En el mes de agosto se prevé iniciar la “renegociación” del TLCAN. Ningún acuerdo comercial entre los capitalistas de México, EEUU y Canadá vislumbra mejoras salariales, eliminar el robo y destrucción de nuestras tierras y recursos naturales o mejorar las condiciones de trabajo en las plantas de ensamblaje. Todo lo contrario, los acuerdos van encaminados a explotarnos más. La verdadera disputa se desarrolla en torno a qué empresarios nacionales o extranjeros se quedan con esa riqueza obtenida a costa de nuestro sufrimiento. La clase trabajadora, los campesinos pobres e indígenas somos los grandes perdedores en dicha transacción.

Con la firma del Trato de Libre Comercio en el año 1994, nuestra subordinación económica con EEUU fue no sólo mayor sino plena. Lo que impuso EEUU mediante dictaduras en el cono sur, en México lo impuso bajo acuerdos comerciales apoyado por una casta política priista autoritaria que se vendió de la forma más dependiente y parásita a los designios del imperialismo estadounidense, a cambio de enriquecerse ellos y sus familias y dejar un pueblo y un campo completamente hundido en la miseria. Y luego de manera hipócrita nos hablarán de la defensa de la patria.

Sin embargo, el imperialismo EEUU, que da señas de debilidad ante el ascenso de competidores como es el caso del capitalismo chino, ahora se enfrenta con que el “socio”subalterno que alimentó y formó por años en su país vecino del sur se anima a cuestionar algunas imposiciones. La exportación de caña y azúcar refinada es un botón de muestra de dicha situación. La exportación de producto refinado bajará de 50% a 30 % a cambio de que EEUU tenga exclusividad con México para la adquisición de esta mercancía vital. Los empresarios mexicanos y extranjeros del sector corren un riesgo (si no aceptan su propuesta pierden a su primer y, en muchos casos, único socio comercial), pero a la vez se han cubierto bien las espaldas dejando que sean los jornaleros y obreros de las refinerías azucareras los que paguen la factura de los elementos desfavorables de esta negociación con despidos y paros técnicos en el sector.

La relación de dependencia económica es muy grande, el 80 % de la exportaciones mexicanas (302.700 millones de dólares) tienen como destino EEUU, sin embargo nuestras importaciones son menores (179. 600 millones de dólares), generando un déficit comercial. Ahora, el supuesto “gran aliado” quiere “negociar” considerando la restricción de nuestras exportaciones, imponiendo aranceles e incluso imponiendo reglas de “origen” a las mercancías. Todos estos acuerdos no son más que medidas proteccionistas que pretenden salvar el pellejo a los capitalistas norteamericanos.

La crisis de sobreproducción que azota cada rincón de la economía mundial está obligando a los capitalistas a comerse a sus viejos socios comerciales, pero incluso así no sacian su hambre, y aplican la política de sálvese quien pueda. Sin embargo, las medidas proteccionistas que tratan de accionar están entrando en contradicción con todos los mecanismos y relaciones comerciales tan profundas que tienen a nivel mundial. Detrás de estas medidas proteccionistas está el instinto de sobrevivencia imperialista de los EEUU por seguir siendo el gigante comercial, aunque entre las patas se lleve al campo e industria mexicana.

Efectivamente el pueblo humilde de México lleva las de perder y no los empresarios. Los campesinos, indígenas y trabajadores queremos romper el trato, porque éste sólo nos ha traído pobreza, migración y explotación. Por supuesto que Peña, Guajardo y Videgaray no quieren ni pueden romper el Tratado. La izquierda que lucha, los trabajadores y el pueblo humilde debemos oponernos a este tratado. Y, si finalmente lo consiguen imponer, porque los capitalistas mexicanos agachan una vez más la cabeza ante el imperialismo estadounidense, no dudamos de que pagarán un precio por este nuevo ataque. Los resultados de la transacción traerán consecuencias políticas y sociales muy grandes, elevando más la temperatura del volcán de lucha social en el cual se encuentran parados.

El único camino que tenemos los trabajadores de este lado del Río Bravo es la lucha firme y organizada exigiendo la salida del TLCAN. No más explotación de nuestro territorio por parte de la mineras y trasnacionales de los alimentos. No más contratos de hambre en el sector manufacturero. La alternativa es la lucha organizada de los trabajdores y campesino contra los capitalistas extranjeros y nacionales.

¡Muerte al TLCAN!

Que la crisis la pague Videgaray, Guajardo y Slim


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