sí caótico y al final terminan paralizándolo, como está ocurriendo en Venezuela. No en vano se dice que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Sin embargo, la inflación actual en Venezuela no sólo es producto de este intento de controlar lo incontrolable, como dice interesadamente el autor de la nota, sino también, y principalmente, de otros factores entre los que se destaca la baja productividad crónica del capitalismo venezolano, que nunca ha sido capaz de satisfacer la demanda interna, potenciada por la especulación, algo que cínicamente reconocen hasta sus propios medios de comunicación: “Para sobrevivir en el contexto mencionado y, en particular, poder lidiar con el alto riesgo que vive el país, la empresa privada nacional optó, mientras pudo (durante la bonanza), por subir sus precios lo suficientemente como para anticipar la recuperación del capital, por un lado; y, por el otro, decidió reducir la inversión en activos reales en el país y aumentar la inversión en divisas y otros activos del exterior para reducir su exposición al altísimo riesgo que vivimos” (16), y el sabotaje de los propios empresarios que lo utilizan como arma política para atacar la Revolución, además de la ineptitud y corrupción de la burocracia reformista que se termina haciendo cómplice de esta situación. Los últimos informes del BCV al respecto confirman lo que acabamos de decir: “El Banco Central de Venezuela admite que en diciembre aumentó la escasez y los encuestadores encargados de constatar los precios detectaron que de cada 100 productos que solicitaron en abastos, supermercados y toda la red de establecimientos que cubre al país, 13,3 no estaban disponibles. En noviembre sólo 11,4 productos de cada 100 estuvieron ausentes. Al mismo tiempo el índice que mide la diversidad de marcas que pueden encontrar los consumidores en los anaqueles disminuyó desde 173,2 hasta 149,5 evidenciando una reducción importante en el abanico de opciones…la insuficiencia en el mercado ha crecido durante los últimos seis meses y la devaluación puede profundizar los problemas… José Guerra, ex gerente de investigación económica del Banco Central, considera que en la escasez también interviene ‘la caída de la producción nacional, esto es un factor que cada día tiene más peso’.” (17). Evidentemente, los resultados económicos obtenidos durante el año 2010 no fueron muy halagüeños y son la mejor prueba de la crisis de un modelo, el reformista, que a esta altura de la Revolución está más que demostrado que no funciona.

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